Cuando se sostiene que la etapa de gobierno menemista fue una era conservadora, habría que matizar.
Es cierto que la imagen del ex presidente Menem quedó asociada a la ortodoxia económica y al establishment político; pero hay varios aspectos de la era Menem que le pondrían los pelos de punta a los predicadores de la nueva derecha, e incluso a liberales contrarios a las protecciones sectoriales, o de determinados colectivos.
La politóloga María Victoria Murillo escribió una nota interesante sobre lo que denomina “derechos incrementales” (hay quienes los denominan “derechos civiles”), y enumera varios casos en que los mismos se ampliaron, durante las administraciones de Carlos Menem (1989-99).
Al respecto, cita algunos ejemplos.
En la primera presidencia de Menem, precisamente en 1994, se estableció la creación del Instituto Nacional contra la discriminación y el racismo (INADI), organismo cuyo cierre anunció el vocero presidencial Manuel Adorni el pasado agosto.
En 1991, Menem había promulgado la ley de cuota femenina en el Congreso (prescribía que al menos el 30 % de las listas para legisladores nacionales debía ser ocupado por mujeres) . La regla se aplicó poco después en Diputados, y desde 1995 en el Senado (desde 2017, es decir durante la gestión de Mauricio Macri, se aplica la ley de paridad de género).

También por ley, se exigió a las obras sociales la cobertura obligatoria para los tratamientos de VIH (SIDA), así como se dictaron normas sobre salud reproductiva y de educación sexual en los colegios.
Por otra parte, si bien es cierto que Menem indultó a las cúpulas militares y guerrilleras, al mismo tiempo, el proceso de reforma constitucional permitió la incorporación de tratados internacionales a la nueva carta magna aprobada en 1994, lo cual sería clave para la reapertura de los juicios por Derechos humanos que a posteriori llevó a cabo el kirchnerismo, y sobre todo para dictar sentencia por delitos de lesa humanidad (figura que no estaba incluida en el derecho interno).
En realidad, lo que sostiene Murillo (en el citado trabajo que abarca hasta la gestión de Macri, inclusive) es que los derechos incrementales de fueron ampliando desde el retorno a la democracia -con el gobierno de Raúl Alfonsín-; a veces de manera más intensa, otras más gradual.

Colimba y homosexualidad
Hay otros temas que se podrían añadir, como la abolición del servicio militar obligatorio, que tal como estaba estructurado era más un suministro al servicio de los mandos de las Fuerzas Armadas que de utilidad para la defensa nacional. Suele sostenerse que la extinción de la llamada Colimba (corre, limpia y barre) tuvo relación directa con el caso Carrasco, pero si bien la muerte del conscripto en Neuquén estremeció a la opinión pública, no es menos cierto que había antecedentes de jóvenes torturados o fallecidos durante el servicio militar. Sin duda, hubo una decisión política de Menem al respecto.
Un dato interesante tiene que ver con el reconocimiento de la personería jurídica a la CHA (Comunidad Homosexual Argentina).
El entonces director de la IGJ (Inspección General de Justicia), González Arzac, había dictaminado en su contra; poco después, Menem viajó a Nueva York donde recibió el reclamo de un estudiante en la Universidad de Columbia. El entonces jefe de Estado argentino se mostró sorprendido, y en el programa Hora Clave conducido por Mariano Grondona (ver abajo la parte final) el político riojano hacía el relato de aquel episodio.
El paso siguiente de Menem fue ordenar el desplazamiento de González Arzac, tras lo cual la IGJ aceptó la personería de esa entidad que entonces conducía Rafael Freda.
Aunque sea obvio, cabe aclarar que los puntos mencionados no están relacionados con la materia económica, en lo que si existió un vuelco total respecto a la tradición peronista, con la puesta en marcha de la convertibilidad, las privatizaciones y algunas desregulaciones que se llevaron a cabo, lo mismo aplica al giro en política internacional.
Es cierto que en cuestiones de los llamados derechos civiles, sobre todo a partir de la “mayoría automática” de la Corte Suprema, hubo en ese periodo una inclinación hacia posiciones conservadoras (como la punición del consumo de drogas); pero, como vimos, a la vez hubo una combinación con políticas más identificadas con el progresismo, ello seguramente tuvo que ver con que en el Congreso había también una vertiente del justicialismo más cercana al progresismo que hacía causa común en algunos temas con el radicalismo (como la mencionada ley de cupos).
O quizá, ese vaivén, haya ocurrido porque para Menem lo principal era el ejercicio del poder, con el pragmatismo como bandera.
