Efecto Río Negro: Crece la incertidumbre en Cambiemos y el peronismo.

Tras la contundente victoria del partido local en Río Negro, el macrismo ensayó un festejo por la derrota del candidato kirchnerista; aún cuando la representante de Cambiemos quedó tercera con el 5 % de los votos. A nivel nacional el resultado es más preocupante de lo que el oficialismo y la oposición aparentan. Parece el «tiro de gracia» para la UCR en una provincia gobernada por el radicalismo desde el 83 al 2011, y la marcha atrás del peronismo que lo había sustituido. Los «panquecazos» de la política rionegrina.

El triunfo por más de la mitad de los votantes de Arabela Carreras (delfín de Alberto Weretilenck impedido por la justicia a aspirar a un tercer mandato), arrasó con las expectativas del principal opositor Martín Soria de ganar la gobernación para el peronismo y darle así una señal de derrota al macrismo.

En ese sentido, puede justificarse cierto alivio en la Casa Rosada, porque tanto Soria como su hermana María Emilia desde el Congreso venían lanzando un duro discurso en contra del Gobierno Nacional.

Pero visto desde otras perspectiva, la elección presentó algunas peculiaridades que vale la pena destacar:

En primer lugar, Juntos Somos Río Negro es (como lo ocurrido en Neuquén) una fuerza provincial que busca diferenciarse de las coaliciones nacionales en pugna; al punto que se especula que Weretilneck y sus adeptos sueñan con haber dado el primer paso en la construcción de un «propio MPN» (la fuerza secular neuquina); o sea consolidar una estructura local que centre su gestión en los intereses provinciales. Esta aspiración cuenta con la ventaja que tienen los oficialismos en territorios con alto empleo público, lo cual le permite al Ejecutivo en funciones utilizar esos recursos al borde de las urnas. No es la primera vez que -en este caso Weretilneck- la semana anterior al sufragio se aseguren que estén pagos los empleados públicos, docentes, y hasta se hayan obtenido compromisos del gobierno nacional respecto a la asistencia de un sector clave como el frutícola.

Y otro aspecto adicional, pasa por la fragilidad que están padeciendo las fuerzas políticas tradicionales. El radicalismo que gobernó Río Negro desde el 83 al 2011 (Alvarez Guerrero, dos mandatos de Horacio Massaccesi, dos de Pablo Verani y uno de Miguel Saíz) descendió a un magro 5 % obtenido esta vez por Lorena Matzen en nombre de Cambiemos; lo que de alguna manera cuestiona hasta que punto el radicalismo puede exigirle lugares al PRO en las listas; o en una contralectura, puede conjeturarse si la alianza con el macrismo no le dio al partido centenario una partida de defunción.

De todos modos, en este punto vale destacar que el diputado nacional Sergio Wisky -precandidato de Cambiemos y «preferido» de Mauricio Macri- se bajó y terminó con sus declaraciones pregonando el «voto útil» en detrimento de Matzen.

Aquí hay un tema clave: los votos de una provincia que fue tan radical, ¿hacia donde van a ir en la contienda presidencial de octubre? En este sentido es muy relevante lo que resuelva la UCR en la Convención Nacional sobre mantener, o no, la coalición con el PRO.

Como coletazos no menores de esta elección, el rol de Miguel Pichetto siempre de tire y afloje con Weretilneck (quien le virló la chance de compartir el poder rionegrino al PJ tras el fallecimiento de Carlos Soria), esta vez fue de disimulado acompañamiento al actual gobernador, más que nada por enfrentar a Martín Soria y conseguir algún posicionamiento de Alternativa Federal.

En tanto la influyente senadora nacional rionegrina, Silvina Larraburu, ya salió a pasarle factura a Martín Soria por como manejó la campaña sin embanderarse con el ala kirchnerista del peronismo, dándole escaso lugar en la lista de legisladores provinciales a militantes de ese sector.

Es decir, desde Cambiemos sostienen que no perdieron porque el objetivo fue que no se impusiera el kirchnerismo, mientras desde este último movimiento alegan que Soria tomó distancia de sus exponentes.

El show del «panquecazo»

Pero si bien la actualidad política no se puede describir con un archivo en la mano; vale la pena seguir los vaivenes de algunos protagonistas claves de esta elección:

Magdalena Odarda, quien secundó a Martín Soria como postulante a vice-gobernadora del Frente para la Victoria, fue algo así como la niña mimada de Elisa Carrió, una especie de su vocera en la provincia, después que la «Hormiguita» Graciela Ocaña la «traicionara» dando un salto al kirchnerismo.

Odarda fue prácticamente la única valuarte de Lilita en el interior, previo al salto a la vidriera de Mariana Zuvic.

Incluso éste cronista tuvo una entrevista a solas con Carrió y Odarda que se mostraban como «políticas gemelas». En los últimos años, incluso, Odarda con un fuerte discurso de izquierda y ecológico confrontó con la política minera del kirchnerismo… para terminar abrazada a Martín Soria y el peronismo.

Magdalena Odarda, compañera de fórmula del peronista Martín Soria fue la «hija política» de Lilita Carrió

Tras llegar a la política de la mano de Alberto Icare -jefe comunal de Bariloche por un partido vecinal-, la ayer gobernadora electa Anabela Carreras alcanzó un escaño provincial -y a posteriori otros cargos- impulsada por Carlos Soria ya que se había volcado hacia el justicialismo en la disputa con quien lideraba entonces el radicalismo barilochense.

Cuando Weretilneck ocupó el cargo de gobernador por primera vez (al mes de la trágica muerte de Carlos Soria) y los funcionarios se dividieron en adherir a la línea del gobernador o dividir el poder con el P.J, entonces Carrera se inclinó por el actual mandatario de quien fue ministra -al parecer con buena imagen- de Cultura y Turismo.

Cabe recordar que Weretilneck escaló en la política provincial como delfín de Julio Arriaga entonces intendente de Cipolleti; enrolado en el Frente Grande. Weretilneck, al igual que su jefe político, estuvo muy cercano a Chacho Alvarez y al entonces Frepaso.

A la hora de dirimir la sucesión del radical K, Saiz, las aguas se dividieron entre Pichetto- Arriaga, y Soria- Weretilneck; los primeros cercanos al kirchnerismo; Soria anti-K, ex jefe de la SIDE durante la presidencia de Eduardo Duhalde.

Alianzas cruzadas, la suerte se inclinó hacia la última fórmula. El resto es historia conocida que solo sirve para recordar lo que juega el azar y el saber caer del lado correcto cuando se da vuelta la tortilla.

Miguel Pichetto en su momento intentó que el PJ provincial comparta el poder con Weretilneck tras el deceso de Soria. Ahora el ex jefe de bloque kirchnerista en el Senado juega para posicionarse en Alternativa Federal aspirando a secundar a Lavagna

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