De tinta negra a la placa roja: Crónica de una vida.

«Tengo una sola ideología: soy del P.P (Partido Periodista)», se adjudicaba como máximo orgullo, Héctor Ricardo García, cuya muerte a fines de junio fue anunciada por la placa roja que el mismo creó… De las innumerables primicias que obtuvo, la que nunca hubiese querido dar.

Su propósito en cada una de sus creaciones fue hacer un periodismo popular, de alto impacto (con la noticia y las imágenes), sin pruritos de caer en cierto sensacionalismo, cuestión de la que en los últimos años se burlaba al advertir como pretendidos medios «serios» recaían en lo que durante tanto tiempo habían criticado.

El «Gallego» García fue un precursor en generar un multimedios (Crónica, Así, El Atlántico, Teleonce, Tevedos y Crónica TV, Radio Colonia; y hasta como productor los complejos teatrales Astros y Estrellas) que hizo y deshizo.

Percibido como cercano al peronismo; sin embargo sufrió las mayores persecuciones durante la presidencia de Isabel Perón, aunque fue censurado por casi todos los gobiernos militares y alguno semi-civil; a veces por información política que se quería mantener en secreto, otras por «cuestiones morales»; García fue secuestrado por el ERP y detenido por el Proceso Militar (ver más adelante).

Sumergirse en su autobiografía «La Culpa la Tuve Yo», rociada de anécdotas, es como ver una película de la sociedad porteña, multifascética, conflictiva, caótica, frívola, en la que le tocó pilotear.

En su infancia jugaba al fútbol con Tato Bores, luego pasaba por el edificio del que era portero Martín Karadajián, o se cruzaba con Elpidio González (ex vicepresidente del destituido Hipólito Yrigoyen) quien vendía por la calle Anilinas Colibrí.

Hijo único de una familia humilde, antes de ir a la escuela sacaba unas monedas del bolsillo de su padre para comprar «Crítica» y «Noticias Gráficas»; en la primera adolescencia concurrió a la sede de «El Nacional» para pedir trabajo, pero como era muy chico se dedicaba a llevar los originales a la imprenta, o anotaba con tiza mojada las informaciones en una pizarra frente a la cual los domingos se congregaba mucha gente para conocer el resultado de los partidos…Hasta que lo tomaron como fotógrafo -en realidad reportero gráfico-, profesión desde la que se dio a conocer.

Después pasó por el diario peronista «Democracia» (supervisado por Eva Perón), otros de corta vida, y hasta entró y salió unas cinco veces de Clarín «por rebelde».

Dueño del destino

Pero en su idea siempre estaba la de ser dueño, su propio jefe y un día convenció a un músico y empresario del tango, Francisco Rotundo, para que lo asista de un capital para lanzar su primera revista «Así es Boca» en la que se vinculó al entonces influyente presidente xeneize, Alberto J Armando.

Al poco tiempo, García entendió que se había cumplido una etapa y quiso volcarse a los temas de interés general, creando otra revista «Así» a partir de un hallazgo propio de su «olfato innato». Cuando Perón se marcha a Paraguay tras el golpe de la Revolución Libertadora, García concurre a la agencia UPI que tenía las fotos del desplazado presidente -acompañadas de un despacho insulso-; como a otro medio -Primera Plana- no le interesó ese material el Gallego le pidió a su mamá que le un cheque de mil pesos, compró esas fotografías y armó una noticia atrapante. Parece un trabalenguas, pero así nació «Así».

De un furibundo peronista, que dijo que Perón era inmortal, García sacaría la idea de titular en 1974 (tras el deceso del caudillo) solo con la palabra MURIO (sin aditamentos) en una tapa que se estudiaba como ejemplo en las escuelas de periodismo.

La famosa tapa del fallecimiento de Per´´on

El punto de inflexión, según él su «año clave», fue 1963 cuando lanzo el diario Crónica que tuvo como puntal el caso Penjerek (una estudiante desaparecida que resultó asesinada) y un concurso Pepsi cuyos resultados publicaba el periódico, sin nombrar a la gaseosa. Y a inicios de los 70, consiguió ser recibido por Perón en España.

Con cierta cuota de amarillismo, Crónica buscaba captar desde los títulos y las primicias sobre todo de la farándula y del deporte; pero ante todo los policiales, imponiendo como «moda» las personas que se presentaban a confesar un delito, o contar un episodio como testigos, al punto que el diario fue bautizado Comisaría 51 (en tiempos en que en Capital Federal había 50)

Los dos números que García destacaba que vendieron más de un millón de ejemplares fueron el que reveló el romance Susana Giménez con Carlos Monzón (acompañada la noticia de la foto yéndose juntos en un avión) y la final del del Mundial 78.

En esos tiempos fue acompañado por personajes claves como Luis Albamonte (Amilcar Barrios), Mario Fernández o Ricardo Gangeme, nombres muy conocidos por veteranos de la prensa. También, el recientemente fallecido Hugo Gambini, colaboró con García en la primera etapa de Crónica y con algunos informes especiales.

29 de junio de 2019, la placa menos esperada.

Con el periodismo en la sangre, siendo ya empresario de medios, no trepidaba en generar contenidos tomando un micrófono para hacer una cobertura (por ejemplo para el canal 9 de Alejandro Romay hizo móviles para desafiar a Sábados Circulares de Pipo Mancera y un programa similar que estaba haciendo Antonio Carrizo en canal 7. Sus comienzos en la pantalla chica fueron precisamente en la emisora estatal con «Séptima Edición» y «Siete y Medio» que co-conducía con Pinky.

Imposible recorrer décadas de profesión y centenares de vivencias en unas líneas. Se puede recordar que en Radio Colonia (que en su momento había difundido tangos prohibidos en la Argentina por la Revolución del 43) hizo un tándem con Ariel Delgado dando lugar a denuncias de organismos de derechos humanos durante el último Proceso Militar, mientras impulsó a Victor Hugo Morales desde la locución comercial al relato deportivo.

Estrenó Canal 11 con la emisión de la pelea Monzón- Benvenutti; por la tarde impuso ciclos tipo magazine (como «Radiolandia en TV») o Matiné (conducido por Andrés Percivalle), o bizarros como «Yo me Quiero Casar y Ud» con Roberto Galán. Lo interesante es que en gran parte su estilo denostado tiene vigencia en la televisión actual, en la que los programas de «chismes» o que matizan información general con temas de la farándula, inundan las pantallas (incluso las contratapas de Crónica -La Pavada- son citadas en espacios políticos).

Y sobre esto último fue precursor con programas como «El Pueblo Quiere Saber», o «Las Dos Campanas» (en el que se enfrentaban personajes que estaban en las antípodas) en formatos reproducidos en tiempos como el actual de la política-espectáculo.

Dando vuelta la página, otros episodios salientes fueron su participación en aquel vuelo a Malvinas conocido como Operativo Cóndor (viajó como periodista y quedó detenido); o el referido secuestro del que fue víctima de manos del ERP (que pedía la difusión de un comunicado de adhesión a la fórmula encabezada por Héctor Cámpora), a la vez de sufrir las asechanzas de la Triple A para quedarse con sus medios; o escapar durante el gobierno militar tras informar de la muerte de Santucho (Mario Fernández lo había llamado para decirle que habían «asesinado» al jefe guerrillero, a lo que García le preguntó como se iba a cubrir la noticia. «Con todo», respondió el encargado de la edición matutina de Crónica); en varias etapas acusó persecuciones de la AFIP. Pero siempre fue muy generoso en darle espacio a denuncias sin importar las ideas del denunciante.

El diario Humanidad.com.ar viene publicando una saga de Miguel Bonasso sobre Héctor Ricardo García y su actitud -como se refleja en esta entrega- en contra de toda censura, venga de donde venga (la nota abajo en el link)


Agridulce, solitario y final

Los últimos años lo encontraron a García litigando primero por la pérdida de Tevedos y luego peleando con la crisis sectorial que le hacían imposible afrontar los costos sin afectar las fuentes de trabajo y que terminó con la venta de Crónica (primero el diario luego el canal) al Grupo Olmos, aunque se reservaba la orientación del contenido.

De vivir austero, simple en el vestir, su leiv motiv (término que no le gustaría demasiado verlo escrito en sus publicaciones) fue la noticia a secas; otra paradoja: no sabía demasiado de números (siempre según su testimonio), pese a lo cual tuvo más éxitos que fracasos -los que también abundaron-; y el final lo encontró -junto a su pareja, la animadora -Anabella Ascar- seguramente pensando en un título que condensara una vida llena de avatares, desafíos, y aventuras tanto dulces como amargas.

C.R

Una autobiografía que cuenta la historia de una vida de aventura

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