Cuando hablaron las raquetas en el Australian Open que acaba de concluir (agitado por el caso Djokovic); Rafael Nadal no solo alcanzó la marca más alta en la historia de cantidad de títulos de Grand Slam en singles masculinos (21) -destrabando provisoriamente el triple empate con Roger Federer y Novak Djokovic-; sino también demostró en la final ante el N 2 del mundo, Daniil Medvedev, que si bien sus golpes y su gran estado atlético son algunos de los fundamentos de la extraordinaria carrera del manacorí, su fuerza mental no le va en saga. Es más, está en la esencia de su personalidad.

Las espinas de la rosa
En principio, sus pasos hacia la conquista deportiva del primer Major del año (su segundo en Australia) fue una epopeya; en septiembre de 2021 aún se apoyaba en muletas durante el proceso de recuperación tras ser operado. “Después de la operación no mejoré como esperábamos. Tardamos un poco más. Es ahí donde decidimos pasar a unas interacciones con factores para ver si mejoraba más, y ahí vi un poco la luz. Tras casi dos meses, empecé a entrenar un poco, a moverme algo más, tenía días mejores y peores”, comentaba el tenista.
«Desde los inicios de su carrera -detalla el diario digital Punto de Break- Nadal viene lidiando con el Síndrome de Müller Weiss, enfermedad degenerativa que le provoca una displasia (cambios anormales en las células) del escafoides tarsiano. Las plantillas que ha tenido que usar durante toda su carrera para poder jugar le ha provocado otras tantas lesiones en tobillos, rodillas y caderas. El precio a pagar por convertirse en leyenda de este deporte».

A fines de 2021, por si fuera poco tuvo Covid lo que retrasó su preparación, no estaba seguro de estar nuevamente en forma.
Con estas dudas, el español de 35 años inició la presente temporada en Australia obteniendo de manera invicta un ATP 250 (final ante el sacador norteamericano Maxime Cressy) tras seis meses sin jugar por el tour.
Encima buscaron hacerlo entrar en la polémica por la situación de Djokovic quien recurrió a la justicia ante la prohibición de participar del torneo (parecía se podía revertir hasta que finalmente el gobierno australiano le rechazó la visa). La postura de Rafa fue clara. Hay ciertas reglas que exigen cumplir, pero que ojalá el serbio pueda estar. El balear añadió que él se vacunó por consejos médicos (es decir dejó en claro que ya lo había realizado de manera voluntaria).
De todos modos, Rafa se mentalizó para competir y añadió que en definitiva «ningún jugador: (Ni Roger, ni Nole, ni yo mismo, ni siquiera Borg, etc) son más importantes que los torneos».
Ocurrió que el gobierno federal de Australia se involucró de una manera quizá desprolija, pero es harina de otro costal.

Carrera a la gloria
Yendo al Australian Open 2022, tras dos rondas accesibles, en las que no tuvo problemas, Nadal superó en cuatro sets a Karen Khachanov, en tres al francés Andres Mannarino, en cinco sufriendo un poco (tras quedarse con los dos primeros) frente al explosivo canadiense, Dennis Shapovalov; simplificando las cosas en la semifinal frente al 7 del mundo, Matteo Berrettini, llegando entonces a la definición con el indescifrable y ya consagrado Daniil Medvedev, ultimo campeón del US Open (cuando impidió que Nole sume su Major 21) y en cuyo torneo estuvo a punto de birlarle en 2019 la corona a Rafa en un partido impresionante.
Ver la final del domingo pasado fue como estar en una montaña rusa, tras la primera manga por 6-2 para el ruso que parecía implacable, Rafa se adelantó en el segundo parcial 5-3 sacando para el mismo, tuvo hasta set point pero Daniil lo llevó al tie break en el cual también Nadal se adelantó 5-3, pero lo revirtió Medvedev poniéndose dos sets a cero.
El tenista ruso, de temible revés a dos manos y drive a las líneas parecía acariciar el título, más cuando en la tercera manga, Rafa sirvió 2-3 y 0-40, o sea cediendo cualquiera de los tres puntos que venían Rafa quedaba al borde del precipicio, pero el zurdo de Manacor jugó con notable inteligencia el servicio y la secuencia de tiros posteriores, especialmente con su derecha. El tercer y cuarto set fueron para el manacorí por 6-4 y todo el drama quedó para el set decisivo.

En el quinto set, Rafa quebró y sacó 5-4 para el match, estuvo 30-0, pero se trabó, dejó de soltar el brazo y ese lapsus lo puso en las puertas del tie break, sin embargo retuvo el servicio y en el game siguiente de devolución volvió a quebrar para servir 6-5. Entonces ya no flaqueó, para quedarse con el Major australiano por segunda vez (tiene además 13 Roland Garros, 2 Wimbledon y 4 U.S.Open).
Se trató de la primera final de éste certamen en que se revierte un 0-2 en sets.
No fue el mejor partido de Rafa, estuvo menos efectivo con el saque para conseguir punto directos y en algunos tramos no eligió bien los lugares para concluir el tanto.
Sin embargo, sacó de la galera su espíritu de competencia y la experiencia en este tipo de lides, tomando mejores decisiones y dominando mejor que el rival la tensión en los peloteos claves.
Su pensamiento no se desvió nunca de la meta; con máxima concentración sabiendo que un partido nunca está perdido, y que jugar a cinco sets da un margen como para buscar los resquicios que hagan posible una recuperación (suele decirse que jugar a cinco sets como generalidad es un plus para los más grandes).

La estructura de un campeón
Rafa deslumbró al mundo desde muy joven. Ya en 2005, con 19 años -envuelto en largas bermudas, musculosas y pelo largo- consiguió su primer Roland Garros en 2005 (final al argentino Mariano Puerta). Venía de ganarle en Roma, en una célebre definición al Mago Coria. Ya se le notaba el fuego sagrado.
Su enorme resistencia física, su indomable manera de pegarle a la pelota cepillándola con un drive profundo y poderoso, un revés a dos manos desequilibrante, un saque que fue progresando hizo que le atribuyeran el mote de «la Fiera».
Pronto llegaron los duelos con Roger Federer -y aquel triunfo en 2008 tomando revancha del suizo cuando anochecía sobre el césped de Wimbledon-, sus disputas (alternando victorias y derrotas) con Djokovic cuando el serbio se iba poniendo en escala Big 3, partidos memorables con Nalbandian, Delpo, Murray, Wawrinka, sus récords en Copa Davis, son parte de la épica, pero como demostró el fin de semana la leyenda continúa.
Todo esto viene a cuento de poner en el centro de ésta nota, la cuestión de su mentalidad asombrosa.
Hace casi una década, la revista de Il Tennis Italiano preparó un informe sobre la mentalidad de Rafa aplicada al juego, titulada nada menos que Dentro la testa di Nadal donde se ponía de relieve la enorme influencia de su tío Toni y extractaba conceptos de un libro que este último había firmado con el filósofo Pere «Sirve Nadal, responde Socrates». Algunos de los conceptos que llegaron al corazón de Rafa Nadal:
- El talento es necesario, pero nunca suficiente.
- No ser autocomplaciente, pero tampoco la crítica autodestructiva.
- Evitar el error es imposible, pero hay que evitar cometerlo en los momentos cruciales.
- Enfocarse en el presente inmediato, postergando pensamientos sobre el futuro.
- Ser sobre todo una Persona, y en segundo lugar alguien destacada en el deporte.
La influencia del tío Toni todos los años que lo formó (mucho más que como un coach) y fue determinante en las concepciones de Rafa.
Suelen estar cerca suyo los padres (Ana y Sebastián), su hermana (María Isabel) y su antes novia, ahora esposa Mery Perelló; así como de un cuerpo técnico encabezado por Francis Roig al que hace años se integrara el ex N 1 del mundo, su admirado Carlos Moyá.
Tras la épica victoria de ayer frente a Medvedev, Rafa atribuyó parte importante de su éxito a la gente correcta que lo acompaña.

Cuando la mañana siguiente a obtener el Major australiano se lo consultó acerca de como sigue el calendario, el más grande sobre polvo de ladrillo de todos los tiempos deslizó que le gustaría estar en Acapulco e Indian Wells, pero ya verá…
“Ahora solo quiero disfrutar del momento, nunca sabes si esta será la última vez. Llevo dos años en los que apenas pude jugar y me encantaría poder disfrutar del tenis más este año.»
Y completó: «Mi amor y pasión por el juego siguen siendo grandes».
Y completó: «Mi pasión y amor por el juego siguen siendo grandes».
