Que el frenteamplista Yamandú Orsi emergiera como presidente electo del Uruguay en el ballotage, con diferencia de cuatro puntos por sobre Alvaro Delgado de la Coalición Republicana, tiene varias lecturas complementarias.

Por un lado, continúa la tendencia postpademia de los electorados de votar oposición (con las excepciones de México, Paraguay y El Salvador, aunque en los últimos dos casos la oposición es casi inexistente).

En Uruguay el movimiento del péndulo no fue tan intenso, la victoria de Orsi fue clara (49,8 % a 45,9%), pero no tan holgada como para interpretar que la sociedad busca un giró brusco.

El presidente saliente, Luis Lacalle Pou, llega a la parte final de su mandato con una importante imagen positiva (51 % aproximadamente), popularidad que -de acuerdo a algunos analistas- no pudo canalizar su delfín, Alvaro Delgado. «Quizá el candidato de la Coalición se quedó en destacar los logros de la gestión de Lacalle (de la cual participó como secretario de la Presidencia) y no ofreció una agenda convincente de futuro», consideró el analista, Adolfo Garcé.

Sin embargo, existe una sensación ambigua sobre la administración Lacalle. Por un lado, ayer escuchando en los festejos de simpatizantes del Frente Amplio, se referían con respeto al actual mandatario, pero a la vez se señalaban un par de casos de corrupción (de los cuales no se acusa a Lacalle, aunque se le endilga una reacción lenta) que habrían tenido peso en la votación.

Otro factor que quedó bajo la lupa en la derrota de Delgado, fue la designación de Valeria Ripoll (gremialista combativa que se marchó «desilusionada» del Frente Amplio) como compañera de fórmula (había quienes postulaban como vice a la economista Laura Raffo quien había perdido por mucho la interna con Delgado, pero con pertenencia al Partido Nacional). «Fue una apuesta arriesgada que salió mal«, señaló Garcé.

Con el correr de los días, se podrá estudiar más a fondo el voto cruzado, es decir de quienes no votaron al Frente Amplio en primera vuelta, y si lo hicieron en el ballotage revirtiendo la diferencia que en octubre había sacado la Coalición Republicana. Lo que se conoce con certeza es que el FA tuvo un notable crecimiento en el interior, en distritos que son tradicionalmente blancos, o colorados.

Por el lado del ganador, -siguiendo al columnista del diario El País de Uruguay, Martin Tocar– Orsi impuso su perfil dialoguista con un bajo nivel de rechazo y altos niveles de aprobación a su gestión departamental (como intendente de Canelones), además de sintonizar con sectores del interior y no solo el área metropolitana (N de la R: en Montevideo el Frente Amplio es prácticamente hegemónico). A lo largo de su conservadora campaña electoral —en la que evitó exponerse o arriesgar—, lo trataron de “tibio”.. pero al final del día, parece haber conectado mejor que los demás con el alma y las demandas del electorado, y logró que esa imagen del “Frente Amplio radicalizado” o “dominado por el MPP” —con la que insistió la coalición— no calara ni fuera un obstáculo para lograr la confianza de la mayoría.

¿Porqué moderado?

Esta última consideración del colega, hace a un aspecto central de la propuesta de Orsi: la moderación, para lo cual se pueden destacar dos puntos:

-El anuncio adelantado por Orsi durante la campaña que su ministro de Economía será Gabriel Oddone, economista conocido por sostener que las reformas deben realizarse con una macroeconomía ordenada y equilibrio fiscal. – Otro detalle no menor es que Orsi formó parte de los dirigentes que se opusieron a la reforma previsional (que fue rechazada en el plebiscito realizado en octubre pasado) consistente en terminar con los fondos de pensión y llevar la jubilación a 60 años). Aunque dijo que se debe escuchar a quienes votaron por el sí, quedó evidenciado que no se inclinaría por un cambio tan drástico, casi imposible de financiar.

En cuestión de práctica de gobierno, si bien tendrá mayoría en el senado y podría conseguirla sin dificultad en diputados, el politólogo Oscar Botinelli indicó que a diferencia de Lacalle -que se cerró en la Coalición-, Orsi hará una política de acuerdos.

Orsi, discípulo de Pepe Mujica (quien pese a su delicado estado de salud participó con su mensaje de apoyo al candidato del Frente primero en la interna y luego en la nacional, lo cual puede haber sido otro elemento que influyó en el resultado), tendrá grandes desafíos, los principales: altos índices de inseguridad, los establecimientos carcelarios en muy mal estado, pobreza infantil, elevado costo de vida y bajo crecimiento del PBI.

Tendido de puentes

Fiel a su estilo; Orsi ofreció un discurso de apertura. Tras subrayar que cada uno tiene sus ideas, ponderó la importancia del debate en la democracia, manifestando su orgullo por lo vivo que está el sistema en su país. «Yo a partir de mañana quiero ser presidente de todos los uruguayos. Los que me votaron hoy y los que no me votaron”, dijo Orsi en su discurso de celebración.

El discurso de Delgado ayer por la noche, reconociendo la derrota, fue emotivo: » Hoy la gente, los uruguayos definieron quién va a ejercer la presidencia de la república. Quiero mandar un fuerte abrazo y un saludo para Yamandú Orsi y para el Frente Amplio”, afirmó Delgado. “Hoy Orsi tiene la llave, la posibilidad de buscar y encontrar los acuerdos nacionales. Pero sepan que acá va a haber una suma de partidos que vino para quedarse. Los dueños de la coalición son la gente, que la vivió y la militó en todo el país. Si necesita una mano en pos del país, le damos las dos”, concluyó Delgado.

C.R

Si bien hubo quienes consideraron tibio el comunicado de la Cancillería Argentina, fuentes del gobierno destacaron que «la izquierda uruguaya nada tiene que ver, por ejemplo, con la de Venezuela de (Nicolás) Maduro«.