Para Javier Cercas, el Papa en cierta manera fue «un revolucionario»; «la iglesia no volverá a ser la misma, después de Francisco», afirmó Francesca Ambrogetti
Apenas trascendió el nombre que Jorge Bergoglio eligió para su pontificado, Francisco I, inspirado en el simpático Francisco de Asís -amante de la naturaleza y los animales– para muchos resultó una buena señal, quizá a contramano de un mundo deshumanizado. El interrogante era si podría imponer su sello.
«El papa Francisco es un pastor que no delega decisiones, van a ver», le dijo a quien esto escribe la vaticanista, Francesca Ambrogetti en marzo de 2013, sobre el entonces flamante jefe de la Santa Sede.
Ambrogetti, nacida en Roma, escribió dos libros junto a su colega argentino Sergio Rubín; el primero en 2010 titulado El Jesuita basado en la personalidad de Bergoglio (a quien conocieron en los años en que fue arzobispo de Buenos Aires), y luego El Pastor, en 2023; es decir, al cumplirse los diez años del papado de Francisco. «El (por Francisco) siempre se asumió como pastor, no como administrador» sostuvo Francesca.
La periodista italiana -que concedió varias entrevistas las últimas semanas- observó de movida ciertas reminiscencias a Juan XXIII en la figura de Francisco, por haber sido el primero en salir de los muros del Vaticano e impulsor del ecuménico Concilio Vaticano II. El contacto con las diversas confesiones fue algo habitual para Bergoglio que vivió varios años en Flores, un barrio porteño en el cual conviven personas de diferentes credos. Acerca de su rechazo al elitismo, ayer en un diálogo radial Ambrogetti agregó como dato de color que cuando Bergoglio tenía 18 años «roció a un tío con un sifón por hablar mal de los ‘cabecitas negras».
Ahora bien, ¿qué legado deja Francisco? «La austeridad es uno de ellos -puntualizaba ayer Francesca- le dio un protagonismo algo mayor a la mujer en la Iglesia, otra cuestión fue la lucha por la transparencia de las finanzas en El Vaticano y contra la pederastia. En algunos temas no buscó cambios rápidos, en el fondo era un estratega«.
El prestigioso escritor español, Javier Cercas, enfoca así tal prudencia del Papa- «En cierta manera fue un revolucionario al intentar una vuelta a los orígenes del cristianismo, pero si hubiese hecho lo que quería, se hubiera enfrentado a un cisma».
El autor de Anatomía de un instante, continuó diciendo: «El Papa llevó a la iglesia por donde tiene que ir, la dirección que ha tomado con todas sus insuficiencias es la correcta… Quizá pudo cambiar más cosas, pero la Iglesia es una organización vertical».
Cercas, quien se asume como ateo y anticlerical, atravesó una experiencia inédita al responder a una invitación de El Vaticano. Escribir sobre el viaje del Papa a Mongolia, en 2023, lo cual quedó reflejado en un libro titulado El loco de Dios en el fin del mundo.
El viaje, aclaró Cercas, no le hizo perder su visión negativa sobre algunas cuestiones de la evolución de la iglesia. «Los dos enemigos de Bergoglio fueron el clericalismo, la idea de que el clérigo es superior a los feligreses: la otra el constantinismo, la asociación entre la iglesia y el poder, esto es letal, porque el cristianismo es subversivo o no es».
«En cuestiones morales -agregó Cercas sobre Francisco- estaba más cerca de la derecha que de la izquierda, pero por otra parte, es un radical del Evangelio que pone a los pobres en primer lugar».
El ganador del premio Planeta y miembro de la Academia Española de Letras, considera que el papa tenía un proyecto para la iglesia que puso en vigor, pero por otra parte «ambicionaba el poder» dentro de la institución eclesiástica, lo que en otros planos lo llevó a cometer errores de apreciación (pone como ejemplo su postura sobre la guerra tras la invasión de Rusia a Ucrania).
Certezas e interrogantes
Más allá de ambos enfoques, una observación en la que muchos han coincidido, es en el cambio de semblante de Bergoglio una vez elegido Papa, notablemente más descontracturado que en la Argentina, como disfrutando de su posición de referente universal, y aún con los numerosos conflictos desatados en el mundo, alejado de las crispaciones locales. En este artículo se excluye el «capítulo argentino»(como las relaciones del papa con los respectivos gobernantes argentinos que da para un libro aparte).
Sus gestos en relación a los inmigrantes que llegaban a las costas de Lampedusa, y su actitud abierta bajo el paraguas de la frase ¿quién soy yo para juzgar? sobre elecciones individuales condenadas por la iglesia. En lo social, el autor de El loco de Dios dijo que lo actuado por Francisco representó «volver al cristianismo de los pobres, de los que no tienen dónde caerse muertos. Nada que ver con el cristianismo del poder, de las riquezas o del clericalismo”.
¿Pero es posible o probable un cambio en la dirección del nuevo perfil de la Iglesia?
» Francisco ha elegido al 80 por ciento de los cardenales, no veo tan fácil un giro reaccionario o del clericalismo”, considera Cercas. «Esperemos que no. Francisco ha sido “el primer papa que se toma en serio el Vaticano II”
Francesca Ambroguetti concluyó con un aserto, seguramente compartido por Cercas: «La iglesia no va a ser la misma después de Francisco«.

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