De una Antología Personal de Jorge Luis Borges, nos parece ideal tomar dos parábolas que el genial escritor argentino bajo el título Sobre Chesterton ya que alude a uno de sus referentes literarios.
Traemos este relato a colación, ya que el primero de ellos que remite a Frank Kafka -y su famoso cuento Ante la Ley-, presenta una especie de desafío a luchar por nuestros proyectos, a pensar ¿Porqué no yo? ¿Porqué no cada uno de nosotros, según sus respectivos sueños?
El tiempo espera, pero no para siempre; hay que animarse antes que sea tarde.
Dice textualmente el texto borgeano:
Recuerdo dos parábolas que se oponen. La primera consta en el primer tomo de las obras de Kafka. Es la historia del hombre que pide ser admitido a la ley. El guardián de la primera puerta le dice, que adentro hay muchas otras y que no hay sala que no esté custodiada por un guardián, cada uno más fuerte que el anterior. El hombre se sienta a esperar. Pasan los días y los años, y el hombre muere. En la agonía pregunta: «¿Será posible que en los años que espero nadie haya querido entrar sino yo?». El guardián le responde: «Nadie ha querido entrar porque a ti sólo estaba destinada esta puerta. Ahora voy a cerrarla.» (Kafka comenta esta parábola, complicándola aún más, en el noveno capítulo de El proceso.) La otra parábola está en el Pilgrim’s Progress de Bunyan. La gente mira codiciosa un castillo que custodian muchos guerreros; en la puerta hay un guardián con un libro para escribir el nombre de aquel que sea digno de entrar. Un hombre intrépido se allega a ese guardián y le dice: «Anote mi nombre, señor.» Luego saca la espada y se arroja sobre los guerreros y recibe y devuelve heridas sangrientas, hasta abrirse camino entre el fragor y entrar en el castillo. Chesterton dedicó su vida a escribir la segunda de las parábolas, pero algo en él propendió siempre a escribir la primera.


En Sobre Chesterton (a la derecha), Borges empieza con una aleccionadora cita del autor de La Metamorfósis.

Que en el año que está por comenzar encontremos la oportunidad que seguramente nos/te está esperando, aunque haya que batallar, sino tu ¿quién?
¡Felicidades!
