Mientras la guerra desatada por la invasión de Rusia a Ucrania parece extenderse con su dramatismo de muertes «anónimas» y exiliados pasando al desolador rango de costumbre; en los últimos días el mundo se vio sacudido por sucesos que incluyen desde el magnicidio de un ex premier japonés; el presidente de Sri Lanka eyectado con invasión a su residencia incluida; la renuncia del primer ministro británico que fuera punta de lanza del Brexit, mientras continúan los ecos del «asalto al Capitolio» como manifestación de la crisis de la democracia en EEUU; el brutal asesinato del décimo segundo cronista en México en lo que va del año, expone el peligro que asecha a los periodistas que investigan al poder, y por ende al derecho a la libre información.
¿Hay denominadores comunes en estos episodios? ¿cuales serán los efectos?

En el caso de Shinzo Abe se trataba de un político de alguna manera conservador o nacionalista moderado que buscaba recobrar para su país el peso en la geopolítica. Dos veces había liderado Japón (la más extensa desde 2012 por ocho años) intentado que el país participe de misiones de combate en el extranjero limitado por la cláusula constitucional de renuncia a la guerra impuesta tras la derrota con EEUU a fines de la Segunda Guerra Mundial.
Abe participó de reuniones con sus ex pares Barack Obama y Donald Trump, y se mantuvo en alianza con los países del transpacífico, aún cuando Trump abandonó el bloque, destaca Motoko Rich en el New York Times. Mantuvo encuentros con Vladimir Putin pero no terminó de solucionar algunos problemas territoriales nada menos que con Rusia, producto de la guerra entre ambos países a comienzos del siglo XX, y se manejó en una relación tensa con estados con los cuales tuvo conflictos en el pasado como son China (clave en el escenario mundial) y Corea del Sur, éste último en su momento víctima del yugo nipón. En cuanto a la política local, con Abe Japón recuperó cierto liderazgo económico que había perdido en la carrera con los líderes asiáticos.
El asesino confeso del primer ministro, ex marine, dijo haberlo hecho por motivaciones vinculadas a una secta religiosa. El magnicidio ocurrió cuando Shinzo Abe concurrió a un acto en respaldo a la candidatura de un senador de su partido Liberal Democrático. Según especialistas se abre la incógnita sobre que ocurrirá como eco del crimen político. Por de pronto el PLD arrasó en las elecciones del domingo y ya existen hipótesis acerca de un incremento militar del país, reportan tanto la CNN como el diario El País de España.
Por otra parte, el paso al costado del premier del Reino Unido, Boris Johnson, más allá de ocultar el escándalo protagonizado por un diputado conservador (Chris Plincher) hacía tiempo se pronosticaba su salida, desde que violó la cuarentena en tiempos de explosión del coronavirus. Si bien luego tuvo gestos como lanzarse a la compra de vacunas contra el Covid y asistir a Ucrania para apoyar al presidente Zelenski, los traspiés fueron muy fuertes para que los británicos perdieran al confianza, y el gabinete renunciarle en masa.
Conocedores de la política de aquel país, pronostican un regreso de Inglaterra a la Unión Europea. «Si se va Boris, se va el Brexit«, afirmó el ex vice primer ministro Michael Heseltine, aunque el proceso podría llevar bastante tiempo.
Al reemplazante de Johnson lo elegirían entre los legisladores tories en varias rondas -con consultas a afiliados de esa fuerza política- hasta que queden dos en la recta final. La sucesión pacífica del premier británico hace repensar -aún con sus inconvenientes- si el parlamentarismo no es un mejor sistema ante las crisis. Item abordado hace tiempo por la teoría política, mas para otra discusión.
Por otra parte, los sucesos de Sri Lanka no dejan llamar la atención por su desarrollo. Hace meses se viene señalando desde diversos medios que la situación económica y social en el país asiático, vecino a la India, es insostenible. Lo curioso fue el modo en que con cientos de habitantes ocuparon la residencia presidencial, bañándose en las piletas y revisando los roperos de los recientes huéspedes. Escenas que sin la violencia de entonces parecen de los tiempos de la Revolución Francesa. Finalmente Gotabaya Rajapaksa huyó a las Maldivas y la misma suerte podría correr el primer ministro.
El vacío de poder ante el fantasma de la ingobernabilidad es patético.

En Estados Unidos siguen los coletazos de lo que fue el intento de toma del Capitolio, el 6 de enero del año pasado, producto del desconocimiento de Donald Trump de la derrota ante Joe Biden. Se conocieron testimonios en el Congreso norteamericano que afectan el rol jugado por el ex mandatario (como que iba a asistir a la revuelta y presionó al vicepresidente Pence para que desconozca el resultado electoral). pese a lo cual sigue liderando el Partido Republicano, en un marco de una gestión de Biden afectada por los efectos económicos del conflicto Rusia-Ucrania, con un nivel de inflación pocas veces visto en el país del Norte.
Si bien no es nada nuevo, no deja de sorprender la nueva ráfaga de crímenes en USA por el uso de armas, recientemente en una escuela de Texas, y luego en un evento en Illinois durante los festejos del 4 de julio. Ya en los mandatos de Obama se intentó avanzar en el control de la compra de armas, algo rechazado por Trump y que produjo un nuevo cruce entre Biden y los lobbies vinculados a las armas. Una polémica ahora enmarcada en una disputa de la Casa Blanca con la Suprema Corte (concesiva en la posibilidad de armarse) que continúa tras el fallo sobre el aborto. Son problemas graves que afectan a EEUU sumado a cuestiones de racismo como el caso George Floyd y las tragedias en que deriva la inmigración clandestina.

Pese a ello, los resortes institucionales siguen funcionando y la democracia es un sistema valorado en Occidente, ante potencias como China y Rusia inmersas en regímenes autoritarios.
No se podría concluir este reporte sin citar el asesinato a sangre fría en Tamaulipas (México) del que fue víctima el periodista, Antonio de la Cruz, quien investigaba hechos de corrupción. Es el décimo segundo crimen a periodistas en el país azteca en lo que va del año y existen sobradas denuncias sobre la presencia de bandas de narcos con nexos en la política e infiltración en los cuerpos de seguridad. No es desde ya México el único país que padece este flagelo (hubo casos recientes en Brasil y Colombia), aunque la situación allí parece inmanejable.
En estos temas, lamentablemente la impunidad suele vencer al tiempo, más la «irresponsabilidad» de los sucesivos gobiernos pues ninguno puede mostrar eficacia frente al crimen organizado.
Generar algún tipo de políticas, o mecanismos de asistencia efectiva para garantizar la vida de los periodistas es ineludible para salvar el derecho a la libre información, esencia de la democracia.
