Así lo reflejan varias encuestas y una investigación realizada por Acreditado. El éxito de los libertarios expresaría más una molestia con la «casta política» que el rechazo al estatismo.
Como el «vegetariano» que a escondidas va a comprar un kilo de asado, un alto porcentaje de los argentinos despotrica contra el empleo público, pero lo prefiere a tener que ganarse la vida en el sector privado. De estas contradicciones está hecha la sociedad argentina, y ni que hablar la política como el caso de los funcionarios que pregonan los logros de sus administraciones en educación y salud pública, a la vez que mandan a sus hijos a colegios privados y los anotan en las prepagas. Como publicitaba una tarjeta de crédito: Pertenecer tiene sus privilegios.
Al mismo tiempo, diversos relevamientos dan cuenta del notable crecimiento en la imagen positiva de referentes de la derecha liberal como Javier Milei y José Luis Espert quienes en la última elección parlamentaria consiguieron un escaño como diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires y el territorio bonaerense, respectivamente.
Dicha suba en las expectativas de lso libertarios la han reconocido especialistas en opinión pública de orientación tan diversa como Raúl Timerman (con una visión oficialista) y Eduardo Fidanza.(más bien crítico del kirchnerismo y que observa con preocupación el crecimiento del populismo de derecha); y aún cuando más de uno sospecha que el personaje del de los pelos parados está «inflado» por el oficialismo (para evitar que se alíe con la coalición Cambiemos) lo cierto es que si se presta atención a recientes declaraciones de los amarillos y analistas anti K, el temor es evidente.
En lo que divergen las opiniones, es acerca de los motivos de porque «prende» la figura, sobre todo de Milei.
El analista Julio Burdman -en diálogo radial con éste cronista tras las referidas elecciones de octubre del año pasado- consideró que ello obedece no solo al rechazo de la «casta política», sino en gran medida a una demanda de libre mercado, achicamiento del estado, así como de rechazo al déficit fiscal y a los planes sociales como causa que deja sin incentivos al empleo formal. «Algo muy parecido a lo que fue en su momento la UCD que lideró Alvaro Alsogaray», sostuvo Burdman.
Son muchos los analistas que han trazado paralelos de Milei y Espert respecto a Alvaro Alsogaray (más allá de las diferenciaciones de estilos). En principio coinciden en la defensa de la ortodoxia económica, el corte tajante del gasto público y de la emisión monetaria poniéndose en la vereda opuesta al resto de la clase política (lo hizo el creador de la UCD en relación a las fuerzas que integraban la Multipartidaria).
Pero a fines de los 80 y durante la década del 90, en la sociedad argentina se imponía una cosmovisión liberal en lo económico que respaldó el fenómeno de las las privatizaciones y las desregulaciones que se fue desgastando y eclosionó en la crisis del 2001 el estatismo volvió a predominar en las tendencias del argentino medio. ¿Estaremos en un punto de inflexión, o de retorno al espíritu post caída del Muro de Berlín? ¿está a punto de haber tocado la aguja un extremo del péndulo para girar hacia el otro?
Hay un innegable auge de las derechas en nuestro país -y en gran medida en el mundo-, pero más que nada parece tratarse de una cuestión cultural («la rebelión es de derecha», la frase de moda) y en este clima reinaría un espíritu que exalta el individualismo y el rechazo a la burocracia.
Sin embargo, cuando se ahonda en la cuestión laboral los números sorprenden: El grueso de la gente, prefiere trabajar en el Estado o en alguna actividad relacionada con el mismo que en el ámbito privado. Es más: Muchos de quienes están en la órbita estatal comprenden que es necesario hacer una reforma…siempre que no los incluya.
Datos: Haz lo que yo digo…
La paradoja se desprende con toda crudeza de un amplio de un informe encabezado por Augusto Reina (ex presidente de la Asociación de Consultores Políticos Argentinos) publicado en la contratapa del diario Perfil de ayer (23 de abril), acompañando por un artículo de Jorge Fontevecchia.
«El crecimiento de Milei de 20 a 40 %, y de Espert de 20 a 30 % de imagen positiva -de un año a esta parte-, no se compadece con una sociedad que prefiere mayor participación del Estado que del mercado en un ratio de dos a uno», señala el director de Perfil.
La muestra de la consultora Mora y Aruajo – Ipsos, sobre 1200 casos (ver el gráfico) expone que de 40 % de personas que preferían a las empresas en manos del Estado fue escalando a 63 por ciento, mientras que los privatistas (bajaron de la mitad de la población al comienzo del gobierno de Alfonsín y 70% al inicio del primer gobierno de Menem, al actual 24 %).

El cuadro refleja que al comienzo de los 90 quienes se definían como privatistas duplicaban a los estatistas y aunque esa mitad se fue achicando, recién promediando el corto mandato de Fernando de la Rúa las diagonales se cruzaron, para a partir de Eduardo Duhalde, y más aún con el kirchnerismo, se fue profundizando la ventaja de quienes simpatizan con el Estado.
La sensación es que la gente tilda al Estado de lento e ineficaz y que habría un nuevo viraje en el corsi e ricorsi de la política; pero la impresión cambia cuando se va a lo personal.
¿Si tuviera que elegir entre tener un empleo público o uno privado que el diera la misma remuneración y condiciones laborales, ¿cuál de los dos elegiría? EL 68 % respondió el Estado, y el 32 privado. Pese a creerse lo contrario, tal estatismo creció a partir de la administración de Mauricio Macri, justificado en la necesidad de estabilidad frente a las turbulencias de las devaluaciones de 2018/19; y luego ya con Alberto Fernández en la Casa Rosada con la pandemia. Las respuestas más repetidas fueron, «Si la empresa privada corta gastos te vuelan», «en el privado está la posibilidad de quiebra», subraya Fontevecchia apoyado en la muestra. Y ni que hablar de provincias en que el 75 % es empleo público.
Quizá este arraigo de valores estatistas haya llevado al propio Milei a declarar que si fuera presidente no eliminaría los planes sociales, sino los distribuiría por los municipios eliminando la intermediación de las organizaciones sociales.
La escala de valores podría cambiar si la crisis se profundiza en un colapso de la economía difundiendo en la sociedad la impresión que «así o se puede seguir», infiere el dueño de Perfil, quien destaca que en los primeros dos años de Cambiemos las reformas necesarias se evitaron con el argumento que no existían mayorías parlamentarias suficientes, y en el segundo tramo, porque la sociedad no estaba preparada.
Un giro en las expectativas, alimentaría la posibilidad de Cambiemos de contar con suficiente masa crítica para que una segunda oportunidad sea el segundo semestre que nunca llegó.
Quizá teniendo en cuenta los datos enunciados, se explica que Luciano Laspina (ministeriable de Juntos por el Cambio, también en nota con Fontevecchia) manifestara la similitud de las ideas económicas de Milei con las del PRO, deslizando que el libertario podría cumplir las funciones de Alsogaray en un eventual gobierno del espacio que gobernó entre 2015 -19.

«Garpa bien»
Pese a que el título de abogado ofrece diversos horizontes, a más del 70 % de los egresados les gustaría ingresar al Poder Judicial.
Al menos ese fue el resultado de un trabajo realizado por este periodista (junto a seis compañeros) para el Curso de Formación Docente de la Facultad de Derecho de la UBA, consistente en entrevistar a alumnos a punto de egresar de dicha Casa de Estudios.
En este caso la muestra no fue muy grande, pero del resultado puede colegirse una tendencia clara.
Siete de cada diez (la encuesta fue anónima y sin preguntas asertivas) comentaron que si pudieran ingresarían a Tribunales por diversos motivos. «Garpa muy bien», «difícil que te echen», «los sueldos en un estudio -salvo un par de especialidades- son muy bajos («se gana menos que atender en un Mc. Donalds», espetó una consultada), y es un empleo precario». El único de los escrutados que trabaja en Tribunales, señaló que «sin vínculos familiares o con alguien de adentro, es muy complicado el acceso a la función pública judicial.»
Asimismo, cuando se les preguntó porque no hacían el intento en Tribunales, respondieron «que hay que tener «contactos»; o «acomodo» según se sinceró con una casi abogada una empleada de la Mesa de Entradas del Fuero Penal-.

Confesiones a Segundo Figarillo (un toque de humor)
Hace unos días un amigo mío, Esteban, se encontró en la calle Bolivar con Segundo Figarillo (el espíritu de Juan Bautista Alberdi que suele colaborar con este portal).
El autor de Las Bases debe ser el último que anda por Buenos Aires con levita. Fueron a un café y el tipo que me conoce le lanzó esta pregunta:
–Juan Bautista, ¿podría usted conseguirme un puestito, algún cargo público… asesor en el Congreso?, lanzó Estéban.
-Pero nuestro conocido en común (por mí), me contó que Ud. es un emprendedor, que seguía los principios que incluí en Sistema Económico y Rentistico.
-Yo era economista de una Fundación Liberal -murmuró Esteban- pero me dejaron en la vía. Con 60 años estoy cansado como para empezar de nuevo. Fíjese, Miguel Cané le dio un laburito a Binomio y a un par de muchachos -que estudiaban en el Colegio de Ciencias Morales- como inspectores.
-Es que desde los tiempos de Sarmiento, Mitre, Avellaneda no tengo conocidos en la política -Alberdi cambió el tondo de voz: «Pero hombre, en esta tierra de abundancia se las tiene que ingeniar, como los inmigrantes que llegaron gracias a las instituciones establecidas en la Constitución de 1853. Pídale una mano a Claudio, el jefe de Acreditado, en ese diario Ud. va a andar bien…
-Lo voy a estudiar -le dije Yo Claudio a Estéban cuando me telegrafió-, pero dígale a Juan Bautista que me disculpe éste desliz ideológico; pero no me vendría mal algo de publicidad oficial.
