El liberalismo como «tercera vertiente», lejos del nacionalismo y de la izquierda

Tras escapar del régimen castrista de su Cuba natal y vivir un tiempo en Norteamérica (país que admiraba), el politólogo Armando Ribas se radicó en la Argentina donde tuvo una vasta trayectoria en la docencia y la prensa.

«Entre la Libertad y la Servidumbre» es un libro que condensa la esencia de su pensamiento sobre el liberalismo como «tercera opción» distante y enfrentada, por un lado al jacobinismo de los revolucionarios franceses -que derivará en dictadura de izquierda (comunismo)- y por el otro al nacionalismo de los reaccionarios que se entronca con los totalitarismos de derecha (fascista y nazí.)

Todos los movimientos políticos tuvieron raíz filosófica; y en esta materia Ribas distingue la línea «empírica» (Locke- Hume- Adam Smith- Hamilton), de la «racionalista» (Rousseau- Kant-HegelMarx), aunque en ambas franjas incluye más personajes.

Haciendo una lectura de los acontecimientos históricos, esa primera línea influirá en la Gloriosa Revolución Inglesa (1688), muy marcada por las ideas de Locke que estableció una monarquía constitucional y en la Declaración de la Independencia Norteamericana en 1776 (y el Bill of Rigths del 91); mientras de la segunda rama se desprenden la Revolución Francesa (radicalizada en la etapa del Terror) y la Santa Alianza con sus ramificaciones en la revolución rusa y el nacionalismo alemán, respectivamente.

Lo curioso es que Ribas ubica por ejemplo el pensamiento de Kant como un plafond de las tendencias totalitarias, pues desde su punto de vista- la filosofía kantiana llevó al «endiosamiento» de la razón (la moral para Kant es la «razón universal»), que con Hegel pasará a «encarnarse» en la «razón de Estado», en oposición a Hume quien considera que la moral es experiencia en la praxis social.

Es que para el exponente liberal el «amor a la humanidad» es una abstracción, en cambio la «cooperación» entre hombres libres es algo bien concreto.

En su condena al «racionalismo», Ribas también es muy crítico del romanticismo de Rousseau por su teoría de la «voluntad general» (que concentra el poder en lo que decide la mayoría, sin reconocer derechos a las minorías) y hasta de Montesquieu que en su estudio sobre la «división de poderes» se fija más en el Estado que en el individuo, en tanto Locke prioriza la libertad personal y el derecho de propiedad.

Aunque llama la atención que un intelectual liberal se ponga en frente del racionalismo producto del iluminismo, cabe decir que en realidad apunta no en detrimento del razonamiento no dogmático, sino contra los «excesos de la razón».

Razón que suele traducirse en burocracia la cual representa los intereses generales promovidos por el Estado, en contraste con la concupiscencia de los intereses privados de la sociedad civil.

En definitiva, el idealismo de Hegel (el Estado como lo absoluto) y de Marx (legitimando la dictadura del proletariado) serán las ideas que desembocarán directamente en el totalitarismo.

Por otra parte, en la concepción de Ribas, el interés general no debería ser perseguido por el Estado, sino surgir de la interacción de los individuos para la satisfacción de sus intereses particulares.

Si de Rousseau o Marx podría colegirse que el totalitarismo surge de la sociedad privada, Ribas cree lo contrario que la libertad de expresión, de culto y el ejercicio de los derechos individuales imposibilitan la concentración del poder.

En cuanto a las costumbres, la sociedad abierta se expresa en el comercio, en tanto la aristocrática se identifica con la guerra.

Cabe si aclarar un punto, la visión de RIbas es una lectura del liberalismo (ortodoxo en economía), muchos académicos liberales también subrayan los aportes de Locke, pero incluyen a Kant, Montesquieu e incluso a Rousseau en el liberalismo democrático.

Armando Ribas, junto al director de Acreditado (foto de 1994)

Epoca clave
El trabajo en cuestión fue publicado tras la caída del Muro de Berlín, en plena Perestroika, y en el último capítulo busca refutar aquella teoría del Fin de la Historia de Francis Fukuyama (en lo que tiene de hegeliana), porque en criterio de Ribas el futuro podría «moldearse» de acuerdo a la ley y con consideración a la naturaleza humana, nunca conforme a los propósitos de los gobiernos»

En historia argentina, reivindica el proyecto de Juan Bautista Alberdi plasmado en la Constitución Nacional que en criterio del autor quedó trunco a partir del programa del GOU (que asumen los golpistas del 43 y continúa el peronismo) y el estatismo que predominó en casi todos los gobiernos.

Ribas fue diputado nacional por la UCD, partido fundado por Alvaro Alsogaray y tuvo posturas polémicas como defender la reelección de Carlos Menem.

Abierto a las refutaciones, Ribas fue un inclaudicable defensor y promoción de su ideario.

Segundo Figarillo

Disertante en muchos foros, Ribas fue también diputado nacional. Falleció en Bs.As a los 92 años.

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