Lecturas del acercamiento de la vicepresidenta a Isabel Perón: ¿Contracara de los homenajes de los Milei a Carlos Menem?, ¿reivindicación de la represión ordenada en democracia para justificar el accionar militar?, ¿acercamiento al justicialismo tradicional? ¿o gesto contra Patricia Bullrich? El rechazo del presidente Javier Milei, una nueva señal de las diferencias ideológicas en la cumbre del Ejecutivo.
Las miradas de la periodista Norma Morandini, el ex senador Eduardo Menem y del titular del Archivo General de la Nación, Emilio Perina
La visita de la vicepresidenta Victoria Villarruel a Isabelita en Madrid, y el busto que instaló en el Senado en homenaje de la misma, están en línea con una ideología de derecha que reivindica a la ortodoxia peronista (sobre todo política y sindical) que se enfrentó a los sectores de izquierda de ese movimiento, durante el gobierno de Juan Domingo Perón e Isabel Perón, tras el breve mandato de Héctor J Cámpora.
Se trató de una movida riesgosa de Villaruel, dado que la imagen de Isabel Perón está asociada a la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), cuerpo parapolicial manejado por el ministro de Bienestar Social, José López Rega, que si bien era consejero de Juan Perón, una vez fallecido éste fue tomando cada vez más influencia sobre Isabel, a cargo del Ejecutivo entre julio de 1974 (tras la muerte del líder) y el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Al elegir unirse simbólicamente a Isabel, Villarruel se puso en las antípodas de Cristina Kirchner, pero también se diferenció de Milei, quien reivindican a Carlos Menem. Justicialismo a full.

Congeturas
La periodista Norma Morandini encuentra la explicación a éste posicionamiento de Villarruel, en el afán de «retrotraer el decreto de aniquilar a la subversión, por el que se condenó a los represores» (en 1975, Isabel firmó uno de los decretos, Italo Luder los otros dos) que habilitaban a aniquilar el «accionar subversivo».
En esa interpretación, los militares habían cumplido la orden de reprimir dada durante un gobierno democrático, desbordado por los movimientos guerrilleros.
Hay, de alguna manera, un hilo conductor entre esta movida de Villarruel y los legisladores afines ideológicamente a ella, que hace unos meses visitaron a condenados por delitos de lesa humanidad como Alfredo Astiz y Raúl Guglielminetti.
Por otra parte, según trascendió, el busto con la esfingie de Isabel era propiedad de Ricardo Iorio, un rockero fallecido, que era conocido por su militancia antisemita, amigo de la actual vicepresidenta.
Villarruel presentó el busto en la Cámara alta acompañada de su asesora, la ex diputada nacional, Claudia Rucci cuyo padre, José Ignacio Rucci (asesinado por Montoneros apenas asumido Juan Perón su tercera presidencia) era jefe de la CGT y representaba la ortodoxia peronista que rivalizaba con la izquierda gremial, expresada por ejemplo en Agustín Tosco.
Yendo a una lectura política más actual, Villarruel -que diera señales de manejar su propia agenda- ha recibido elogios de dirigentes peronistas -como Guillermo Moreno o Sergio Berni quien expresara: “A Villarruel la quiero en mi equipo porque veo una peronista, una persona con una impronta nacionalista, que es de lo que éste gobierno tiene una carencia absoluta”.
Hay en el conurbano un peronismo tradicional (de lo que fue el duhaldismo, el Modin de Aldo Rico, e incluso el massismo) que discursivamente podría compartir ese espacio, pero que está a la expectativa de insertarse en La Libertad Avanza -sin distingo en ese caso entre Mieli y su vice- para como dice Jorge Asis,»poder» mojar la media luna» de los recursos públicos.
Finalmente, una lectura obsesiva del asunto podría alcanzar a la disputa que tiene Villarruel respecto a la ministra de Defensa, Patricia Bullrich (cargo que en principio pretendía la vicejefa del Ejecutivo)
Bullrich, quien perteneció a la organización Montoneros, señaló que Villarruel «maneja una agenda propia».

Confrontación e indulgencias
Durante el acto del pasado 9 de julio, Rosendo Fraga hacía referencia a las peculiaridad de una alanza liberal- nacionalista, con enfoques ideológicos y visiones históricas diferentes, más allá de la común aversión hacia la izquierda.
Ayer, el presidente Javier Milei -en diálogo con Franco Merculiari de TN- dijo sobre la actitud de Villaruel: «Yo no lo hubiera hecho, el caso de María Estela Martínez de Perón no realza a las mujeres, todo lo contrario; no creo que haya llegado a ese lugar por sus méritos intelectuales o profesionales; un gobierno de esas características que derivó en el Rodrigazo … no es razonable hacer una reivindicación de quien creó la Triple, durante su gobierno se firmó el decreto de aniquilamiento cuando las fuerzas armadas y de seguridad venían combatiendo a la guerrilla desde el año 69 con otros fundamentos, pero no somos manada, ella tiene una visión de las cosas que yo no comparto, si quiere poner un busto de Isabel Perón en el senado, es su casa; en la mía no lo va a encontrar«.
En tanto, el ex senador Eduardo Menem en La Mirada -programa conducido por Roberto García-, sostuvo sobre la cuestión: «No hay que darle mayor importancia (al tema). Isabel fue vicepresidente de Perón, hizo un mal gobierno, cuando dicen que ella creó la Triple A, ella no hizo nada si no manejaba nada, estaba López Rega y los otros, no tenía carácter, ni entidad para imponer esas conductas«
Por su parte, el de nuevamente titular del Archivo General de la Nacion, Emilio Perina -durante el programa Somos Nosotros, conducido por Willy Kohan–, se mostró indulgente con Isabelita indicando que su figura tiene rasgos de dignidad. «Cuando dejó de ser presidenta, pasó 5 años de detención, sin proceso, soportando malos tratos y un intento de violación; el primero que la reivindicó fue Raúl Alfonsin que la invitó al acto de asunción, Isabel vino en el 84 a defender la causa del Beagle, durante el Proceso militar fue invitada por la delegación de la Comisión de Derechos Humanos y concurrió mientras muchos radicales se borraron.. Isabel estuvo en un cargo para el que no estaba preparada, no quiso llegar a donde llegó, fue un soldado de Perón«.
Toque final: Más allá de los diversos puntos de vista, existe en el fondo una contradicción o insuficiencia en la postura de Villarruel, pues si se busca rescatar el recuerdo de todas las víctimas civiles de los años aciagos, y no las de un «solo lado» (como sostiene la vicepresidenta, en parte con razón, que ocurrió durante el kirchnerismo); los civiles muertos y perseguidos por la triple A, no pueden estar ajenos a esa memoria.
