Juan Bautista Alberdi: El liberalismo en acción (Parte I)

Cada 29 de agosto se celebra el día del abogado en homenaje al natalicio de Juan Bautista Alberdi (1810-84), pero el personaje en cuestión fue mucho más que un letrado; se destacó -entre otras facetas- como publicista, periodista, escritor y hasta «arquitecto» de la Constitución Nacional Argentina. Quien se precie de ser liberal, encontrará en la concepción alberdiana los mejores argumentos.

En esta oportunidad, Acreditado publica en dos capítulos mi ensayo (publicado con el seudónimo Figarillo II) premiado en 2016 (*), bajo la consigna: «Alberdi: Ideas en Acción».

En esta primera parte se aborda como el pensamiento de JBA, lejos de ser una construcción teórica, responde a los desafíos de la realidad.

Si con sus ideas Juan Bautista Alberdi puso los andamios para que la Argentina llegara a ser un faro de civilización y progreso, como contraposición: ¿en qué medida el abandono de aquellas nos precipitaron en la actual sensación de fracaso colectivo? (1)

El enunciado nos lleva a bucear -como náufragos tratando de emerger- en el sistema de Alberdi, para recuperando sus principios intentar retomar la senda perdida.

En esa misión nos ayuda el propio Alberdi, quien lejos de ser un intelectual especulativo «pensaba para la acción” (2).

El mismo publicista delimitaba su competencia: “Si pudiésemos hacer todo lo que escribimos, no escribiríamos nunca. La palabra no es para nosotros sino un medio de acción”.

La “filosofía operativa” a la que adhirió Alberdi desde joven consistía en adquirir las herramientas para “saber actuar en el momento en que la sociedad lo demande y exija.

JBA, pensamiento para la acción

Básicamente, su planteo era que los valores que representaron próceres como San Martín, Belgrano o Güemes en la faz de la virtud guerrera, esenciales en tiempos de la lucha por la Independencia, debían ser sustituidos por aquellos compatibles con la «sociedad industrial» (progreso social, ética individual, interés personal). (3)

Esa división tajante con el pasado, se plasmaba en frases de Alberdi como ésta: “los caminos de fierro son lo que los conventos eran en la edad media”.

En términos políticos “la patria antigua (simbolizadas por Grecia y Roma), la monarquía absoluta y la soberanía popular ilimitada” (en el sentido de una mayoría aniquilando a la minoría), eran escollos para la libertad moderna, porque en aquellos casos –fustigaba Alberdi-: “la Patria era libre, no el individuo”.

Empero, la guerra civil en nuestro suelo no daba tregua y producía muertes a granel, incluso muy cerca del seno de su familia y amigos. ¿Qué hacer entonces?

Según Alberdi era necesaria una transformación social a partir de la mutación de los hábitos, para que su imitación generara un “contagio” en favor de la libertad. “La planta de la civilización no se propaga de semilla, es como la viña: prende de gajo”, espetaba en su célebre libro Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina.

De allí que el autor impulsara “un gigantesco movimiento de población” para que la inmigración proveniente fundamentalmente de Europa “sembrara en estas tierras las costumbres necesarias” (4).

Alberdi hizo una doble exhortación a la llegada de esos inmigrantes.“El emigrado es como el colono, deja la madre patria por la de su adopción”, incitaba el tucumano; y a la vez pedía la concesión de “franquicias que les hagan olvidar su condición de extranjeros”.

La Argentina estaba tan necesitada de población como de capital. La manera de propiciar la llegada de la inmigración masiva –pensaba Alberdi- era la introducción de instituciones que los tratara como o mejor que en su propia casa.

El “medio” era la Constitución Nacional, mediante la cual recibirían la más amplia libertad civil, y a cuyo calor se iría moldeando la libertad política.

Esa fue una de las piezas de la construcción alberdiana: En principio al extranjero se le daban libertades civiles y económicas “a manos llenas”: Libertad de comerciar, de culto, de prensa, de ejercer toda industria lícita, igualdad ante la ley (introducidas en la primera parte de la Ley suprema); y luego las protegía de cualquier exceso que pudiera provenir de los poderes del Estado (contemplados en la segunda parte). “La Constitución antes de crear los poderes públicos trazó los principios que debían servir como límites”, sintetizaba Alberdi.

En ese esquema se postergaban los derechos políticos de los extranjeros, mientras el progreso iría erosionando” los comportamientos tradicionales; en tanto la “nueva política” debería tender a glorificar los triunfos obtenidos mediante la iniciativa de los particulares.

La meta era elevar el nivel del pueblo a la altura del sistema adoptado,
para que “del seno de la gran sociedad civil emerja otra sociedad política”, y luego la calidad de los electores impactaría en los elegidos. “El sistema electoral es la base del sistema representativo. Elegir es discernir y deliberar, la ignorancia no discierne, busca un tribuno y elige un tirano”, expresaba Alberdi en las páginas de Derecho Público Provincial (**).

Alberdi deslizaba que mientras tanto (se refiere a los tiempos de la Organización Nacional) se llevaba a cabo el trasplante poblacional para que el orden espontáneo de la acción humana realice en el desierto su benéfica tarea.

En su criterio sobre la relación entre las naciones, el libre cambio es crucial pues favorece el elemento pacificador propio del comercio -al difundir las “dulces costumbres” de las que hablaba Montesquieu– desplazando las tentaciones bélicas de las que no estaban exentas las principales potencias. En el ensayo El Crimen de la Guerra, Alberdi esboza su rechazo al historicismo, que suele derivar en nacionalismo fratricida.

JBA, la esencia en la CN

Llave maestra

La Constitución Nacional de 1853 fue la fuente del manantial de progreso que se derramó en territorio argentino de la mano del tren, de la construcción de canales, de las colonias de inmigrantes que empezaron a llegar de manera ciclópea.

Desde las mismas Bases y puntos de partida… su autor alertaba sobre los riesgos de una eventual reforma constitucional, si la misma quedaba atada a una coyuntura política (lo que de alguna manera, lamentablemente ocurrió con varias reformas introducidas en 1994).

Alberdi aludía a los riesgos de una legislación inadecuada. “La ley puede ser el medio más terrible de derogar las garantías constitucionales”, advertía para justificar la introducción de la regla que prescribe que la norma magna no pueda ser alterada por las leyes que reglamenten su ejercicio.

Pasaba entonces a ser crucial el rol de los jueces, especialmente de la Corte Suprema en su interpretación. “La ley es un Dios mudo: habla por boca de los magistrados”, especificó en el libro basal de la CN.

Un factor significativo de las recurrentes crisis es el desvío respecto a lo que la Ley suprema establece en materia económica. En Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina, publicado en 1855, Alberdi describió la doctrina económica de la Constitución.

Desconfiado de lo que podía hacer el poder político con el erario público, llegó a expresar con cierta ironía: “el ladrón privado es el más débil de los enemigos que la propiedad tiene”.
El autor fue un precursor en cuanto a la relación entre política y economía cuando advirtió que “el régimen que tiene por horizonte dominar al Estado para hacer de él un instrumento político y económico, puede degenerar en despotismo” (La Omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual (5).

En Sistema Económico y Rentístico… vinculó los principios institucionales con el desarrollo económico, y por ejemplo respecto a la libertad de expresión, indicó: “Nunca es abundante la producción de riqueza en donde no hay libertad de delatar y combatir por la prensa los errores y abusos de la administración».

En la misma obra Alberdi se adelantaba a un mal que continúa vigente dado que la carga tributaria en la Argentina supera en un 50 % la que correspondería a las características de su economía (6): “Hasta ahora el peor enemigo de la riqueza del país ha sido la riqueza del Fisco. Después de ser máquinas del fisco español hemos pasado a serlo del fisco nacional… El gobierno no se ha creado para hacerse rico, sino guardián de los derechos del hombre”.

Se puede ahora ir entrando en tema acerca de en que momento se fue torciendo el diseño institucional argentino. Por caso, la gran mayoría de los impuestos fueron establecidos de manera excepcional para luego perpetuarse (7).

En tal sentido, alertaba sobre el rol que juega el Congreso Nacional en el plano impositivo y presupuestario, aludiendo a las competencias de los poderes y la necesidad de actuar con prudencia: “En la formación del Tesoro puede ser saqueado el país, desconocida la propiedad privada y hollada la seguridad personal. El poder legislativo debe crear los recursos y votar los gastos públicos, y el poder ejecutivo recaudar y administrar los recursos. Es –sugería- la teoría del gobierno parlamentario aplicada a la Constitución Nacional, la más importante tradición de la revolución de Mayo”.

Como otra cara de la misma moneda, Alberdi ponía la lupa en la política de gastos con la que el gobierno central suele tomar la “manija” del poder: “Todo gasto es provincial, el gasto general es excepcional. Es regla muy cierta en administración que siempre gasta mal el que gasta lejos”.

“No hay un barómetro más exacto –continuaba- para estimar el grado de sensatez y civilización de un país que la ley de Presupuesto. La ley de gastos nos dice a punto fijo si el país se halla en poder de explotadores, o está regido por hombres de honor”.
Uno de los logros más renombrados de Bases fue haber plasmado un sistema mixto rescatando las tradiciones unitarias y federales argentinas para integrarlas en un federalismo atenuado que suele ser avasallado por el gobierno central.

En otro orden, cuando rechazaba las licencias gubernamentales para ejercer industria lícita, Alberdi se anticipaba a los peligros de la corrupción burocrática. “Pedir licencia es pedir libertad, son (medidas) derogatorias de la libertad de trabajo”. En tal sentido, por ejemplo, la Argentina es uno de los países en el que más trámites hay que realizar (y tributar a la burocracia para abrir un negocio (8).

En este último punto queda claro que el pensamiento de Alberdi no se iba en abstracciones.

Segundo Figarillo

(*) Concurso organizado por las Fundaciones Atlas y Relial

(**) Esta manifestación se relacionaba con una especie de transición que JBA había configurado y cuyos términos se reflejan en un magnífico trabajo De la República posible a la República Verdadera de Natalio Botana y Ezequiel Gallo. La República Posible consistiría en la época de la educación ciudadana -para evitar volver a caer en un despotismo como el de Rosas- y de adaptación de los recién llegados, en la cual el país sería conducido por un sector formado en los asuntos de gobierno y consustanciado con los principios constitucionales; seguida de una instancia posterior, de una participación amplia; lo que en los hechos sucedió con el paso de la etapa del sufragio restringuido en la que gobernó una elite liberal (a modo de síntesis desde la presidencia de Bartolomé Mitre a la de Roque Sáenz Peña) a otra marcada por el sufragio universal, a la que se incorpora el radicalismo, que llega al poder en 1916 de la mano de Hipólito Yrigoyen. En definitiva, conociendo lo que ocurrió después, puede colegirse que -como indicaba Carlos Faytentre 1880 y 1930 se formó la Argentina moderna, cumpliéndose el proyecto de JBAlberdi.

Notas parte I
(1) – En Proceso del Constitucionalismo Argentino, Tomo 2, pág 654, Segundo Linares Quintana destacaba que “la influencia de Alberdi en la Constitución prevaleció sobre cualquier otra”… Fue calificado como “el Padre de la Constitución”. Es además una conclusión que se desprende de comparar el proyecto de Constitución que figura como apéndice en Las Bases, con el propio texto constitucional.
(2) – Era una definición de Helvetius y sus seguidores, muy presentes en el Alberdi joven como lo especifica Olsen Ghirardi en El Primer Alberdi: La filosofía de su tiempo. (3) – Alberdi desarrolla esa división de épocas en Pequeños y Grandes Hombres del Plata, pero se refiere a la misma en varias otras obras.
(4) – Textual de Natalio Botana en “La Tradición Republicana…”, pág 303.
(5) – Se trató de un discurso de Alberdi en la Facultad de Derecho en 1880 en el acto de la colación de grados, publicado luego como un opúsculo.
(6) – Así lo afirmó Daniel Artana aludiendo a un informe de FIEL en una entrevista que le realicé para el diario Río Negro publicada el 16/10/ 2010
(7) – Meir Zylberberg detalló en varios artículos y en su libro Las Raíces Totalitarias del Fracaso Argentino como los impuestos a los réditos y a las ganancias, entre otros fueron, establecidos en la década del 30 por “única vez”.
(8) – Según informe del Banco Mundial publicado el 13 de septiembre, abrir un negocio en la Argentina demanda en promedio 32 días, superado solo en la región por Paraguay y Venezuela.

Mañana segunda y última parte, con una guía de las principales lecturas para conocer a fondo a JBA.

 

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