Las metamorfosis y contradicciones de los políticos argentinos son casi una costumbre, mas no dejan de ser interesantes las derivas partidarias e ideológicas.
En el caso de Sergio Massa, es sabido de sus comienzos en la Unión de Centro Democrático, el partido fundado por Alvaro Alsogaray, que de alguna manera pasó a ser un apéndice del menemismo; Massa siguió esa trayectoria. Su desembarco en el peronismo fue de la mano de un caudillo del distrito bonaerense de San Martín (con origen en la UCD) y del capo sindicalista, el gastronómico (autodefinido como «ultra alcahuete» de Carlos Menem), Luis Barrionuevo. Como asesor de Palito Ortega (junto a Horacio Rodríguez Larreta) pareció mostrar un perfil de político afecto al libre mercado, y durante la presidencia de Eduardo Duhalde se convirtió en intendente de Tigre por el justicialismo
¿Pero puede decirse que el flamante Superministro fue proclive a políticas liberales en lo económico, o más bien fue tomando un perfil estatista?.
El periodista Pablo Sirven, en su columna del domingo pasado en el diario La Nación recordaba que durante la gestión de Massa como jefe de Gabinete se terminó con el sistema de AFJP (la alternativa de la jubilación privada); y se dio luz verde al programa ultraoficialista 6, 7 y 8. Antes, a cargo de la ANSES había sumado a miles de personas sin aportes al sistema previsional.
De todos modos, Massa siempre fue visto como un peronista tradicional, o conservador, por sus posturas en materia de seguridad, alcanzando dimensión propia cuando creó el partido propio Frente Renovador integrado sobre todo por justicialistas de derecha, anti K, sector del que fue candidato presidencial cuando amenazó con poner presos a los ñoquis de la Cámpora.
Ello explica la indigestión con la que el cristianismo recibió el anuncio de la designación de Massa. Solo el ministro del Interior, Wado De Pedro, le dio un apoyo entusiasta.
En el ciclo de La Nación +, Odisea Argentina, Carlos Pagni se preguntaba si Massa es un pragmático (tomando decisiones de acuerdo a la coyuntura sin pruritos ideológicos) o un oportunista (cuya meta excluyente es trepar en la escala del poder evitando hacer anuncios antipáticos o dar «malas noticias»). Un indicador serán los anuncios de esta tarde.
Un zig zag no menor fue el de Cecilia Moreau quien ayer pasó a ocupar la jefatura de la Cámara de Diputados (tercera en la línea de sucesión presidencial) por haber dejado Massa ese cargo. Se trata de la hija de Leopoldo Moreau quien paradójicamente cumplió el mismo papel (titular de la Cámara baja) durante el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando Juan Carlos Pugliese asumió como ministerio de Economía en plena crisis hiperinflacionaria.
Leopoldo Moreau, alfonsinista, perteneció al movimiento universitario Franja Morada y luego miembro activo de la Coordinadora radical, fue candidato presidencial por ese partido en 2003 consiguiendo el 2 % de los votos. Una década después se convirtió en furibundo kirchnerista (cristinista sobre todo) y antiliberal.
Como destaca el analista Roberto García; a los Moreau le fue mejor con el peronismo que con el partido fundado por Hipólito Yrigoyen. Es más, lo propio ocurre nada menos que con el hijo de Raúl Alfonsín, el embajador en España, Ricardo Alfonsín; ex diputado nacional por la UCR quien retóricamente justificó su alineamiento con Alberto Fernández en que el radicalismo había abandonado sus banderas..
Entre 2001 y 2003, cuando tenía 25 años, Cecilia Moreau ocupó los primeros cargos orgánicos dentro del radicalismo. Fue dirigente de la juventud del partido, luego pasó a ser secretaria de Acción Política en la provincia de Buenos Aires hasta que en 2015 saltó al Frente Renovador de Massa que se había enfrentado con el kirchnerismo
La ahora titular en la Cámara baja, tiene un hijo con Leandro Santoro (diputado kirchnerista también proveniente de la UCR) y anudó un vínculo político estrecho con Máximo Kirchner
Volviendo a liberales que cambiaron de barco, un caso simbólico fue el de Amado Boudeau ex UPAU y graduado en el CEMA. Cuando se le consultó a uno de sus profesores Jorge Avila como explicaba esa transformación, reaccionó ofuscado: «Aquí se le dieron las herramientas, después cada uno toma su camino».
El mismísimo presidente, Alberto Fernández dio su primer paso relevante en política siguiendo a Domingo Cavallo, de quien fue funcionario cuando este último ocupó el ministerio de Economía con Carlos Menem, y luego ingresó por el cavallismo (Acción para la República) en la lista a diputados nacionales por la Capital Federal. Recién a posteriori, fue Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner.
Claro que las volteretas no son patrimonio del oficialismo; por poner solo algunos ejemplos al paso: Martín Lousteau (referente actual del radicalismo en Juntos para el Cambio) fue el autor de la 125 de retenciones al campo, Graciela Ocaña fue aupada por Cristina Kirchner como su primera ministra de Salud, y Patricia Bullrich de una inicial pertenencia a Montoneros, pasó por el menemismo hasta la reconvención durante la presidencia de Fernando de la Rúa (cuando eligió al sindicalismo como blanco) y más adelante ministra de Seguridad del gobierno de Mauricio Macri.
Batakis Express
Al ser eyectada del Palacio de Hacienda para recibir el «premio consuelo» en el Banco Nación, Silvina Batakis, pasó a ser una de las ministras de Economía de menor duración en el cargo.
A los que fueron ministros por un día, producto de transpasos burocráticos (Nicolás Gallo las 24 horas que quedaron de mandato a De la Rúa tras la dimisión de Cavallo) y Jorge Capitanich (en el paso fugaz por la Casa Rosada de Ramón Puerta), les siguieron Miguel Roig (falleció de un infarto) durante solo cinco días en el arranque de la primera presidencia de Menem y Jorge Webbe solo 11 días: los últimos de Arturo Frondizzi (víctima de un golpe de Estado) y los primeros de José María Guido. Siempre en relación a quienes menos fueron sostenidos como ministros, está el caso emblemático de Ricardo López Murphy a quien pese a la muy buena recepción de los mercados, ante la presión de sindicatos y agrupaciones de estudiantes fue despedido por De la Rúa. También dos semanas y una moneda estuvo Rodolfo Frigeri junto a Duhalde, hasta que asumió Remes Lenicov
Aquella experiencia de López Murphy fue leída como una señal de advertencia por Jorge Fontevecchia en un paralelo con las expectativas generadas por el arribo de Massa al núcleo del gobierno, aunque el mismo director de Perfil destacó que las condiciones son otras.
La posición de Massa podría ser semejante a la de Cavallo cuando sustituyó a López Murphy en la gestión de De la Rúa (en el sentido de ser la «ultima bala»), o la del Cavallo que acompañó a Menem, en todo el primer período, también como superministro.
En no demasiado tiempo se sabrá la respuesta a semejante dilema.
Segundo Figarillo
