Tal afirmación fue la respuesta del talentoso jugador -que deslumbró por sus condiciones desde muy joven- cuando le preguntamos si le gustaría que su hijo Benicio (que cumplió dos años y a quien lleva a los torneos) sea tenista. «Si quiere sí, pero no lo empujaría, es una decisión muy personal, convivir con las derrotas no es para todos…», o sea no es para cualquiera, aún cuando se esté dotado técnica y físicamente.
«De los sesenta o ciento y pico de tenistas que empiezan a disputar un campeonato cada semana uno solo gana el título», explicó Collarini en un mano a mano con éste cronista, tras participar del reciente Interclubes, representando en esta oportunidad a Racing Club (otros años jugó para GEBA y San Lorenzo de Almagro, equipos con los que fue campeón de esa competencia). Venía de ser finalista -el mes pasado- del challenger de Florianópolis.
Cuantas veces un jugador pierde en primera o segunda ronda y tiene que esperar hasta la semana siguiente para volver a competir, teniendo mientras que sostenerse económicamente si se trata de una gira y mantener la confianza.
Con 33 años (31/1/92) Colla vive una «segunda vida» como tenista; su esposa Delfina y su hijito lo acompañan a los torneos en nuestro país y en el exterior (estuvieron en el Abierto de Australia, Roland Garros y el USOpen) y él hasta ayuda a su pareja a cambiar los pañales. Claro que entretener al niño para que el padre se concentre entre los partidos es una tarea que suele asumir ella. Historias como que las que gusta contar este portal.


Andrea Collarini nació en New York (su padre Ricardo, quien lo apuntaló en la práctica del tenis, trabajaba en EEUU), pero muy chiquito vino a la Argentina donde se formó tenísticamente (empezó en el club porteño Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), después entrenó en Parque Norte conducido por Fabián Blengino y en la Escuela Nacional de Tenis cuando estaba al frente de la misma Gustavo Luza) muy pronto pasó a ser una promesa, cuando por ejemplo ganó su primer punto ATP a los 15 años , obtuvo varios títulos juveniles nacionales e internacionales y alcanzó la final de Roland Garros Juniors en 2010 (cedió ante el correntino Agustìn Velotti en una definición albiceleste en la capital de Francia).
Además, Collarini llamó la atención por sus condiciones, su juego moderno, ofensivo con un drive invertido siendo zurdo y picante revés a dos manos.
Cabe aquí un recuerdo personal, cuando este cronista hizo la primera entrevista de tapa (con título incluìdo) de los tres años en que fue secretario de redacción de la revista Tenis Mañana. Por entonces, Colla había obtenido el mencionado logro (un punto para el ránking profesional a los 15 años, lo cual hasta ese momento había conseguido solo Rafael Nadal (también pudo hacerlo Richard Gasquet pero con unos meses más de edad que el argentino).

Luego ocurrió que entre 2010 y 2012, Collarini firmó un contrato con la USTA para representar a los Estados Unidos, para terminada esa etapa volvió a hacerlo por la Argentina.
¿Pudieron esos vaivenes haberlo perjudicado, o se sintió mentalmente presionado para lidiar con la altísima competencia?
De quienes entrenaban con él dentro de su camada (Diego Schwartzman, Agustìn Velotti, Facundo Arguello) el primero, el Peque, fue quien más llegó, hasta alcanzar el top ten, destaca Collarini, quien prefiere no bucear demasiado cuando le proponemos un balance sobre su propia carrera.
Difícil explicar como «el Puma» no pudo alcanzar los top 100 o conseguir un ATP, no obstante sí pudo levantar varios trofeos challenger; y disfruta prosiguiendo el viaje, ahora con la familia, navegando en su vocación, sin calcular cual será su último puerto. Si bien cierra 2025 como top 250 del mundo, siente que está como para dar otra vuelta de rosca en su carrera.
El mismo Collarini, reflexiona: «En la etapa de junior tenía proyección para más, pero mi carrera no terminó, sigo siendo tenista profesional, busco mejorar cada año . Y estoy seguro que lo mejor está por venir», sostiene con su temperamento tan especial. «Lo mejor…» uno presume tiene que ver en parte con resultados, pero sobre todo con seguir explorando en sus límites. Una forma de ser.

En el predio del Círculo de la Fuerza Aérea tras participar en este diciembre de los interclubes 2025, lo consultamos sobre si es linda la vida de tenista, nos dijo «depende como se siente uno cada día. soy responsable y tengo que entrenar, aún cuando a veces tenga algunos dolores, es mi trabajo».
-¿Lo mejor son los viajes?, prosiguió el diálogo.
-A veces uno tiene ganas de quedarse en la casa, pero ir a los Grand Slam con mi familia es lindìsimo. Al punto que cuando se le preguntó sobre sus mejores logros últimamente citó las dos partidos de la clasificación que superó en el último Roland Garros.
«Si no viajo con ellos me retiro», le dijo hace un tiempo al periodista Enrique Cano.
Ya verá que hace el papá cuando Benicio comience la escuela, pero para eso falta al menos tres años.
Aquel artículo que escribí para Tenis Mañana, arrancaba así: «La sonrisa en el rostro de Andrea Collarini, más que un estado de ánimo, parece reflejar su modo de sentir la vida».
Este mismo cronista, casi dos décadas después, comenzaría con las mismas palabras.






Aquí la parte principal de la entrevista en la que habla también acerca de sus amistades en el tenis:
