El encuentro virtual de las democracias convocado a instancias del presidente norteamericano Joe Biden -que acaba de concluir con la participación de un centenar de países- transcurrió entre el entusiasmo de algunos observadores preocupados por el avance de los autoritarismos; y la desconfianza de otros que cuestionaron tanto los resultados como la vara tomada para incluír o excluir a los diferentes estados de esta especie de alianza internacional.
La selección de los participantes fue el aspecto más complejo de consensuar, ya que por ejemplo fueron de la partida países de dudosas credenciales democráticas como Pakistán o Filipinas, quedando afuera otros como Bolivia o Guatemala.
Pero en este punto, a nadie escapa que la señal más potente fue la exclusión de las deliberaciones de dos grandes potencias como China y Rusia que se manifestaron indignadas -a través de un artículo publicado en la revista National Interest– por sus embajadores en Norteamérica quienes sostuvieron que «ningún país tiene derecho a juzgar según un único criterio», acusando a Biden de manejarse con una «mentalidad propia de la Guerra Fría». China también se mostró exasperada por la invitación a Taiwan.
La iniciativa del jefe de la Casa Blanca se justificó en la necesidad de abrir un espacio de unión que rescate la necesidad de afianzar las democracias ante el avance que en el mundo registran los autoritarismos, y lo que ello implica como amenaza a las libertades en sus diversas manifestaciones (en algunos casos básicas).
En cuanto a Latinoamérica, quedaron fuera de la lista: Cuba, Venezuela (si fue incluido Juan Guaidó), Nicaragua, Haití, Guatemala, Honduras, El Salvador y Bolivia. En este último caso, se deslizó que influyó «el tratamiento recibido por la ex presidenta Jeanine Añez».
Hubo voces críticas acerca de la inclusión de Jair Bolsonaro; sin embargo existe un consenso acerca de que aún con un populismo extremo, el sistema no se ha perdido y el año que viene habrá elecciones democráticas en Brasil. «Países con democracias imperfectas como Colombia y Brasil han sido invitados, porque hay un reconocimiento a una voluntad de encontrar espacios comunes,», dijo Diego Area, miembro del Atlantic Council, al programa Corresponsales en Línea que se emite por Radio Ciudad; agregando que en el caso de Brasil se trata de un «aliado crucial para la protección de la democracia en el hemisferio».
Lo propio expresó en relación a la Argentina, así como el beneplácito que el titular del Ejecutivo, Alberto Fernández, haya intervenido (condenó desde su punto de vista el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia).
La política internacional del actual gobierno argentino es errática respecto a gobiernos como los de (Nicolás) Maduro o (Daniel) Ortega, pero básicamente los mecanismos de alternancia democrática funcionan.

Defensa de valores o real politik
Area rescató la convocatoria de Biden y se mostró contrario a que se actúe con un purismo exacerbado siendo lo primordial evitar que países democráticos tomen como referentes dictaduras del estilo de Cuba o Venezuela. «Las ideologías radicalizadas son enemigas de la democracia. Tenemos que fortalecer los espacios moderados de izquierda y derecha que respetan las instituciones democráticas»
Es cierto que para países que basan su economía en los comodities, China es el principal socio, y una disputa con esa potencia sería inconveniente (tampoco el gigante asiático suele pedir «adhesiones políticas» a cambio de negocios) ; sin embargo EE.UU mantiene un liderazgo continental siendo fundamental la relación con ese país por su influencia en los paquetes de ayuda en relación a las deudas soberanas, así como por la importancia del intercambio a través del visado.
De acuerdo al analista de El Nuevo Herald, Andrés Oppenheimer «el error de los críticos es detenerse en la discusión de las convocatorias, en lugar de la cuestión de fondo… Biden merece crédito por haber llamado la atención mundial sobre la alarmante erosión de la democracias.
La censura implacable aplicada por el régimen de China, así como la opresión en Rusia a los opositores y el aparato de fake news es innegable.
En un sentido similar, el profesor de la Universidad de Buenos Aires, José Luis Gargarella, ponderó la iniciativa de Biden «que se abra un amplio espacio para pensar la democracia en tiempos en que asechan los autoritarismos resulta valioso».
Gargarella sostiene que no se pueden ignorar las cuestiones de real politik implicadas en la convocatoria (como la disputa de EEUU con China por la hegemonía), ni se le escapa la polémica generada acerca de particularidades de la clasificación de países entre democráticos o autoritarios, pero rechazar la iniciativa por estos cuestionamientos es metafóricamente tirar al bebé con el agua sucia (en lugar de salvar al bebé). La Argentina, una nación que hace más de dos siglos tiene una tradición y -con todos los problemas- trata de consolidar una república democrática tiene seguramente cosas para tomar y aportar.
Hay también observaciones acerca de acontecimientos como la toma del Capitolio o el desconocimiento de (Donald) Trump de los resultados electorales que pondrían en duda la ejemplaridad norteamericana en materia de democracia; sin embargo desde otra mirada resultó una prueba para la fortaleza de las instituciones; también están quienes apuntan a los recientes malas políticas de Biden respecto a la inmigración haitiana o la salida de Afganistán, y sostienen que las democracias europeas (caso de Francia o Alemania) están más consolidadas.

Pros y contras
Pero en efecto, para los líderes europeos democráticos puede resultar una buena herramienta este tipo de encuentros, y en el futuro compartir la convocatoria junto a EE.UU.
Por ejemplo, el populista autoritario Vikktor Orban fue excluido por el Departamento de Estado pese a ser Hungría parte de la Unión Europea (que encabezará el premier francés Emanuel Macron desde inicios de 2022). En un adjunto a la convocatoria de Biden, se indicó que entrar o no en la lista no es una situación pétrea para siempre, sino que el status democrático está en permanente revisión.
Michael Abramowitz titular de la agrupación Freedom House consideró que las falencias que atraviesa Norteamérica «no debería disuadirlo de difundir sus valores centrales donde el autoritarismo y el populismo han cobrado impulso, siempre que se lo haga con humildad…Sin el compromiso de EEUU y sus líderes la causa de la democracia no avanzará».
El gobierno estadounidense prevé una inversión de 425 millones de dólares para apoyar a medios de comunicación independientes en el extranjero, combatir la corrupción y ayudar a activistas civiles promover tecnología y mecanismos para elecciones transparentes. Quizá se trate de una movida de política interna haciendo hincapié en los valores sobre los que el país del Norte fundó su prestigio y que amplios sectores desafían dentro del mismo territorio. Tal vez hasta sea un pedido de solidaridad mundial entre democracias.
En su ponencia, Biden resaltó proyectos propios como el Plan de Rescate, la ley de infraestructura bipartidista, así como avances en materia de justicia racial y la próxima aprobación de la ley “Build Back Better”, con la cual aspiran expandir la red de seguridad social. Como vemos muy distinto al discurso de los Bush y (Bill) Clinton promoviendo las bondades del Consenso de Washington. Otra era.
La convocatoria fue renovada por Biden para el año próximo, aunque afrontar los desafíos de la crisis democrática llevará seguramente mucho tiempo más.
C.R
Acreditado.com.ar