Las «polleras» que salvan el fin de año de Macri

Con una economía desplomada (salvo en pocos rubros) y escasos datos alentadores (como la relativa pax cambiaria); el gobierno busca recomponer su imagen a partir del tema seguridad y va ahuyentando los fantasmas del desenlace de un 2018 complicado. 


La sensación de descontrol callejero que dejaron los episodios alrededor del River- Boca -que tumbaron a un ministro porteño y llevaron el Superclásico a Europa-, pudo ser contrarrestada por cierto éxito obtenido en el G20 (más que nada en materia de tranquilidad pública).

En este cambiante escenario se montó Patricia Bullrich para profundizar su «bolsonarizado» discurso, sacudiendo un decreto que más allá de los esgrimidos reproches garantistas cuenta con indudable aprobación popular (aunque en gran proporción la gente no sepa bien de que se trata, todo lo que huela a endurecer el accionar de los efectivos de seguridad tiene en estos tiempos mala prensa y mucho apoyo). *

Paradójicamente, el propio ministro Germán Garavano tuvo palabras más contemplativas que su compañera de gabinete sobre el asunto: «Mano justa, no mano dura», atemperó.

El ejercicio real del poder, le otorga a Bullrich un plus sobre Sergio Massa o Miguel Pichetto, quienes desde la oposición se mueven -en la cuestión de la seguridad- en un andarivel ideológico muy similar.

Otras caras 
Pero no solo la seguridad tiene cara de mujer, otro rostro que salió a la palestra en estos días fue el de Carolina Stanley quien auguró un «diciembre tranquilo». Apuntalada por los fondos que tiene en sus manos, seguido de la buena relación que cultivó con los movimientos piqueteros (y que fue vital para «pacificar» las protestas del G 20) la ministra de Desarrollo Social fue otra de las espadas amarillas que por estos días salió a posicionarse.

Incluso, de acuerdo a algunas fuentes, se disparó una interna entre Stanley y Bullrich por el rol de ambas en la elección presidencial del inminente año.

Seguridad, fondos sociales… Y por si fuera poco, irrumpió el tema de los abusos y acosos sexuales que salieron a denunciar varias supuestas víctimas, con pico en el affaire Juan Darthes.

En esta última cuestión, en la que primeriaron actrices más vinculadas al kirchenrismo, la cara del oficialismo fue la de María Eugenia Vidal tomando postura en defensa de los derechos especialmente de las mujeres. Aunque se la suele asociar a un perfil conservador, la gobernadora rápida de reflejos se plantó en una posición feminista.

La reacción de las dos últimas funcionarias tuvo amplia cobertura mediática, curiosamente amplificadas en extensas entrevistas en Crónica TV, una pantalla generalmente al servicio de la oposición, aunque con espacios pagos de diversas tendencias.

La presencia de las tres damas-Pro «compensó» el desdibujamiento ¿voluntario? de Elisa Carrió durante los días del G-20.

Transitando una calle de General San Martín -territorio «caliente» del conurbano bonaerense- Enrique, remisero (64 años), en diálogo con este cronista lanzó una frase que bien podría ser un termómetro de la situación: «Creí que este mes iba a explotar todo, por suerte no ocurrió, porque con el quilombo los que más sufrimos somos «nosotros», los que tenemos algún rebusque y pudimos resistir en mi caso a tres asaltos…»

A falta de billetes, «bienvenida la seguridad»; para un sector de la provincia «indomable» el bono habilitado por Vidal le dio un poco de alivio.

Parece precario, lo cierto es que las mencionadas espadas femeninas de PRO lograron «encaminar» o «manejar» la agenda, como para permitirle al ala económica ganar tiempo y hasta especular -¡otra vez!- con una recuperación en 2019.

¿Fuegos artificiales de fin de año? Quizá, pero al gobierno le alcanzó para disipar los rumores del incendio.

C.R.

(*) Lo apuntado sobre el plan de Bullrich (aceptado en algunas jurisdicciones, rechazado o postergado en otras) no entraña un juicio de valor. Para algunos es volcar en un decreto -y luego en proyecto de ley- reglas que están escritas en el Código Penal, ya que la reacción de la policía será evaluada en cada caso particular por un juez; para otros, significa un empoderamiento peligroso de los diversos cuerpos encargados de la seguridad. Una polémica que excede al presente análisis político.

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