¿Qué «sentido» tendrá la inminente elección presidencial argentina?

Mañana, o a lo sumo el 19 de noviembre, se sabrá porque la mayoría de los argentinos eligió al próximo presidente.

Hace exactamente un mes fallecía Mario Wainfeld, periodista afín al kirchnerismo (antes muy cercano a Chacho Alvarez) pero -algo poco común en ese palo- respetuoso de las diferencias.

Poco antes de morir, esbozó en una editorial la idea que sustenta este artículo: Toda elección presidencial tiene un sentido, una razón de ser, que se descubre una vez conocido el resultado.

Es decir, uno de los dos lados de la democracia (el otro es el ejercicio de los derechos liberales) que consiste en la decisión de la mayoría, encuentra su justificación, su explicación, su lógica.

Ello no implica sostener aquello de que el pueblo «nunca se equivoca» (la performance de nuestros gobiernos son prueba de ello); ni que cada cual individualmente se identifique con la «voluntad popular» (en mi caso pocas veces salió electo el candidato de mi preferencia).

Experiencias electorales

La hipótesis de Wainfeld se explica de esta manera. Si uno observa lo ocurrido en cada uno de las elecciones desde 1983 a la fecha (para no remontarse más allá), se puede concluir que difícilmente hubiera sido posible otro resultado.

Veamos algunos ejemplos: En el 83, todas las condiciones estaban dadas para la victoria de Raúl Alfonsín (la catástrofe del período Perón-Perón, el pacto sindical- militar, las características de los candidatos peronistas Luder y Herminio Iglesias con la quema del cajón, etc, etc.

En la elección siguiente, aún cuando Eduardo Angeloz parecía tener una propuesta más «racional» que la de Carlos Menem, el desenlace del gobierno de Alfonsín (hiperinflación, saqueos) hacían inviable un triunfo del radicalismo.

El mismo juego analítico se puede hacer con el resto de los procesos electorales (Menem fue reelecto por la convertibilidad, el «voto cuota» más otros factores, la Alianza se impuso por el agotamiento del menemismo, Kirchner por cierto consenso con la política económica de Roberto Lavagna y la fractura de la centro derecha, etc).

Cabe insistir, éste análisis no tiene que ver con una cuestión de preferencias personales (confieso que en su momento voté para presidente, por ejemplo, a Domingo Cavallo o a Ricardo López Murphy).

Los cinco candidatos presidenciales que participan de la primera vuelta

En 2023 también

En tal sentido, mañana -o a lo sumo el 19 de noviembre si hay ballotage- se podrá descubrir el propósito, el rumbo que pretenden para el país la mayoría de los argentinos.

Si el ganador resulta Javier Milei reflejaría, entre otras cosas, un hastío respecto al Estado, a la burocracia, a la carga impositiva, a la clase política tradicional, a la desvalorización de la moneda, y un deseo de tomar riesgos.

Si el ganador resulta Sergio Massa se habría impuesto el temor a la ingobernabilidad de cualquier presidente no peronista, y el mantener -aún a costa de la inflación- un elevado gasto público para mantener el status quo.

Si la ganadora resultara Patricia Bullrich, se lo podría leer como el reclamo de un cambio pero más gradual que el de Milei, con negociaciones de las reformas en el Congreso y con énfasis en la seguridad.

En los tres casos son solo tendencias; en el remotísimo caso que Juan Schiaretti o Myriam Bregman alcancen la segunda vuelta, también se sabrá lo que el votante quiso decir.

Obviamente son percepciones acerca de lo que moviliza a cada sector; el análisis del voto es más complejo y muchas veces prima el llamado voto útil, o en contra de, pero al fin del día se vislumbra como se manifiesta la opinión pública.

El sociólogo y profesor, Manuel Mora y Araujo, sostenía que existen determinadas claves que permiten leer con bastante aproximación el peso que tiene en el imaginario de la sociedad lo que representa cada candidato.

En definitiva, hay algo más que lo numérico en el aserto propio de la democracia: vox populi, vox dei; y haciendo puente con la frase de Albert Einstein, al parecer, Dios no juega a los dados.

Pese a todo lo dicho, ¡sepa el pueblo votar!

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