Un viaje hacia la esencia de la literatura, y una indagación sobre la escritura como vocación y forma de vida

La más recóndita memoria de los hombres” del senegalés Mohamed Mbougar Sarr; una novela sobre un escritor maldito de un libro inhallable (Editorial Anagrama, 450 páginas).

Dakar, París, Amsterdam y Buenos Aires, son los escenarios principales de una historia atrapante en la que un joven escritor, Diégáne Latyr Faye, va tras las huellas de un autor de culto olvidado: TC Elimane, quien se ha esfumado luego de publicarse su obra cumbre, El laberinto de lo inhumano.

Faye identifica a Elimane como un referente para la nueva generación de escritores originarios de países africanos que emigraron y aspiran a trascender en Europa; y cuando se encuentre con un ejemplar de El laberinto de lo Inhumano quedará absorbido por la misión de desvelar el misterio del creador y de su creación.

Pero, ¿quién fue el tal Elimane?, ¿qué significan las iniciales TC de su nombre?, ¿porqué viajó de Francia a la Argentina? (donde trabará amistad con Ernesto Sábato y Witold Gombrowicz), ¿cuál es su legado literario?, ¿realmente existió? … Esa fantástica indagación plantea temas cruciales alrededor del arte de la escritura y sus alcances: ¿es posible reconstruir una biografía y cuan confiables son los testimonios?; ¿puede un escritor ser auténticamente original?; ¿cada autor escribe un «libro esencial», o el talento puede multiplicarse?; ¿qué pasa con una pareja de artistas con objetivos distintos respecto al rol que tienen en la sociedad? Por si fuera poco, aparecen temas como las secuelas de las dos guerras mundiales en minorías y colonizados; y el dilema del intelectual africano entre el compromiso político con su país natal, o desplegar la vida allí donde pueda desarrollar su potencial.    

Mohamed Mbougar Sarr (Senegal 1990) obtuvo el premio Goncourt por La más recóndita memoria de los hombres. El título está tomado de una frase cargada de sentido con la que concluye un verso de Roberto Bolaño en Los detectives salvajes que Sarr reproduce en el epígrafe (1).

En el programa La Gran Libraire (TV5) al que fue invitado en varias ocasiones, Saar confió que el personaje Elimane está inspirado en un autor originario de Malí, Yambo Ouolouguem (2).

Sarr participando del programa Le Grande Libraire

Encandilado

Diégane Faye –una especie de alter ego de Mbougar Sarr– descubre la existencia de Elimane en una enciclopedia, Compendio de literaturas negras, mientras cursa el bachillerato en Senegal; allí concluye sus estudios y se marcha a realizar una carrera universitaria a Francia donde -dice el propio Diégane- «me convertí en un doctorado holgazán, rápidamente desviado del noble camino académico por lo que ya no era una tentación pasajera, sino un deseo tan pretencioso como verdadero: ser novelista…»

Como primer paso, Faye consigue publicar su opera prima “Anatomía del Vacío” con un modesto éxito comercial (es muy gracioso como lo cuenta: en resumen muchos «me gusta» cargados de elogios en las redes sociales y pocas ventas).

Mbougar Sarr, como su personaje Faye, senegalés, escritor en Francia

El destino y el azar

Deambulando por París en busca de inspiración para escribir su magnus opus, Faye vislumbra en un bar a una veterana autora senegalesa Maréme Siga D conocida por una novela erótica. La encara para contarle su admiración por ella y la aborda de una manera extraña, encandilado por sus pechos tanto como por sus dotes artísticas.

Después la sigue al hotel donde la mujer se hospeda. En la habitación, ella advierte que su simpatizante responde al molde del escritor. Entonces le muestra un ejemplar de El laberinto de lo Inhumano, al tiempo que desbordada se lanza a comentar las peripecias del libro y de su autor, Elimane (de quien Siga D resulta ser su primo) sobre lo cual estaba tratando de escribir, pero confiesa no sentirse lista para hacerlo.

Siga D (a quien Diégane bautiza como la Araña Madre) debe partir al día siguiente hacia Amsterdam donde le promete a su admirador contarle todos los detalles sobre el enigmático personaje.

Faye ha quedado prendado de la figura del escritor perdido, a la vez que se torna una obsesión seguir sus pasos, canalizando al mismo tiempo su vocación literaria.

La tarea que lo toma por las solapas parece un producto impensado del encuentro casual con Siga D, aunque ella no cree en casualidades: “Un azar no es más que un destino que olvidamos”, suele sentenciar.

Durante una tertulia en la que un grupo de escritores delibera acerca de la calidad de la obra de Elimane (3), Diégane Faye reflexiona en torno a si la curiosidad por el individuo Elimane es una tentación del novelista, o lo trascendente es la obra. “Saber si Homero tuvo una existencia biográfica sigue siendo una cuestión apasionante. En última instancia, sin embargo, no afecta gran cosa a la fascinación de su lector; porque es a Homero, quienquiera que fuese, a quien ese lector agradece que escribiera La Ilíada o La Odisea”.

Por esos días, julio de 2018, Faye se junta con Musimbwa -un colega congoleño- para ver por televisión la final de la Copa del Mundo de fútbol que le dará el segundo título en la historia a Francia, van a cenar a un restaurant, y el primero comenta que ha accedido al libro fantasma.

Mientras caminan por la calle, Musimbwa sostiene que habría que difundir ese libro de Elimane para que sea como un faro para la actual generación de escritores africanos, Diégane asiente, y medita: “¿Para qué continuar, intentar escribir después de milenios de libros como El laberinto de lo inhumano, al que daba la impresión que no se podía añadir nada? No escribíamos ni por el romanticismo de la vida del escritor –se ha caricaturizado-, ni por dinero –sería suicida-, ni por la gloria –valor pasado de moda, la época prefería la fama-, ni por el futuro –no había pedido nada-, ni para transformar el mundo –no es el mundo lo que hace falta transformar-, ni para cambiar la vida –nunca cambia-, ni por el compromiso –dejemos eso para los escritores heroicos-, ni tampoco celebramos el arte gratuito –que es una ilusión porque el arte siempre paga-. Entonces, ¿por qué? No lo sabíamos; y a lo mejor ahí estaba nuestra respuesta: escribíamos porque no sabíamos nada, escribíamos para decir que no sabíamos que había que hacer en el mundo sino escribir, sin esperanza, pero sin resignación fácil, con obstinación cansancio y alegría, con el único objetivo de acabar lo mejor posible…”

Tiempo después, las amistades más cercanas a Diégane -del grupo de escritores- toman opciones distintas. Musimbwa regresar a su patria, en cambio la camerunense Beatriz Nanga se queda en Francia, pero el vínculo entre ambos se vuelve ríspido, ella le reprocha a Díégane que busque convertir cada momento de sus relaciones personales en literatura…Cualquiera que conviva con un escritor -o escritora-, seguramente sabe de que se trata, se permite agregar el firmante de éste artículo.

Como otra nota al margen, en La más recóndita memoria de los hombres Sarr -según él mismo lo ha destacado como propósito- alterna los acontecimientos que ocurren en la novela, con el reflejo (sobre todo en el protagonista que asume sostener los hilos de la historia) de su vida interior, una visión del mundo, y cuestionamientos existenciales.

Sarr en un simposio en España (foto Jacinta Cremades)

El hombre y el mito

Volviendo a la trama; de la mano de Siga D, el narrador podrá reconstruir que Elimane Madag Diuf nació en 1915 en una aldea de Senegal cuando el país era una colonia francesa. Es criado por su madre y un tío (Ousseynou Koumakh) hermano mellizo del padre (Assane) quien cuando su esposa está embarazada parte hacia Francia para sumarse al ejército durante la Primera Guerra Mundial

La saga familiar de los Madag Diuf está llena de intrigas, desde la leyenda o versión de que al abuelo de Elimane lo habría comido un cocodrilo; a que su padre y el tío estuvieron enamorados de la misma mujer, Mossane, quien finalmente lo habría engendrado con Assane (que no conocerá a su hijo ni siquiera al nacer porque -como se indicó en la estrofa anterior- antes se marcha a Europa).

Quién verá crecer a Elimane es Siga D -hija de una mujer que apenas la sobrevivió y de Oysseynou- que envuelta en la amargura tras escuchar las confesiones de éste último (que al final de su vida tiene tres esposas) tomará también el camino del exilio.

El relato de todas esas alternativas es cautivante en la medida que las versiones se van contraponiendo y a la vez complementando.

Assane aparentemente muere en la guerra. “Era un hombre cegado por amor a Francia, un amor más grande que cualquier otro. Que mejor manera de volverse blanco que morir en una guerra de blancos a causa de una bala o bayoneta blanca. Lo que el soñaba no podía darse en esta vida. Le hacía falta otra…No ser padre, no amar a Mossane…”, se había despachado su hermano Ousseynou, en un dilema propio de tiempos del colonialismo.  

Como reproduciendo la historia, Elimane se marchará también a tierras galas (aunque a sus veinte años y a estudiar) donde escribirá El laberinto de lo inhumano, de lo que su madre no se enterará por ocultamiento del tío.

La tragedia y la “huída”

Promediando los años 30, Charles Ellenstein y Thérese Jacob, matrimonio de franceses judíos no practicantes («cuya identidad de judíos le recuerdan los demás»,apunta Faye), dueños de una editorial, se interesan por Elimane y lo incitan a que ponga manos a la obra, asimismo le hacen conocer y compartir la vida bohemia y libertina de París.

El problema surgirá por 1938, cuando un crítico -al que se acoplan otras voces- ataque el texto publicado de Elimene calificándolo de plagio, lo que produce cierto escándalo en la prensa especializada y demandas judiciales para obligar a retirar los ejemplares poniendo a la editorial al borde de la quiebra.

A modo de una epifanía sobre la originalidad Dégane se transporta al presente, está leyendo El laberinto… siguiendo las pistas de las palabras de su biografiado teclea en una laptop: “Yo no copié, lo escribí. Soy el autor como el Pierre Menard de Borges es el autor del Quijote”.

Y salta su vista a un viejo paper del crítico Auguste Raymond Lamiel que tras calificar a Elimane de plagiador, apuntaba: «A pesar de todo nos encontramos con un autor de gran talento… ¿Acaso toda la historia de la literatura no es la historia de un gran plagio? ¿Qué habría sido Montaigne sin Plutarco?, ¿La Fontaine sin Esopo? ¿Moliere sin Plauto? … Tal vez el verdadero problema sea la palabra plagio«.

Por un tiempo Elimane desaparece, envía una carta a sus editores en agradecimiento. Ellenstein intenta ubicarlo a fin de convencerlo para que vuelva a escribir, pero ese viaje en la Francia ocupada por los nazis resultará fatal. Siga D se entera de los estremecedores acontecimientos tras un dialogo intenso que mantuvo en 1985 con la periodista Brigitie Bellieme (quien le puso a Elimane el mote de “el Rimbaud Negro”) en relación a una entrevista a fondo que le hizo aquella a Thérese, fechada en el 48.

La propia Siga D trabajando junto a una amiga en una boite de Paris, observan en una mesa a alguien de las características de Elimane. El extraño final de la compañera de Siga D pondrá bajo sospecha los “poderes” del escritor. Y un detalle verificado, agita más los fantasmas: todos los críticos que se ensañaron con el escritor maldito fueron uno a uno, por diversas causas, pereciendo.

Destino porteño

A la inversa de Carlos Gardel (Anclao en París); Elimane (muchos lo vieron imitar al Zorzal criollo) ignorado en Francia -y tras andar por territorios varios- recala a fines de los 40 en Buenos Aires.

En este caso, la infidente ante Siga D es una poeta dominicana, hija de diplomáticos, quien lo registra en salones porteños, o conferencias literarias.

El incógnito y desconocido escritor se hace amigo de Sábato y de Gombowicz (Stanislas, compañero de cuarto de Diégane, había encontrado un Diario de Gombrowicz en el que éste último se refería a «un escritor africano medio extraño» que le había presentado el autor de El Túnel; y apuntaba sobre el libro atribuido al enigmático senegalés: «Uno se pierde en El Laberinto con gusto, a pesar de tanto virtuosismo futíl de sabelotodo». Elimane se instala en un departamento en Barracas, cerca de la cancha de Boca, y sigue la ruta hacia la revista Sur. Son los tiempos de oro de la vida cultural argentina.

El silencio de Elimane en los salones porteños cuando se le pide una opinión sobre la realidad africana, irrita a su compañera-amante haitiana generando un halo misterioso. Sus periódicas ausencias hacen pensar que hay otra motivación detrás de su desplazamiento por Sudamérica. ¿el intento de un “ajuste de cuentas” con un oficial nazi, o transformar la persecución en literatura? Las últimas pistas sobre Elimane en la metrópolí argentina alcanzan al año 68, del cual se cita el golpe de Onganía que sacó del poder a Illía y el Cordobazo. Faye deja Amsterdam -donde se nutrió de los datos aportados por Siga D- con la ilusión de seguir despejando los enigmas sobre su personaje.  

M.M.Sarr, premio Goncourt 2021

¿Un libro clave por escritor?

Con la excusa de visitar a sus padres, que viven en una aldea vecina a la que habita lo que queda de la familia de Elimane; Diágane Faye regresa a su país de origen.

El viaje coincide con un Senegal sacudido por el suicidio de la adolescente Fátima Deng, manifestaciones de protesta de estudiantes y agrupaciones políticas. ¿Cómo posicionarse ante esos episodios?, será el núcleo sobre el que polemizarán Diégane y su pareja Aída, la fotoperiodista que había conocido en Francia y coincidido en su paso por Dakar.

Con los testimonios de su prima, los datos recabados en hemerotecas, el contacto personal con una tía de Elimane y tras haber leído El laberinto de lo inhumano; Diégane especula sobre la diferencia de abordar a un personaje entre quienes lo conocieron en carne y hueso, o por las páginas que ha escrito: “Asocio todo el misterio del hombre con la escritura, leo sus silencios con mis gafas de escritor. Tal vez, no había nada que encontrar en la literatura. La literatura es un féretro sospechoso, negro y brillante, pero es posible que no tenga adentro ningún cadáver…”.

Mientras Diégane bucea entre los papeles del escritorio de “su hombre” en Senegal, para intentar descubrir si dejó algún material inédito, especula sobre si finalmente a cada escritor le está dado escribir un solo libro esencial en la vida. De ser así, a Mohamad Sarr seguramente le costará superar esta fantástica obra que comentamos. Esperemos que desmienta su propia hipótesis con una próxima novela.

C.R

P.D- Notas:

(1) Una síntesis condensada del cierre del texto de Bolaño: «La Obra, los lectores, la crítica, un día se mueren; como mueren todas las cosas, como se extinguirá el Sol y la tierra, el Sistema Solar y la Galaxia y la más recóndita memoria de los hombres».

(2)  La primera novela de Ouologuem, Deber de violencia, se publicó en 1968 y ganó el Premio Renaudot. El éxito le sonríe hasta que, al igual que a Elimane, lo acusan de plagio. «Después de eso para él inició un calvario literario, pero también de racismo. Regresó a Malí y desapareció. Ahora, no es que a Ouolouguem le dijeran el Rimbaud negro, pero a veces las críticas se referían a Rimbaud cuando hablaban de él», confió Sarr al diario El Universal de México. 

Super Diamono, uno de los grupos preferidos por el protagonista Diégane Latyr Faye

(3) Dos visiones en una reunión de literatos africanos en el exilio:

La discusión se hundió en la noche, áspera,apasionada, sin concesiones. Me dije que un mundo en el que aún se podía discutir así de un libro hasta las tantas no estaba perdido, aunque fuese consciente de lo cómico de lo que tenía de cómico, vano, ridículo, quizá hasta de irresponsable, un grupo de personas charlando de literatura toda una velada.. Había conflictos que causaban estragos, el planeta se asfixiaba, los muertos de hambre…los sedientos..los huérfanos había toda una población de vidas minúsculas, de microbios, de ratas, el pueblo del sumidero…y nosotros escritores africanos cuyo continente nadaba por dentro, hablábamos de El Laberinto de lo inhumano en lugar de luchar concretamente para salir de él».

Pero si los escritores no hablan de literatura, quiero decir, si no hablan desde el interior, como especialistas, como asediados y habitados por ella, como enamorados, como locos, como locas furiosas, esos y esas para los que significa lo esencial, por más que lo esencial se disfrace a veces de anécdota o fatalidad ¿quién lo hará? A lo mejor es una idea insoportable, asquerosa, burguesa pero hay que aceptarla. Esa es nuestra vida, intentar hacer literatura, sí, pero también hablar de ella, porque hablar es también mantenerla viva, y mientras se mantenga con vida, la nuestra por más inútil o trágicamente cómica o insignificante que sea, no estará del todo perdida. Hay que hacer como si la literatura fuese la cosa más importante sobre la faz de la Tierra…»

Manu Chao,conjunto que van a ver Diégane y su pareja Aída en la primera salida

Precoz

El nombre de Mbougar Sarr suena en el mundo de las letras desde su juventud. Con apenas 24 años recibió los premios Prix Stéphane-Hessel, y Amadou Kourouma por la novela Terre Ceinte (2015) que pone el dedo en la llaga sobre el tema del integrismo. También publicó Silence du Choeur (2017).

Nació en Diourbel y tuvo su formación inicial en Saint Louis; ya en Francia egresó del Liceo y luego de la Escuela de Estudios Superiores de Ciencias Sociales.

De recorrida con ejemplares del libro Terre Ceinte

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