Parodia sobre el impuesto a las ganancias, en una película argentina de los años 60

La comedia Escala Músical (protagonizada entre otros por Maurice Jouvet, Nathan Pinzón, Osvaldo Miranda, Beatríz Taibo, Luis Brandoni y Juan Carlos Calabró) abordaba con ironía la contradicción que afligía a un empresario, a quien cuanto mejor le iba con la ventas, más dinero perdía.

El tema se plantea casi desde el inicio de la trama: el dueño de una frutícola le pide a su «mano derecha» en la compañía que pierda plata, porque por el impuesto a los réditos «cuanto más vende, peor le va».

Su dependiente contrata, para un programa de radio que auspicia la empresa, a un grupo de músicos a los que considera malos para así «espantar» a la audiencia, pero la paradoja es que resultarán un éxito, entonces el jefe despide a aquel que se convierte en productor del conjunto: «La economía es algo complicado, ni yo mismo la entiendo», le dirá más adelante a los artistas.

Si bien en las reseñas de la época pasó desapercibido nuestro enfoque (el cronista del diario La Prensa, sostenía: ”El argumento no existe. Es apenas un breve pretexto inicial para que el conjunto de cantantes nueva oleros…»); sin duda, tanto el guionista de esta película estrenada en 1968, Emilio Welsh Villalba como su productor, Leo Fleider, consideraron poner en vidriera -aún desde la comicidad- la cuestión del agobio empresario frente a la carga impositiva.

Apenas una digresión histórica: El impuesto a las ganancias nació como gravamen transitorio por un decreto del dictador José Felix Uriburu; en el gobierno democrático siguiente fue sancionado por el Congreso Nacional como impuesto a los réditos por el término de tres años; y a fines de 1934 -estando todavía en la presidencia Agustín P Justo– no solo se consolidó, sino que se estableció que lo recaude el gobierno nacional y lo coparticipe con las provincias (puede encontrarse un análisis crítico del diseño de dicho tributo en Meir Zylberberg); ya en diciembre de 1973 -durante el gobierno de Juan Perón- pasó a denominarse impuesto a las ganancias, alcanzando también a las personas en relación de dependencia (mediante la creación de la llamada cuarta categoría). Actualmente, expertos en política fiscal desaconsejan prescindir de esa herramienta en los casos de elevados ingresos; lo cierto es que hay sectores privilegiados exentos; y a la vez, un enjambre de impuestos que se fueron acumulando a lo largo del tiempo.

De nuevo al film

«Tengo malas noticias que dar a los señores accionistas. En este ejercicio hemos vuelto a ganar veinte millones de pesos… Comprendo perfectamente que esto no les guste. Si seguimos aumentando nuestras ganancias, es la ruina. Cuanto más ganamos, más impuestos a los réditos pagamos…», señala el personaje interpretado por Nathan Pinzón.

Ante los gestos de incredulidad y onomatopeyas de los presentes en la convocatoria, el empresario que encabeza la reunión, insiste: «Si llegamos a ganar un solo millón de pesos más, quedamos en la ruina, ya le previne Sr. Vázquez (le dice a Maurice Jouvet), ¿no lo puede entender?…Y continúa: «Si ganamos 10 millones, pagamos 40 por ciento de impuestos, nos quedan 6 millones; si ganamos 15 millones, pagaremos el 50 %, nos quedan 7 millones y medio; pero si ganamos más de 15 pagamos el 70 por ciento; o sea que perdemos plata», advierte el ejecutivo elevando el tono de voz, con un cigarro en la mano.

«Parece que cuando las cosas andan bien, andan mal; para ganar mucho dinero hay que ganar poco», insiste el director de la firma envasadora de frutas.

«Entonces nos plantamos en siete y medio«, le responde bromeando su interlocutor, y le propone hacer publicidad.

Pero el jefe lo corta con tono imperioso: «Haga publicidad en todos lados (cines, televisión, radio), pero publicidad que no venda, que nos desprestigie, nos hunda...O nuestras ventas bajan o queda usted despedido«.

Martínez (Jouvet) de regreso a la oficina, descubre -a través de su secretaria (Beatríz Taibo)- a un conjunto musical, al cual representa Osvaldo Miranda…Y ahí viene otro toque paródico, Martínez los contrata convenciéndose de que son un desastre. «Sí son buenos me echan», le dice a Miranda, que no interpreta que se le quiere decir, la cuestión es que la audiencia aumenta, comienzan a llegar cartas de admiradoras, y como si fuera un boomerang: el grupo tiene éxito en radio Excelsior, las ventas merced a la publicidad crecen, entonces el empleado es despedido y tras arrepentirse de no haber confiado en ellos se convierte en un empresario musical que apuesta a ese grupo, cuyos integrantes siguen sin entender porque los contrataron si los consideraban malos

-Ustedes no lo van a entender, la economía es algo muy complicado, ni yo mismo la entiendo, ataja Vázquez.

Jouvet y Calabró

Además de los actores mencionados, figuran entre los cantantes Jonny Tedesco y un muy joven Raúl Lavié.

Lo que tiene de comedia musical el film, parece de alguna manera inspirado en el éxito de El Club del Clan, incluso Calabró que hace de cafetero en una radio, le pide al personaje de Miranda sumarse a la actuación, como si estuviera evocando los comienzos de Palito Ortega.

La película tomada de You Tube

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