Los recuerdos se enhebran de acuerdo a cada generación. Y en quienes andamos por las cinco décadas no hay que ir a los archivos. El don de Maradona, para los futboleros se remonta a la más tierna infancia.
Cada quien, es cada cual y tiene su propio Maradona, de Fiorito a los Cebollitas; y cuando quien escribe vestía guardapolvo blanco; un compañero -fana de Argentinos Juniors- se acerca y -tras pegar un breve codazo- con la mirada dirigida al techo (o a su cielo) cuenta: «Vi a un chico que es un crack, un fenómeno», y a esa edad el lenguaje no alcanza a descifrar lo que dicen los ojos.
Hacía un tiempo, el prodigio, Pelusa, hacía malabares en los entretiempos y aquel relato de la escuela coincidía con sus primeros partidos en el Bicho Colorado (debutó con Talleres de Córdoba en la Paternal y hacía su primer gol a San Lorenzo de Mar del Plata en el viejo estadio San Martín).
Empezaba la película y de alguna manera los sueños del chico que de la nada llega a la cima iban enganchados a nuestros barriletes
Vuelan las imágenes: madrugones en el 79 frente a la pantalla , o la radio escondida debajo del pupitre para seguir el juvenil en Tokio, aquella dupla con Ramón Díaz del equipo conducido por César Luis Menotti (después que el mismo DT lo dejara fuera del plantel del Mundial 78).
Años después su título con Boca del 81 con Brindisi, Perotti y compañía; el paso por Barcelona, para llegar al climax con sus proezas en Napoli, un icono en el sur de Italia, venerado como un santo por los napolitanos; el mundial 86 en México quizá su máximo escalón hacia la gloria (el segundo gol a los ingleses en el pináculo del universo, el de toque único ante la salida de Zoff, los dos a Bélgica. factótum para subir al team de Carlos Bilardo a «emborracharse» en la única Copa del Mundo de la historia obtenida fuera del país; y luego el subcampeonato en Italia, el pase a Caniggia que aceleró nuestros corazones en ese increíble duelo con Brasil;, la final en una pierna; las buenas y malas en el mundial de EEUU, la polémica: «Me cortaron las piernas»; y cerca del retiro otra de las tantas frases que lo eternizaron en la yerga futbolera: «la pelota no se mancha»; su cierre del ciclo de futbolista en Newells, sus primera experiencias de técnico en Mandiyú, llegaría la Selección, y su último recorrido agónico con Gimnasia recibido en las canchas como rey; vuelven los recuerdos desordenados del hombre (entonces poco más que adolescente) y sus circunstancias: su primera familia, el casamiento con Claudia, las dos hijas, los tiempos en que era representado por Jorge Cyterszpiller… «tal vez si no hubiera cambiado tanto» … pequeño intersticio como representante con Franchi, y luego de la mano con Coppola con quien viviría días de gloria, así como noches de éxtasis y precipicios; lideres políticos por doquier (de Menem, Kaddaffi, a los Kirchner, Fidel Castro Chávez, Putín; y los otros hijos, el entorno siempre polémico de antes y después; «pero quien sabe, y cuanto, de todas esas cosas»…no solo porque lo extrafutbolístico no sea el centro de esta nota, sino porque la misma hace centro en el máximo don de Maradona. Apenas pinceladas de nostalgia y emoción.
En tiempos en que se desató una «falsa competencia» por ser el «más original» en evocar al ídolo, o por poner la mirada en que entidad o personaje lo homenajeó a la altura del pesronaje, éste texto solo pretende reflejar porque Maradona imantó a tanta gente como a este autor, apenas un testimonio para sumar al coro interminable que no concluirá jamás.

Como columnista de un programa de tenis me referí al vínculo que tenía Diego con el deporte de los saques y las voleas, y sus protagonistas. Maradona asistió a tres finales de la Argentina por Copa Davis (la disputada en Moscú, en Mar del Plata y aquella en la que obtuvo la Ensaladera en Zagreb).
También estuvo en Parque Roca (como aquella vez en el match Nalbandian- Soderling).
Todas las actuales y ex figuras del tenis argentino lo evocaron, como Delpo, Mónaco, Chela o Diego Schwartzman (quien alguna vez ya había comentado que su nombre de pila se debe a de la máxima figura del fútbol mundial).
Y también estuvo junto a Roger, Rafa, Nole, Andy Murray, Corretja; el botín mágico,se hacía tiempo para vibrar con las mejores raquetas. Sin duda, algunos de los momentos más felices de Maradona estuvieron al lado del deporte. ¡El mundo al que siempre perteneció!


