El tenis como estilo de vida

El court desplegado como un plano, el aroma a polvo de ladrillo recién regado, el sonido de los distintos golpes tal si fueran notas musicales, las empuñaduras buscando dibujar efectos con la raqueta, la bebida bien fría en los descansos; todos los sentidos se hacen presentes o evocan al juego maravilloso llamado tenis.

En un reciente curso de formación narrativa, aquellas fueron de las primeras imágenes y sensaciones que me vinieron a la mente.

En el tenis se combinan atributos como la técnica, el físico y lo mental prácticamente en un 33 %, más la suerte de encontrarse con una raqueta y la motivación para practicarlo. Es cierto que el déficit en algunos de los tres aspectos se pueden compensar; mas en el plano competitivo (no necesariamente profesional) es imposible evolucionar sin ellos.

Además de habilidad para desenvolverse en el juego, el tenista debe tener algo de gimnasta, de ajedrecista y porque no de filósofo. Para disfrutar del llamado deporte blanco hay que de alguna manera pensarlo, no solamente pasar la pelota sobre la red e insertarla en el campo rival; como en el juego de reyes, caballos y alfiles, siempre hay que estar atento a la eventual movida siguiente de quien está del otro lado.

Nuestro deporte tiene la peculiaridad de en principio ser individual lo cual insufla el sentido de responsabilidad; el aprender a manejarse solo, a resolver situaciones. Más allá de la presencia del coach registrando el partido, en definitiva es el jugador quien debe decidir dentro del court. En ese sentido el deporte de las raquetas tiene un símil con el boxeo, en el cual como decía Ringo Bonavena cuando suena la campana te sacan hasta el banquito.

A la vez presenta la variedad del dobles muy empleado como deporte social, incluso más que el singles en personas de mayor edad y relevante en las competencias por equipos (de Interclubes a Copa Davis). En el profesionalismo la especialización en duplas es una inteligentes alternativa adoptada por ciertos jugadores.

Existen numerosas maneras de aproximarse al tenis; una de las más comunes es la familiar o tradicional a través de padres, abuelos o tíos que pertenecen a un club de o con tenis y que acercan a los menores para empezar a través de escuelitas o los llevan a practicar con ellos, o una vía para el encuentro de amigos. Lo ideal desde luego es arrancar de chicos (con clases individuales o grupales) de la mano de un profesor para explorar la técnica, hasta con el tiempo ir sumando la táctica y finalmente las estrategias.

Suele afirmarse que es una actividad cara, pero en países como la Argentina en que (ya desde tiempos de Guillermo Vilas) en cierta manera se ha masificado, existen canchas públicas o centros municipales que ofrecen clases gratuitas. Es cierto que a medida que crece el jugador su carrera depende mucho de la economía coyuntural del país y es complicado conseguir sponsoreo; pero podríamos decir que en todas las actividades hay límites de diverso tipo, obstáculos a vencer desde lo monetario o barreras de otro tipo.

A veces es una cuestión de resistir la adversidad, tomar riesgos o encontrar la veta que a uno le permita permanecer en el mundo del tenis, tema tan extenso que merecería un artículo aparte.

Alma y Materia – Sol y Luna

Yo tenía nueve años cuando a través de las imágenes en blanco y negro, la radio y los medios gráficos seguí las incidencias de la final del Masters de Australia que ganó Guillermo Vilas. Mi padre, ingeniero civil, me vio tan entusiasmado que le pidió a un pintor de sus obras Hugo Vega (nunca me voy a olvidar su nombre) que dejó de competir por un problema en la vista- si me podía enseñar a dar los primeros pasos; alquilamos por un par de horas una cancha de cemento, en verdad un poco despintada, y Hugo me prestó una raqueta Wilson de madera…»Si agarrás la raqueta de determinada manera, flexionas la rodilla, agarrás la ball en el momento justo…etc, las cosas salen naturalmente. Y el juego me atrapó para siempre.

La imagen de Vilas, su look -con vincha y muñequera-, la lectura de su autobiografía: «Quien Soy y Como Juego» (en la que cuenta los inicios en el forntón, y luego de la mano de Felipe Loccicero); seguir sus hazañas por El Gráfico, hicieron el resto… En este punto cada cual tendrá su punto de partida y de recreación en su vínculo con el tenis.

En la mañana primaveral y soleada, Germán, un treintañero que tras un parate había vuelto a jugar, fustigaba contra si mismo, se quejaba de la cancha, no le salía una. Empezó a practicar el saque pero no la embocaba en el cuadrado opuesto,a l quinto resoplido el profesor lo frenó en seco: «Esperá ahí, poné la raquera en el suelo, quedate parado, tomá aire y cerra los ojos»; en cosa de segundos cruzó al otro lado de la cancha donde estaba el alumno. «¡¿Sabés cuanta gente daría cualquier cosa por estar jugando tenis a las 10 de la mañana?! Disfrutá del juego, relajate, sentí que es un momento irrepetible.

Y todo empezó a fluir.

Tiempo después, en una noche invernal, Néstor empleado en una consultoría volvió frustrado a su casa por cuestiones que tenían que ver con el trabajo y el amor. A cuatro cuadras de la casa tenía una cancha de tenis donde a veces jugaba los fines de semana, llamó a un amigo al que hacía tiempo no veía y a la media hora estaban peloteando. Le costó mucho en principio concentrarse, pero a medida que entraba en calor fue tomando el control de si mismo; se generó como un diálogo interno, una especie de desafío consigo mismo; y así se fueron desplazando los pensamientos negativos a medida que golpeaba la pelota. A la salida le propuso a su compañero anotarse en un torneo de dobles.

Mercedes, separada que vivía con una hija de ocho años, nunca encontraba tiempo libre para jugar, encima le costaba encontrar gente de su nivel ya que había competido en Córdoba desde donde hacía un par de años había venido a vivir a Villa del Parque. Se enteró que cerca, en el club Comunicaciones, los sábados había clases grupales y se inscribió. Después de practicar se quedaba peloteando y haciendo partidos con chicas y hombres a los que les jugaba de igual a igual. Muchas veces la mujer paraba para comer algo en el buffete y las sombras del atardecer la encontraron haciendo saques, devoluciones y voleas.

Las citadas son anécdotas de tenistas amateurs en las cuales uno no suele detenerse, quizá encandilado por el glamour de los grandes torneos y los campeones del ATP o WTA Tour, claro que ellos y ellas son una excepción y no la regla. Demos una vuelta entonces por el mundo del tenis profesional.

El éxito al alcance de todos

«La vida es una moneda, quien la rebusca la tiene; ojo que hablo de monedas y no de gruesos billetes..«, entonaba Juan Carlos Baglietto aquel famoso tema de Fito Páez.

Después de todo… ¡¿Qué es el éxito!? se preguntaba Ignacio Asenzo (entrenador y capitán en varias etapas de los equipos argentinos juveniles) en diálogo por Instagram con el destacado profesor Daniel Spatz (con experiencia en Argentina, Perú y Estados Unidos). «Quizá me hubiera gustado llegar más alto como jugador, pero al fin y al cabo siempre pude vivir del tenis que es lo que más me gusta en la vida, en ese plano me considero exitoso», afirmó Asenzo.

En mis tiempos de secretario de redacción de la revista Tenis Mañana se desarrollaban secciones sobre diversas maneras de abocarse al tenis: Jugadores top, el circuito de menores con sus posibles futuras estrellas, quienes optaban por ingresar al tenis universitario (a la par de los estudios) en EEUU, los Interclubes en Europa, coaches, entrenadores, profesores;,preparadores físicos especializados, árbitros, encordadores, psicólogos deportivos, organizadores de torneos, cancheros, y hasta periodistas que contaban sus coberturas. Casi todos entusiasmados y buscando progresar en sus actividades.

Informe publicado en Tenis Mañana

Pasa un poco por la autoestima, el sentirse cada uno que es insustituible. Está en el maestro y el padre hacerle comprender al chico que no todos pueden ser Sabatini, Nalbandian o Del Potro, que cada uno tiene sus herramientas para desenvolverse. Los ídolos pueden buscarse como espejos en cuanto al esfuerzo, incluso emular los gestos, pero no al punto de imitarlos.

Franco Davín (quien fuera coach de Gastón Gaudio y de Delpo cuando ganaron Roland Garros y el US Open respectivamente) comentaba que era frecuente en tiempos de la Vilasmanía que todos quisieran jugar como Vilas, entonces los profesores buscaban adaptar el juego del pupilo al de Willy (mucha potencia, top spin, etc), pero ocurre que cada uno tiene sus características y en base a las mismas hay que encontrar el patrón de juego, no al revés.

Etica y esteticaFair play y belleza

Los tiempos han cambiado y con el auge del profesionalismo algunas costumbres también. Por ejemplo, era inadmisible que un jugador festejara una doble falta o el error no forzado del contrario; salvo en Copa Davis lo mismo ocurría con el público.

Sin embargo, el fair play sigue estando presente en quienes adoptamos el tenis como deporte favorito.

Un testimonio en ese sentido, lo ofrece el periodista Rolando Hanglin en un capitulo de «El Hippie Viejo», titulado sencillamente Tenis.

«Somos una familia muy tenística -arranca Hanglin- Los principios de la ética tenística se nos han grabado a fuego, la norma de cantar out cuando la pelota fue mala es un imperativo elemental. Y decir sorry cuando algo resulta adverso nos parece inevitable. Una persona que roba tantos es indigna de nuestra confianza y basta».

Más adelante se refiere al espíritu del tenis: «Cuando mi madre hablaba de alguien que andaba bien en la vida, decía: «Fulanito se encuentra regio, ha vuelto a casarse, se compró un auto, juega al tenis…» Y este «juega al tenis» era la guinda del postre.. Demostraba que Fulanito estaba bien en el cosmos… Mi tía Norah sostiene:»Zutano no está nada bien, no juega más al tenis…Para mí, para mí madre, para mis hermanas y tías, jugar al tenis es la culminación de una vida en armonía».

Continuando con sus apuntes familiares, agregaba citando a una prima: «El tenis es un arte de enorme belleza, una puesta en práctica del Zen a través del viaje de la pelota y su milagrosa sincronía con un encordado y ciertas líneas blancas. Las piernas se deslizan, la cintura se dobla, el torso gira, el brazo sostiene fuerte la raqueta, se oye poc, la bola vuela rauda sobre al red, se ven al fondo los pinos, el ligustro el cielo azul y los pies corren acompasados sobre el perfumado polvo de ladrillo, y otra vez poc«.

En el club Discóbolo de Ramos Mejía

El conductor radial (ahora en AM 630 Rivadavia), agregaba una curiosidad acerca de alternar con jugadores de distinto sexo. «Es lindo jugar con mujeres porque la mujer no remata, ayuda que los tantos sean mas largos, si es una buena jugadora el partido es mas enconado».

Y acotaba sobre la particularidad del vínculo generado por éste deporte:»Tengo amigos del tenis, fútbol, boxeo, periodismo… ahora bien, el tenis establece una amistad condicionada, con reglas. Los otros deportes son una historia diferente».

De una entrevista que pude realizarle para radio Belgrano a Hanglin -reproducida por la revista Smash-, subrayé éste párrafo: «El tenis constituye una ética, pero sobre todo una estética de la vida… Un partido puede resultar nada brillante, pero el procedimiento es muy artístico; el que juega al tenis tiene un universo brillante y bonito».

Tal vez -concluía RH en el libro- sea un fetichismo propio de una familia convencida de que la gente es feliz cuando juega al tenis y está bien; pero lo acepto y reafirmo: la gente anda bien cuando juega al tenis, y cuando juega al tenis… anda bien.

Mi entrevista radial a RH reflejada en la revista Smash

Por su parte, Hugo Borra ,quien cumplió medio siglo como coach de tenis, vincula conductas del juego a la relación humana. «Una manera de salir de problemas o pedir disculpas es pararse de fondo y tratar de meter pelotas, no llevarse todo por delante, pensar y corregir errores. Hago meditación, la respiración consciente como un cable a tierra es muy importante…Como diría Joan Manuel Serrat, la vida ha tomado conmigo un café, y me ha permitido jugar al juego que mejor juego y que más me gusta”.

Enseñar, formar jugadores, entrenar, guiar, inculcar valores y principios de vida dentro y fuera de la cancha -afirma Borra-, ha sido siempre una fiesta para mí; el tenis me dio todo eso, y mucho más.

Un apartado sobre el observador, el público es cada vez más grande dada la cantidad de eventos que se transmiten por TV y por la web; las redes sociales generan repercusión y el periodismo especializado crece en cantidad; aunque al quedar las emisiones en manos de una o dos cadenas televisivas, su difusión se torna un cuasi monopolio. Es un deporte de los que más rápido acogió la tecnología (con el llamado «Ojo del Halcón») que minimiza al máximo los errores arbitrales, y están en debate algunos cambios reglamentarios que periódicamente se van probando.

El relator uruguayo Victor Hugo Morales, nos confiaba en un diálogo que en cada gira que hacía para transmitir fútbol o viaje por otros motivos, pocas cosas le fascinaban más que ver un torneo entre raquetas: «Puesto en espectador no hay como el tenis», afirmó Victor Hugo, y remataba: «Me encanta la estética y la geometría del juego».

Alguna vez, jugando en el piso más alto de un edificio que había en avenida Santa Fé, en las canchas entre las autopistas, en las brainstorming que armamos en la redacción de un magazine, en las charlas con otros amantes del tenis nacionales y extranjeros así como conectando todos los rubros de la actividad, fantasié con una especie de Ciudad del Tenis sin sede en ninguna parte y ramificaciones en todos lados; con los principios como columnas y debates al estilo de la Asamblea ateniense. Por eso a mis espacios de difusión a través de diversos medios les puse Tenispolis.

El número cero de una web que quedó en suspenso

Por último, los grandes referentes transmiten un gran amor al tenis. No hay más que detenerse en las manifestaciones realizadas por Roger Federer, Rafa Nadal o Novak Djokovic

«Llevo el tenis en la sangre», expresó alguna vez Ivan Lendl; «la pasión que mueve cada una de mis células», expresó Vilas; Pete Sampras memoraba los afectos que le marcaron el camino en sus inicios en California y las dudas iniciales -del siete veces campeón de Wimbledon y cinco del Abierto de los Estados Unidos- acerca de si dedicarse al tenis iba a ser su destino.

La mejor jugadora argentina de todos los tiempos Gabriela Sabatini así narraba sus comienzos: «La pelota volaba tan rápido en la cancha que apenas podía verla…Yo estaba tan entusiasmada. ¿Qué era este juego tan maravilloso?… No pasó mucho tiempo para que el tenis fuera el centro de mi vida. Me despertaba todos los días pensando en el tenis. Cuanto más jugaba mas fácil era el juego y más ganaba era divertido de principio al fin. de los seis a los ocho años jugué cada minuto que tuve libre… leía sobre jugadores famosos o los veía por televisión».

Otro gran convocante en nuestro país, en su caso del tenis sobre silla de ruedas es el «Lobito» Gustavo Fernández consagrado en Roland Garros y Wimbledon. El Weelchair Tennis está muy ponderado y difundido por la ATP y WTA. Hay también actividades de tenis para ciegos; y chicas/os con síndrome de Down, una de las dedicaciones de la ganadora del USOpen Juniors del 77, Claudia Casabianca.

Los mejores del ranking suelen ser tomados como modelos por chicas y chicos que forman clubes de fans o cuelgan el póster del ídolo en la pared, a los mencionados podremos sumar muchos más; sin embargo, no son aquellos los únicos referentes. Hay ex jugadores, analistas, jueces de silla, docentes, dirigentes que son tomados como espejos dignos de ser reflejados. Incluso hay casos de actitudes o actividades ejemplares fuera del tenis. La lista es amplia en este sentido.

Guga, tricampeón de R Garros dibujaba un corazón en la Philippe Chatrier

Odio quiero más que indiferencia

Obviamente en el mundo del tenis no todo es color de rosas, ni mucho menos.

Existen desencantos, frustraciones que llevan al afectado a tornarse hostil con una actividad en la que había puesto sus ilusiones. Más allá de no haber recetas, depende de la concepción de cada uno como toma las cosas y en este punto es fundamental el entorno familiar y profesional que rodean a la persona.

Muchos grandes jugadores se saturaron; o abandonaron un tiempo por no conseguir los objetivos; a veces es lógico sentir que se cumple un ciclo; o cansarse de la presión.

En un crudo testimonio Andre Agassi disparó: «Odio el tenis»; y profundizando el enigma, sentenció: «lo odio con una oscura y secreta pasión».

Pero si se lo lee atentamente, su vida está empapada de enormes emociones que lo ataron a este deporte, gracias al cual no solo ganó mucho dinero, le sirvió para trascender a prueba de esfuerzo y error, pregonar sus ideas, conocer personajes como Nelson Mandela, encontrar la estabilidad con la tenista alemana Steffi Graf.

Aquella frase parece remitir al bolero: «Odio quiero más que indiferencia«, porque en definitiva pudo y supo escuchar las alarmas para cambiar en el momento justo.

La apelación de Agassi al tenis hace recordar lo que le decía Charly García a la chica de Peperina: «Te odio, te amo, dame más»

Ilustración para un evento en Dubai. EL tenis gira sobre el universo.

P.D: Crédito de la foto de tapa: Del muro de Cancha de Tenis/Tennis Court.

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