-Documentos ACREDITADOS-
Si bien el caballito de batalla fue la lucha contra el comunismo, aquella campaña con escraches alcanzó a numerosos liberales republicanos.
A comienzos de la década del 60 del siglo pasado, tras la caída del presidente Arturo Frondizi, un grupo ultranacionalista lanzó una cacería de brujas en nuestro país consistente en acusar a personalidades del ámbito de la cultura, partidos políticos y autoridades universitarias de ser comunistas infiltrados y querer poner a la Argentina en la órbita soviética.
La organización ultramontana se autodenominaba FAEDA (Federación Argentina de Entidades Democráticas Anticomunistas) y operaba publicando solicitadas en diarios «escrachando» con nombre y apellido a quienes consideraban -en base a sus propias investigaciones e informes de elementos residuales de la SIDE- estar al servicio del comunismo.
El objetivo de mediano plazo era terminar con la autonomía universitaria, consolidar la censura (que había sido establecido por un decreto firmado por José María Guido) y más adelante contribuir con la prédica a desestabilizar al presidente Arturo Humberto Illia, como se desprende de declaraciones del entonces diputado Luis León (ver más adelante).
Aquella campaña quedó documentada en el libro «Antología de un Asco en la Argentina» del periodista Augusto Bonardo que por esos años conducía «La Gente» programa político y cultural de gran audiencia en un sector de la sociedad que se emitía por Canal 7. El ejemplar incluye entrevistas realizadas durante aquel ciclo, los avisos de la FAEDA, las réplicas de los acosados, notas de revistas de la época como Confirmado y del propio autor explicando como se originó, procedió y se hizo frente a la persecución.
Bonardo -adherente a la Democracia Progresista y que la había pasado muy mal durante el peronismo- abría cada domingo el programa poniendo sobre la mesa su sombrero panamá y depositando dentro sus guantes y llaves. Por aquel ciclo desfilaban intelectuales de primer nivel, políticos y destacados columnistas; asimismo su editorial publicaba anuarios con plumas de las más diversas tendencias.
«A Nuestra bandera Azul y Blanca, ningún trapo rojo podrá reemplazarla» solían cerrar las solicitadas que solo dos diarios no publicaron: El Mundo y La Prensa.

Entre quienes cayeron en la «volteada» había algunos personajes o entidades de izquierda, pero la mayoría eran republicanos. «Las listas incluían nombres que no solo no eran comunistas, ni estaban al servicio del comunismo; sino que profesaban ideas profundamente democráticas y, en muchos casos, habían luchado denodadamente contra el comunismo», se subrayaba desde las páginas de Confirmado.
Entre tantos otros señalados como «siniestros confabuladores al servicio del Imperialismo Rojo» estaban rectores, decanos de la Universidad de Buenos Aires, politólogos y sociólogos como : José Luis Romero, León Dujovne, Héctor Agosti, Córdova Iturburu, Ulyses Petit de Murat; autores y políticos como Leónidas Barletta, Rodolfo Ghioldi, Héctor Polino, Nélida Baigorria (administradora de radio y TV, demócrata y católica), el cineasta José Martínez Suarez (hermano de las hermanas Mirtha y Silvia Legrand), el actor de militancia peronista Hugo del Carril, los guitarristas Osvaldo Falú, Jorge Cafrune, entre muchos otros; partidos como la Unión Cívica Nacional, la Democracia Progresista, la UCRI (radicalismo frondizista); y entidades como el Movimiento de Defensa del Laicismo, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Consejo Argentino por la Paz, el Instituto Movilización de Fondos Cooperativos, el Movimiento de Ayuda a los Exiliados Bolivianos y el Movimiento de Ayuda a los Negros Norteamericanos, todos considerados «fachadas que operaban a favor del comunismo».
En el caso de los universitarios sospechados, una investigación del propio Bonardo demostró que el 68 % de ellos nada tenían que ver con el comunismo. Varios de los acusados iniciaron acciones judiciales contra los inquisidores.
LA FADE tenía como antecedentes a quienes actuaron como cazadores de brujas durante el peronismo como Raúl Apold y Cipriano Lombrilla, pero en la misma actuaron tanto peronistas como derechistas que se volcaron al antiperonismo después del golpe del 55. Algunos de los firmantes fueron Apeles Márquez, Basilio Ivanitzky, Francisco Rizzuto, Mehtmetali Shaban, José Sollazo, Victor Rabufetti y Joseph Mc Carthy; dos de ellos -afirmaba Bonardo- fascistas que habían acompañado al agitador nazi Ante Pavelic.

Los «escrachados» fueron defendidos por periodistas y escritores que concurrían al programa de Bonardo a dar batalla contra los inquisidores. Entre otros: Dalmiro Saenz, Ernesto Sábato y su esposa Matilde, Florencio Escardó y su cónyugue Eva Giberti; León Benarós, Helvio Botana, Edgardo Dammomio, Leonardo Favio, y por directores de medios como Jacinto Fernández Cortés de Radio Rivadavia (cerrada en su momento en el mandato de Perón) y Carlos Infante por diario El Mundo.
Otra característica de la FAEDA (como veremos común a estos segmentos xenófobos) era su acendrado antisemitismo.El libro reproduce un contrapunto que se realizó en el programa Apelación Pública en el 63:
-«Los judíos se llevan a Israel el dinero de la Argentina»; la respuesta fue inmediata: «Esa es una patraña inventada para dividir a los argentinos».
En el primer bando estaban el delegado de la Liga Arabe en la Argentina Houssein Triki, y Guillermo Patricio Kelly de la Alianza Libertadora Nacionalista; del otro Ray Millares y Hugo Guerrero Marthineitz. El director del canal, Alejandro Romay decidió levantar el programa. También fueron sacados dos programas de Bernardo Neustadt y un tercero Incomunicados que tenía con Pinky; así como Sucedió en Buenos Aires, en Canal 11, a cargo de de Horacio de Dios.
Paradójicamente, el único canal estatal fue el que salió a denunciar los ataques contra el sistema.
La siguiente entrevista (también de Confirmado) al diputado representante de Chaco, Luis León, en pleno gobierno de Illia, refleja el espíritu de época en plena Guerra Fría:
P: El Partido Conservador salió a denunciar una infiltración comunista en el gobierno. ¿Cree que existe ese problema?
R: En absoluto.
P: Desde otros sectores se dice que el gobierno es pueril e ineficaz en la lucha contra la subversión comunista. Mientras se detienen a muchachos de la Juventud Comunista, no se traza ninguna estrategia contra la penetración bolchevique.
R: Coincido en que el marxismo como ideología no puede ser combatido a palos, Es un ideología imperialista que niega las formas de vida que hacen a nuestra realización humana y debe ser enfrentada con métodos modernos e inteligentes.
P: ¿Manteniéndolos fuera de la ley?
R: El Partido Comunista funciona legalmente en todos los países de gran desarrollo capitalista. Bajo los gobiernos democristianos de Chile o Italia participan en elecciones y pierden.
P: ¿Cuál sería su método?
R: Defender las estructuras democráticas, quitarles las banderas que los hacen revolucionarios. Yo visité varios países comunistas; creo que socialmente están atrasados respecto al desarrollo que promueve la democracia representativa…
P: ¿Existe un gran complot comunista que trabaja mediante la infiltración en el gobierno, la industria, el comercio, la Universidad…?
R: Mucho maccartismo en todo esto. No se puede decir, por ejemplo, que alguien es comunista porque pide la reforma agraria porque en ese caso serían comunistas los últimos pontífices.
P. Hay quien afirma que inclusive en la Iglesia Católica hay infiltración comunista
R: A quienes dicen eso les aconsejo que lean a Juan XXIII.

Concluye el reportaje a León:
P: ¿Hay comunismo en la Universidad?
R: La juventud busca siempre transformar lo que está obsoleto en el país. Ese fervor revolucionario de los jóvenes trata de ser aprovechado por los comunistas. No hay que alarmarse exageradamente, pues muchos muchachos revolucionarios terminan en otra cosa después que se reciben.
P: ¿Por qué dicen sin embargo que el gobierno está infiltrado de comunismo?
R: Es una elemental y obvia táctica golpista…
P: ¿Qué opina de las declaraciones anticomunistas de Onganía?
R: Es una posición común en el Ejército. No creo que el único enemigo del país sea el comunismo.
P: ¿Qué otros enemigos tiene el país?
R: Soy un demócrata afirmativo, un radical. Son peligrosas todas las formas de penetración, el comunismo, el nazifascismo y la tendencia a las típicas dictaduras cesaristas latinoamericanas.

Políticos demócratas como Pablo González Bergés del Partido Conservador manifestaron su discrepancia con la postura reaccionaria de la conducción de su partido: En tal sentido, rechazó enfáticamente que se propicie la intervención de la Universidad, y aún cuando expresó su preocupación por la acción comunista; agregaba: «Tengo horror a la histeria política que hace ver a las cosas deformadas y suele arrastrar a equivocaciones suicidas…Si el Partido Conservador perdiese la cabeza, ya nadie la mantendría en su lugar».
También el diputado de la Democracia Cristiana, Enrique de Vedia, advirtió contra el antisemitismo en la avanzada contra la izquierda. Hay un propósito de degradar a la Argentina en todo esto», sostuvo.
Cabe señalar que la dirigencia católica, muy influyente en nuestro país, estaba desde la segunda década del siglo XX empapada de ideas extremas, muy reaccionarias y antisemitas, al punto que el sacerdote Julio Meilville -director de la revista Criterio, fue un activo militante de Tacuara.
Sin embargo, monseñor De Andrea y Octavio Derisi (rector de la UCA) fueron de alguna manera solidarios con la prédica tolerante de Bonardo.
Dos palabras sobre Tacuara. Tras el golpe de Estado ultramontano de 1943, y más con la llegada de Juan Perón al poder, las facciones ultranacionalistas lo ven como conductor del proyecto de la Nación-Católica (cuestión muy bien explicada por el politólogo Loris Zanatta). Tacuara con orígen en la Alianza Libertadora Nacionalista conformó una rama juvenil la UNES; con la caída del líder justicialista y el final de este último enfrentado con la Iglesia, éste segmento se recuesta en los comandos civiles, aunque luego serán marginados del poder. Pero Tacuara no es solo un movimiento doctrinario sino también de acción, perpetrando atentados (como asesinatos, o feroces ataques al gobierno por el caso Eichman (jerarca nazi llevado en un operativo de servicios israelíes durante la administración Frondizi).
Un trabajo del historiador Luis Herrán Avila pone de relieve la existencia de una Liga Mundial Anticomunista y ofrece detalles de una cumbre llevada a cabo en 1971 en la capital mexicana de la que participaron delegados de FAEDA (en México su simil se llamaba MURO) y en la que Meilville se refirió «al liberalismo, el marxismo y el capitalismo como encarnaciones de la eterna conspiración judeo-masónica». Otro inspirador de esa tendencia fue el teólogo Jordán Bruno Genta.
Como es sabido, muchos integrantes de Tacuara, terminaron en organizaciones guerrilleras nacionalistas de izquierda (el caso emblemático el de su jefe Mario Firmenich) y no es difícil entender porque.
Autores como Luis Alberto Romero destacan que en definitiva el enemigo eterno de los sectores reaccionarios fue el liberalismo.
Tras la caída de la Cortina de Hierro y del atentado a las Torres Gemelas, hay analistas que advierten la presencia de un macartismo de izquierda- populista que adhiere a movimientos reaccionarios, retrógrados y hasta terroristas, como al régimen iraní u otros integrismos. Pero es tema para otra nota.
Los tijerazos de la Censura:
«El macartismo solo existe donde no existe el comunismo, o es muy débil. Estados Unidos es el país más rico del mundo y la Argentina todavía el país más rico y socialmente más sólido de Latinoamérica», observaba Da Mommio, lo que da cuenta de la relevancia de Argentina en esos momentos en términos económicos y culturales (era el faro del continente en materia en materia de publicaciones, con una numerosa clase media).
En 1965 se realizó un acto en el teatro Cómico promovido por la Asociación de Cronistas Cinematográficos. El mismo contó con la presentación de Bonardo y convocó a una nutrida concurrencia; entre muchos otros estuvieron el actor y director Sergio Renán, Santiago Gómez Cou, y la escritora Beatriz Guido con el lema de combatir al Comité de Calificación Cinematográfica. Una delegación de artistas fue a ver al vicepresidente Carlos Perette, quien había conseguido en el Senado el proyecto de derogación del decreto de censura implementado en la administración Guido. A poco de iniciarse la reunión, Perette telefoneó a su correligionario Arturo Mor Roig -titular de la Cámara de Diputados y asesinado en los 70 por terroristas guerrilleros- para que se comprometa a hacer lo propio en la Cámara Baja; pero al mismo tiempo, una Liga de Madres de Familia fue a ver al presidente Illia quien trató de poner paños fríos. «Considero que no existe ningún factor natural de perturbación, pero si algunos creados artificialmente e inconsistente», sostuvo el mandatario.
La semana siguiente en otro evento encabezado por Luisa Vehil (actriz partidaria del entonces oficialismo) mencionó los avances del grupo anticensura, con evocaciones a Churchill y Esquieu y Bonardo leyó cartas de adhesión enviadas por Federico Fellini, Luchino Visconti y Henri Langlois (director de la Cinemateca de Francia), Lars Magnus Lindgren (director de Adorado John). Finalmente la Comisión de Educación y Asuntos Constitucionales aprobó la abolición de la censura. Claro que pronto llegaría la dictadura de Juan Carlos Onganía y en materia de cultura y libertades en la Universidad vendría la noche, las agrupaciones de ultraderecha de alguna manera pasaron a segundo plano (al identificarse con las políticas del nuevo gobierno); y tanto la ultra-izquierda como la derecha peronista se radicalizarían a través de bandas armadas.
N de la R: Un estudio de Carlos Hudson explica la radicalización del gobierno de Guido a instancias del titular de la cartera política Enrique Rauch (a cuyo accionar se oponían por ejemplo Oscar Camillión y Carlos Florit) En esos tiempo, considera Hudson, se vivió una experiencia macartista cuando por ejemplo en diversos procedimientos con motivaciones ideológicas se detuvo a Marcos Merchensky, Rodolfo Puigros, Samuel Sivak, Sábato, entre otros..
Para concluir, un apunte cómico sobre la irónica reacción de víctima de FAEDA:
El director de cine, José Martínez Suárez, quien había sido catalogado de comunista (por su pertenencia a la Consejo Argentino por la Paz), envió desde Chile una carta renunciando a la Dirección de Asuntos Cinematográficos para no poner en problemas a sus colegas.
Por unanimidad, la Comisión Directiva de esta última entidad decidió contestarle en el mismo papel en que aquel envió la renuncia, con las firmas de Mario Soffici, Lucas Demare, Carlos RInaldi, Antonio Ber Ciani, Rodolfo Khun, Ricardo Alventosa y Daniel Tinayre, esta concreta y expresiva respuesta: ¡METETELA EN EL CULO!
Segundo Figarillo

