Paul Auster y Siri Hustvedt se conocieron cuando él tenía 34 años y ella 26 (en Diario de Invierno Auster citaba la fecha:23/2/ 81). Ayer hablaron sobre la convivencia, el modo en que se generan sus obras y los mecanismos de escritura. También acerca de la situación política en Estados Unidos, donde según la autora norteamericana «la democracia corre peligro». Ambos se refirieron sobre los recuerdos de sus diferentes visitas a la Argentina. Ocurrió en la jornada del cierra del Filba, bajo la coordinación de Nicolás Artusi.
«Muchas personas dicen que los escritores no deberían casarse porque no pueden vivir bajo el mismo techo, etc, etc; se equivocan» afirmó sonriendo Paul Auster (en relación a los lugares comunes y sus cuarenta años de convivencia con Siri Hustvedt). «Somos nuestros primeros rspectivos lectores, una especie de editores in house. No sale nada de casa sin la aprobación uno del otro».
En nuestro caso el matrimono es un «diálogo continuo vinculado por nuestra la pasión por la literatura», agregó la escritora de orígen escandinavo.
La conversación inició con la preocupación sobre la actualidad política y la crisis disparada por la pandemia.»La democracia está en peligro. Hay una pelea entre el individualismo extremo y la realidad social (la persona sin límites y la salud pública), deslizó Hustvedt; en tanto Auster fue muy duro con los antivacunas a los que calificó de «potenciales suicidas o asesinos» .
Luego el intercambio transcurrió por varios andariveles: la autora de Las Mujeres que miran a los hombres que miran a las mujeres, reflexionó en voz alta en relación a que pudo superar la misoginia hacia las escritoras cuando se dio cuenta que no era algo personal, sino relacionada con el género».
Cuando se les preguntó que es ser para un escritor tener éxito; Auster lo vinculó con que sus libros están impresos y pueda entrar a una librería y encontrar obras que escribió hace treinta años; en tanto su esposa lamentó cuantos autores son ignorados con el paso del tiempo: «Los libros perdidos son el aspecto más triste de la cultura… Muchas personas de color que fueron olvidadas: Con los cánones literarios hay que tener cuidado porque los suelen establecer personas que ocupan posiciones de poder en la cultura con avidez de exclusividad”.

Costumbres literarias
Con concepciones de fondo similares, tienen mecanismos de escritura diferentes; el neoyorkino contó que escribe primero sobre la hoja («necesito presionar el lápiz sobre el papel para pensar o convocar las palabras»), después lo hace en una máquina de escribir, y al final alguien se lo pasa en la computadora antes de entregarlo al encargado de la editorial.
En cambio, la narradora de Recuerdos del Futuro no escribe a mano; por el contrario -espetó- «divorciar el cuerpo del teclado me da una sensación de distancia y objetividad«.
Auster se levanta entre las 6,30 y 7 escribe hasta el mediodía cuando se toma un recreo para comer un sandwich o toma un almuerzo rápido y retomar hasta tipo tres o cuatro de la tarde a corregir; ella también, aunque utiliza la tarde para la lectura (realiza también actividades como académicas y dictado de maestrías).
«Terminamos el día exhaustos como bultos en un sofá, viendo viejas películas en blanco y negro», apuntó Auster; y coincidieron en que no leen de noche.

Hustvedt, al referirse a como se oríginan las ideas de sus obras, confió en que siempre el disparador es una imagen o foto; «como en Todo cuanto amé lo primero que le apareció fue la imagen de una señora muy gorda acostada en una cama y muerta y después un pintor de retratos…»; en cambio a Auster ello le ocurrió en una sola oportunidad. «La mayoría de las novelas me llevan años de gestación antes de escribirlas. No salgo a buscar historias, son ellas las que me encuentran. A veces hay personajes que aparecen en mi cabeza y cuando no quiero seguir pensando en ellos es como que me dicen que no los abandone, y comienzo a explorarlos. Puedo tener un plan, pero recién una vez que estoy escribiendo».
«Creo que lo más importante de un libro es la primera oración», sostuvo Auster quien evocó el comienzo de Moby Dick de Melville: Llámenme Ismael; Artusi y Hutvsved se complementaron mencionando el inicio de Lolita de Nabokov: «Luz de mi vida, fuego de mis entrañas«. Los entrevistados compartieron que lo más angustioso el cierre cuando uno después de 30 segundos de éxtasis queda insatisfecho,hasta que llega un momento en que siente que no puede agregar nada más. «Después al leer algo que hemos escrito se puede encontrar la semilla que lo originó», indicó la escritora de padres noruegos.


Argentina: La luz, el tango y el psicoanálisis
Auster recuerda que la primera vez que estuvo en nuestro país (después vino en otras oportunidades) fue en 2002, plena crisis, y que le sorprendió como se recurría a salidas ingeniosas como el trueque; también le encanta la luz de Buenos Aires, el tango, la comida (hizo una broma de un mozo que estaba encantado con Siri y le dijo ¡»Te doy lo que quieras, excepto dinero porque no tengo!). Asimismo, se mostró contento con la cantidad de amigos que pudieron hacer en la Argentina.
En tanto, la autora de El Mundo Deslumbrante destacó el lugar de importancia que en la ciudad porteña tiene el psicoanálisis. Y añadió con un toque de humor «Allí subís a un taxi y el conductor hace terapia».
A continuación la conversación completa: