Cuando Vilas ganó un Wimbledon «de película».

Hace 40 años Guillermo Vilas se consagraba campeón del Abierto Británico…, aunque en el celuloide. En aquella final que le dió al argentino único título de Grand Slam que le faltó en la realidad; el gran Willy superó al hijo de Dean Martín, novio en la ficción de la bella actriz, Ali Mac Graw.

Es sabido -sobre todo por los amantes del tenis- que el mejor tenista argentino de todos los tiempos, Guillermo Vilas, se consagró campeón de los Majors de Roland Garros (1977), el US Open (también en el 77), y dos veces en Australia (1978/9), donde incluso consiguió el torneo de Maestros en 1974.

Sin embargo, al jugador forjado en el Náutico de Mar del Plata, la suerte le había sido esquiva en el tradicional césped británico de Wimbledon, lo que lo llevó a deslizar aquello de que «el pasto es para las vacas» (*).

Es que los historiadores del tenis no cuentan aquel título de Willy en la Catedral con su remera Fila y la vincha, festejando triunfante, arrojando su raqueta al viento; será porque aquello fue el desenlace de un sueño que se hizo realidad sobre una pantalla, o en las páginas de una novela.

La cuestión es que hace cuarenta años -julio del 79- se estrenaba en EE.UU el film Players en el que Vilas derrotaba en la final al «héroe de la película» Chris Christensen que había llegado a Londres como un jugador del montón impulsado hacia el éxito por su voluntad (contratando como entrenador al recordado jugador y luego coach, Pancho González), pero sobre todo por el amor hacia Nicole (una década mayor que él) a quien había conocido en un paso por México y que tras seguir los pasos de Chris se decide a abandonar a un multimillonario italiano que la quería vincular con el jet set.

El libro de esa historia fue escrito por Arnold Shurman y el argumento -del chico que empujado por la pasión de una mujer llega a la cumbre del certamen más tradicional del mundo-, tiene gran semejanza con una película muy difundida en cable titulada justamente Wimbledon.

Pero volviendo a Players; la película presentó algunos condimentos que vale la pena tomar en cuenta.

Estrellas, glamour, fugacidad

Guillermo Vilas era entonces no solo uno de los mejores jugadores del mundo (el N 1 del mundo en 1977 de acuerdo a la revista World Tennis (como se subraya al comienzo de la trama), sino también muy conocido en Norteamérica, sobre todo tras jugar un circuito Grand Prix auspiciado por Pepsi que lo tenía casi todas las semanas en los televisores de los canales deportivos del país del Norte. Más allá de sus éxitos deportivos, Willy había incursionado en actividades como el rock y la escritura. Tenía un perfil -como se diría ahora- muy mediático, mixturado con inquietudes que trascendían a una cancha de tenis. Precisamente, en el guión aparecen descriptos estos condimentos de la personalidad de Vilas, como ser poeta, interesado en Krishnamurti y aparecen algunas reflexiones como contrapuntos con Ion Tiriac, en esa etapa la mano derecha de Vilas en los tenístico y empresarial.

Dean Steve Martin, era el hijo del famoso cantante y actor Dean Martin (su verdadero nombre era Dino Crocetti) que compartió cartel con Jerry Lewis o Frank Sinatra); pero además de haber sido actor en un par de películas y series, Dean Jr había sido un tenista con algunos éxitos en juniors, participando en esa categoría del mismo torneo de Wimbledon, incluso alcanzó a disputar un par de partidos profesionales, aunque con escaso éxito. Por eso, Dean Steve no necesitó esforzase demasiado en las escenas de juego que pidió filmarlas fuera de la temporada tenística. Casado con una acrtiz argentina (Olivia Hussey), finalmente tuvo un destino trágico falleciendo en un accidente de avión -con tan solo 35 años- lo que le causó una enorme depresión al padre de acuerdo a lo que documentan sus biógrafos.

-En cuanto a Alice McGraw (quien encarna a Nicole) tuvo un espectacular éxito de taquilla en la película Love Story junto a Ryan O Neal, estuvo casada con Steve Mc Queen, y al momento de filmarse Players estaba en pareja con su productor.

Como salientes aparecen cuestiones como el carácter de los conductores y sus pupilos (como cuando Pancho González desafía la resistencia de Chris sobre todo en los difíciles inicios, así como aspectos turbios relacionados con las apuestas, un tema en boga en el mundo de las raquetas (sobre todo en torneos rentados de segundo nivel).

Breve tramo de Players tomado de you tube.

En un reciente artículo publicado en «La Nación», dedicado a esa película, el periodista Claudio Cerviño destacaba que el público fue tomado (como especie de extras) de entre quienes asistieron a ver la final de mujeres del 7 de julio de 1978 entre Martina Navratilova y Chris Evert, aunque en una de los backstage del film se ve a varios extras que llegan al estadio la jornada en que se filman algunas de las escenas centrales.

En los partidos previos al de la definición pasan jugadores profesionales como Vitas Gerulaitis y John Mc. Enroe en los entrenamientos, o entre otros el rumano Illie Nastase o el hindú Vitaj Armitraj a quienes el blondo Chris Christensen va dejando de a uno en el camino; hasta que le toca Vilas quien le gana los primeros dos sets; es entonces que en busca de una remontada heroica Chris se queda con el par de parciales siguientes; pero no le alcanza; se había topado con el argentino en su mejor momento quien termina definiendo el pleito por un agónico 7-5 en la quinta manga.

Y por esas cosas mágicas del arte, el protagonista queda al borde de la gloria deportiva y en la cima del amor; Nicole llora emocionada porque recibe como señal de él que la seguirá queriendo a su lado (pese a un desengaño y al desafiante»ya no me necesitas» de ella); y el refundador de un deporte en nuestro país completaba su palmares con el Grand Slam que le era esquivo… Es que era injusto que la repisa del enorme tenista argentino no contuviera nada menos que la copa de Wimbledon; al menos el cine y la inspiración literaria no lo podían permitir.

P.D: En la nota de «La Nación» aludida, Cerviño recuerda que la frase original perteneció al español Manolo Santana cuando se consagró en Wimbledon 1966: «Pensar que cuando uno veía todo este verde se decía: el pasto es para las vacas. Y ahora pienso tan distinto», afirmó el gran campeón español; el resquemor hacia el césped fue un denominador común de quienes se sentían incómodos con esa superficie. En 2000, otro hispano, Carlos Moya sostuvo risueño «en cualquier momento van a entrar corriendo conejos por la cancha».

Texto utilizado como guión de PLAYERS.

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