El ideario de Javier Milei: La exaltación de lo individual, en lugar del «hombre nuevo»

1983

Génesis

Serían las 9 de una mañana otoñal, el sol todavía no entibiaba el aula de la Facultad de Derecho cuyos ventanales daban a las vías del tren que sale de Retiro. El joven profesor, pinta de yuppie, saca un cuaderno y un par de libros del maletín. Saluda, y cuenta que -como casi siempre- llega a la clase sobre la hora, después de haber jugado una hora de tenis.

– El liberalismo es una doctrina que defiende la libertad unívoca (política y económica) y la propiedad como extensión de la persona, así como el pleno ejercicio de los derechos siempre que no se afecte a terceros. No es una ideología, es una forma de vida.

Palabras más o menos, así arrancó el curso de economía política con un auditorio compuesto sobre todo por un público recién salido de la adolescencia.

El mensaje era que nada se interpone a los deseos personales, ni el Estado, ni sindicatos, ni organizaciones de ningún tipo. Y abordaba a la economía no como un enjambre de números y estadísticas, sino a modo de praxeología, es decir, la comprensión de la acción humana (termino caro a Von Mises) como elecciones o preferencias individuales.

Vienen a la memoria de quien escribe, la imagen y los conceptos de aquel adjunto de Alberto Benegas Lynch (a quien el inminente presidente argentino; Javier Milei califica de «prócer de las ideas de la libertad») durante el primer año de la carrera de abogacía.

La idea de poder desplegar las fuerzas creativas sin límites, es algo potente sobre todo cuando uno es joven.

¿Y que pasa con quienes carecen de todo?, ¿y con el empleado que no tiene un gremio que lo defienda?, lanzó desafiante un alumno rubio de barba espesa, que se autoproclamaba militante del MAS. Entonces el profesor, adherente a la escuela austríaca, recurría al relato de Robin Hood en la isla desprovisto de todo, y a como perjudicó a los trabajadores el modelo de Mussolini adoptado por Perón.

Era la Argentina una sociedad con todavía una importante clase media y un nivel de pobreza mucho menor que el actual, que prometía un resurgimiento después de tantos años oscuros, el discurso liberal presentaba un universo colorido, en contraste con el mundo gris de los entonces totalitarios países comunistas. En contrapartida, estaba el lastre que se le adjudicaba al liberalismo de no haber sido crítico con la última dictadura militar y de la política económica de Martínez de Hoz.

Otra contra era la presencia en ese segmento (de centro derecha) de dirigentes muy conservadores, cuando el país se estaba sacando el lastre de la represión cultural.

Empero, el liberalismo económico conseguiría muchos adeptos en esos tiempos a nivel universitario, al punto que Unión para la Apertura Universitaria (UPAU) tendría fuerte presencia en los centros de estudiantes (aunque Franja Morada, brazo universitario de la UCR seguía siendo líder), pero en la sociedad, las ideas libertarias eran minoritarias, vistas como utópicas (sobre todo por su defensa del Estado mínimo), y sus mismos difusores reconocían que el objetivo de máxima era «correr el eje del debate», «controlar al poder».

A medidos de los 80, crecimiento del liberalismo, en los 90 quedará absorbido por el peronismo.

De todos modos, en la llamada primavera alfonsinista parecía predominar en la juventud cierta afinidad con la socialdemocracia, apertura en cuestiones sociales (como la defensa de una ley de divorcio vincular), con énfasis en los juicios a las juntas militares, y que en política buscaba mostrarse distante tanto de EEUU como de los países comunistas, con una ligera inclinación a la izquierda, como se evidenciaba en el apoyo al sandinismo en Nicaragua (que valga aclararlo no había degenerado en despotismo). La ley de obediencia debida y la hiperinflación, debilitaron por izquierda y derecha el apoyo hacia el radicalismo.

Desde movimientos progresistas, se hacía una reivindicación de lo colectivo, con una visión romántica del Che Guevara y su idea del «hombre nuevo» (el ser humano en función de la revolución), y reminiscencias al mayo francés del 68, un movimiento anárquico que unió a estudiantes y movimientos obreros contra el establishment político. En ese línea de ideas podríamos ubicar a Eduardo Galeano con antecedentes en José Carlos Mariategui como exponentes en latinoamérica.

Diversas corrientes, desde movimientos políticos, estudiantiles y artísticos, abogaban a modo de protesta o mediante plataformas electorales por un país más igualitario que achicara las brechas sociales; en el caso de los partidos estaban los que proponían hacerlo de manera violenta, o democrática. Entre estos últimos tuvo su momento de auge el Partido Intransigente conducido por Oscar Alende que terminaría diluyéndose en el justicialismo.

A fines de los 80 habría un veranito para las ideas liberales, paradójicamente de la mano de Alvaro Alsogaray quien hacía un par de décadas había convocado a pasar el invierno

Con el eclipse del alfonsinismo, -más como reconocimiento de las circunstancias que por convicción- vendría un intento de avanzada sobre las empresas públicas protagonizado por el ministro Rodolfo Terragno, pero ya no habría tiempo y sería el menemismo el que luego se engulliría a la UCD dejando al liberalismo en manos del peronismo.

Con la convertibilidad y la privatización el estatismo parecía ser parte del pasado; pero en diciembre de 2001 vino la debacle, que muchos achacaron esta vez al neoliberalismo.

La Cámpora muestra todo lo que tiene en un sábado de supermilitancia

2003

Los «pibes para la liberación«

Con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno se genera todo un dispositivo comunicacional y del sistema educativo al servicio del poder.

En las carreras de Ciencias Sociales, Ciencias Políticas y Periodismo- se difunde la ideología de los medios hegemónicos.

La Cámpora es el instrumento para desde sus usinas reivindicar los movimientos revolucionarios de los 70; se anulan los indultos a los militares y las leyes de obediencia debida; en materia penal es casi doctrina oficial el abolicionismo de Raúl Zaffaroni. Los observadores dan cuenta de un entusiasmo recreado en la juventud por la política, después del que se vayan todos. Desde el discurso oficial se exalta el desendeudamiento con el FMI y la lucha contra el «capital concentrado».

El cristinismo agudiza las contradicciones. Impulsa una ley de medios, convoca a denostar periodistas críticos, e intenta una «reforma del judicial» a la medida del oficialismo.

Con el tiempo casi todas aquellas banderas quedarán devaluadas. La Cámpora -como sostiene Jorge Asis– pronto se constituiría en una «agencia de colocaciones» en puestos públicos, la doctrina Zaffaroni terminaría con Sergio Berni a cargo del ministerio de Seguridad bonaerense del gobernador Axel Kicillof; la ley de medios y la reforma judicial caerán en saco roto, la lectura unilateral de la historia prescindiendo de las víctimas civiles del terrorismo, la alianza con países anti occidentales, los casos de corrupción y una inflación desbocada, derivarían en una especie de contraola.

El grado de agotamiento y de desilusión, llevaría a muchos jóvenes hacia la antipolítica, o incluso a virar hacia tendencias contrarias a aquellas en las que habían creído.

El candidato presidencial del partido ultraderechista La Libertad Avanza, Javier Milei.
Javier Milei (foto El Espectador)

2023: La «revancha» liberal

En el corsi et recorsi de la política, el liberalismo está a las puertas de una nueva oportunidad, aunque esta vez se trate de la primera experiencia cercana a lo que Raymond Aron denominaba liberismo, o en palabras del propio Milei, del libertarianismo.

Si bien los autores más citados por el flamante presidente argentino fueron Murray Rothbard, Von Mises y Friedrich Hayek; el empoderamiento del Yo, el convertir a cada uno de sus adherentes en leones, el hacer a cada uno responsable de su destino, poner al éxito personal (suministrar bienes y servicios al mejor precio) como vara de la prosperidad y la caracterízación del Estado como enemigo, tiene su basamento ideológico en Ayn Rand, y uno de sus discípulos Nathaniel Branden (ambos firmantes del compilados de textos bajo el título La Virtud del Egoísmo)

Desde hace tiempo, antes del fenómeno Milei, alcanzaron una difusión importante libros de Rand como La Rebelión de Atlas, o la novela El Manantial.

Ayn Rand, autora muy influyente en los libertarios

La autora (1905/82) nacida en Rusia, pero que escapó del comunismo hacia Estados Unidos, generó una escuela de pensamiento basada en el objetivismo,que promueve el individualismo, el capitalismo y el egoísmo racional como fuente de la felicidad, enfrentado al socialismo, y considerando al Estado una especie de parásito social.

Hay una especie de endiosamiento del mercado y una consideración del hombre de un lado como generador de riqueza, y del otro de consumidor como «rey».

El personaje central en la obra de Rand, es el héroe que lucha por sus convicciones o principios, en contra de los mandatos sociales (en El Manantial un arquitecto lucha contra los convencionalismos en su profesión y prefiere trabajar en una cantera que ceder en sus principios); en tanto Branden subraya la autonomía y la responsabilidad del individuo por sus decisiones.

«El individuo vive para sí mismo, no se sacrifica por los demás, ni sacrifica a los demás en su beneplácito» sostienen Rand y Branden.

¿En que se verifica la adhesión que de manera consciente o no alcanzaron este tipo de consignas en la Argentina?

Por ejemplo, en el rechazo de mucha gente a la burocracia, a la agobiante carga impositiva, a la solidaridad difusa a través de mecanismos de asistencia manejados por intermediarios. en el rechazo a los aportes forzosos hacia sindicatos o al aparato político, a los privilegios discrecionales… Quizá fue el hartazgo con lo anterior lo que llevó a tanta gente a la otra orilla.

Es frecuente escuchar a conductores de empresas de aplicaciones, o repartidores de mercaderías o alimentos, aludir al sentimiento de libertad que para ellos significa salirse de la maraña de regulaciones.

Ese sector de la economía, así como quienes se sienten al margen del estado, fueron parte fundamental del voto a candidato libertario.

Se le objetan a estas ideas cierto darwinismo, ¿qué pasa con los perdedores en la jungla de la competencia?, ¿existe siempre la posibilidad de recuperarse y volver al ruedo?

Como todo corpus de ideas, quienes las enuncian las plantean como un rumbo a seguir. Milei adelantó que quedará abierto el grifo de la cartera de Capital Humano para cuestiones de asistencia; y se difundieron aspectos del organigrama con la estructuras para el funcionamiento del gobierno con un número de ministerios acotado. Asimismo a medida que pasan los días se observa en el primer mandatario una dosis no menor de pragmatismo.

Quizá el libertario principista siga detrás de su utopía de un estado ultramínimo, sosteniendo una proclama como aquella del mayo francés: «Seamos realistas, pidamos lo imposible», pero de signo ideológico inverso.

C.R

(Ilustración de tapa: Diario Clarín, Mariano Viar)

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