Cediendo apenas un set en todo el torneo, el noruego de 21 años Casper Ruud se quedó con la vigésima edición del Argentina Open y pasa a ser el jugador de su país de más alto ranking en la historia del tenis (34) superando el de su padre Christian.
Con las bajas iniciales de los top ten Dominic Thiem y Matteo Berrettini; más las del chileno Christian Garín y Fernando Verdasco una vez comenzado el torneo, sumado a la eliminación en primera ronda del campeón defensor Marco Cecchinato; el ATP que se juega sobre el polvo de ladrillo del Buenos Aires Lawn Tennis parecía iba a perder gran parte del atractivo .
De todos modos, promediando la semana quedaban en pie los dos primeros preclasificados: los argentinos Diego Schwartzman y Guido Pella, así como una figura de proyección internacional, el croata Borna Coric
De manera «silenciosa» -por nivel y scores- Casper Ruud pronto se posicionó como candidato a llegar a las instancias decisivas del ATP 250 de Buenos Aires.
Sacó primero del torneo a los españoles Pablo Andujar (6-2, 6-3) y Carballes Baena (6-1,6-0); en cuartos al cabeza de serie N 3, el serbio Dusan Lajovic (7-5,6-1) hasta llegar a enfrentar en semifinales al cordobés Juan Ignacio Londero (quien había eliminado a Pella).
Sin duda éste match era el gran desafío para Ruud; y el noruego caminó por la cornisa. Sacando Londero 7-5, 5-4, es decir para partido, el argentino sintió la presión y en ese game acumuló errores de los que no se pudo recuperar perdiendo siete games seguidos; Ruud se puso 4-1 en el tercero, diferencia que se extendería al 6-1 del cierre.
El punto de inflexión fue cuando Londero con un break point para quebrar, sirviendo el noruego 2-4 en el segundo parcial-arrojó un drive paralelo a contrapié con tanta violencia que salió ancho por el lado derecho del rival, una enorme oportunidad perdida para el campeón del ATP de Córdoba del año pasado que hubiera sacado 5-2 para el pase a la final.
Este match fue en realidad como una final anticipada, ya que del otro lado de la llave Diego Schwartzman -pese a haberle vencido de manera agónica en cuartos a Pablo Cuevas (partido que duró 3h 40 m el viernes a la noche) sufrió una contractura que lo obligó al día siguiente a retirarse del torneo dejando automáticamente a Pedro Sousa en la final.
Sousa con dolor en un gemelo pero sin tanto riesgo como la lesión del Peque (jugó con una venda en la pierna derecha) superó en un partido rarísimo al zurdo brasileño Thiago Monteiro quien tras dejar en el camino en la instancia anterior a Coric (en el mejor partido del torneo) esta vez no encontró la vuelta ante un adversario limitado físicamente, pero que igual estuvo en condiciones de terminar el pleito y así pasar a la final («no entiendo como gané, suelo fallar con el saque, pero esta vez me parecí a Karlovic», se divirtió el portugués y se «compró» al público con declaraciones de ese tipo).
Párrafo aparte para el duelo rioplatense Schwartzman-Cuevas; en el primer set sacó ventaja el uruguayo 5-2, lo emparejó el Peque pero el tie break se lo llevó Cuevas, el segundo parcial quedó para el argentino que cuando parecía que tenía ganado el tercero, con match point a favor, padeció un dolor que no le permitía desplazarse por lo que jugó dos games prácticamente parado, situación que desubicó a Cuevas quien no recurrió a drops y cometió doble faltas -como la del último punto- lo que pulverizó sus aspiraciones.

El «jefe de la casa»
Ruud llegaba mejor a la final que Sousa, no solo por estar entero físicamente sino porque había mostrado un juego mucho más consistente que el del lusitano.
Este último reconoció haber tenido suerte ya que arribó a la instancia decisiva tras ser lucky loser (perdió en la clasificación con el santafesino Facundo Bagnis, pero pudo ocupar la vacante dejada por Garín), consiguiendo más adelante aquel triunfo milagroso ante Monteiro dejándole la ofensiva y cada tanto lanzando tiros al todo o nada.
Sousa intentó utilizar la misma estrategia -de contra ataque- ante Ruud, pero la diferencia de nivel se puso en evidencia desde el vamos. Sousa volvió a provocar sonrisas con el desparpajo de sus declaraciones al concluir la final. «Casper mereció ganar, estoy contento por haber llegado a la final tal vez sea mi única y mi última«.
Ruud no cedió ningún game de servicio, tomando la delantera desde la segunda pelota con un drive demoledor y hasta recurriendo a algunos toques haciendo que Sousa no pueda llegar a la red.
La primera manga fue 6-1 para el vikingo, que en la segunda consiguió un rápido quiebre, ventaja que pudo mantener, más allá de que el portuguès consiguió emparejar un poco el juego mostrando grajeas de su talento agarrando la pelota de sobrepique o con drops lujosos, pero ya era tarde.
El match quedó sentenciado por 6-1 y 6-4 para el campeón.

Con la conquista del torneo más importante que se disputa en la Argentina -teniendo en cuenta tradición y puntos- Casper Ruud pasó a ser el tenista noruego con mejor ranking de la historia (34), superando al anterior poseedor de ese palmarés, su padre Christian Ruud.
«Con él bromeamos, ahora puedo decirle que soy el jefe de la casa», expresó risueño Casper quien consiguió el primer torneo ATP de su carrera.
El campeón del Argentina Open 2020 nacido en Oslo viene siendo entrenado por Toni Nadal, el tío y formador de Rafa. «La asistencia de Toni me ayudó mucho, sobre todo a mantener la intensidad», apuntó el escandinavo en rueda de prensa.
Cuando se le hizo mención a lo que representó el Buenos Aires Lawn Tennis en cuanto a plataforma de lanzamiento o confirmación de cracks -como Ivan Lendl, Carlos Moyá, David Ferrer, Thiem etc-, Casper dijo estar al tanto y confía en que su trabajo le siga dando frutos.
Casper Ruud por lo pronto había llegado a la ciudad del Obelisco con dos buenas victorias en enero sobre John Isner y Fabio Fognini en la Copa ATP por naciones disputada en Australia..
Un saque que le permite dominar la bola siguiente, buenos desplazamientos para llegar con timing y tiros variados con efecto y potencia tanto de drive como con el revés a dos manos son las características del juego de Ruud que pierde eficacia cuando se torna demasiado especulativo.
«Casper vamos a oír mucho de vos, seguramente estarás bien arriba», afirmó Martín Jaite director del ATP Buenos Aires durante la entrega de premios.
El nuevo rey del tenis noruego tiene 21 años, es decir cuando comenzó el torneo de BA en 2001 contaba con dos años y un par de meses de vida.
La vigésima edición del Argentina Open fue para él, pero al tiempo de repasar esta nota el protagonista central de esta nota cayó en el debut del ATP 500 de Río de Janeiro con italiano Gianluca Mager (que vino de la qually y está ubicado de bajo del N 100 ATP) lo que demuestra la dureza del circuito que «no permite» relajarse.
Habrá que ver si Casper pasó como un fantasma en un verano porteño; o el vikingo llegó para asaltar la cima.
El tiempo dará la respuesta.
