La moda de los presidentes que no concurren a la jura del sucesor: Incultura política con letra populista

Cristina Kirchner fue de las»pioneras» en no transferir los atributos del mando; los más recientes en esa actitud Donald Trump y Jair Bolsonaro. Anteayer, Lula Da Silva recibió la banda presidencial de manos de representantes de minorías

Cuando Jair Bolsonaro se fue a Florida (EEUU) para huir del acto del 1 de enero de traspaso del gobierno a Lula (con quien perdió en primera y segunda vuelta) tuiteando como si fuera todavía presidente, recicló un comportamiento antidemocrático que parece inconcebible en países con elecciones: no asistir a las ceremonias de investidura.

Para sostener semejante desplante, Bolsonaro aludió (cual emulo de Trump) a la falta de transparencia de las elecciones; aunque cuando grupos radicalizados cortaron rutas, y sectores militares amenazaron con una movida de fuerza tuvo que pedir que den un paso al costado porque la violencia estaba al borde de terminar con la paz social, poniendo al excéntrico político brasileño bajo responsabilidad de lo que pudiera suceder.

El caso de Trump fue aún más grave desde lo institucional, porque recurriendo a la justicia y multiplicando las fake news generó el clima y hasta cierto punto fomentó la trágica toma del Capitolio hace prácticamente un año (6 de enero de 2021).

Biden juró junto a Kamala Harris en el Capitolio, Trump ausente, estuvo el vice saliente Mike Pence

Cristina Kirchner: «Sinceramente» suya

En cambio Cristina Fernández de Kirchner, durante la jornada de la jura de su sucesor Mauricio Macri no se fue del país como Boslonaro, pero se marchó lejos, a la Patagonia, para asistir a la asunción de su cuñada como gobernadora de Santa Cruz.

El día anterior preparó la escena dejando la presidencia en un tránsito fugaz en manos del titular del Senado, el macrista Enrique Pinedo.

Si bien CK no fue directamente la derrotada, si cayó el candidato de su fuerza Daniel Scioli, habiendo ella participado en colocar en la coalición al postulante a vicepresidente Carlos Zannini.

Al principio el argumento de CK pareció ser que no quería que el acto se realizara en la Casa Rosada, sino en el Congreso de la Nación (antes de los Kirchner se realizaba la jura en el Congreso y la investidura en Casa Rosada), pero a posteriori, en el libro «Sinceramente», blanqueó: «...Después del balotaje, pensé en eso que finalmente no se dio:  yo, frente a la Asamblea Legislativa, entregándole los atributos presidenciales a ¡Mauricio Macri! Lo pensaba y se me estrujaba el corazón. Es más, ya había imaginado cómo hacerlo: me sacaba la banda y, junto al bastón, los depositaba suavemente sobre el estrado de la presidencia de la Asamblea, lo saludaba y me retiraba. Todo Cambiemos quería esa foto mía entregándole el mando a Macri porque no era cualquier otro presidente. Era Cristina, era la «yegua», la soberbia, la autoritaria, la populista en un acto de rendición».

Sin Cristina Kirchner,, Federico Pinedo le entrega la banda a Mauricio Macri en Casa Rosada (2015)

Excusas, pretextos, parole

Las excusas para no prestarse al acto formal de la jura y entrega de mando, suelen ser de dos tipos: el desconocimiento del resultado, o un sentimiento de agravio individual ante la derrota.

La primera situación se presentó en EE.UU y Brasil, pese a que las autoridades administrativas electorales y judiciales corroboraron en ambos casos la realidad de lo ocurrido en las urnas.

En EEUU hubo un precedente conflictivo con la compulsa presidencial entre George Bush (h) y Al Gore, pero la cuestión fue definida por la Suprema Corte acatando el postulante del Partido Demócrata el fallo; en tanto en Brasil, con su reacción Bolsonaro intentó socavar la alta confianza del ciudadano brasileño (así lo indican varias investigaciones sociológicas) en la transparencia del sistema electoral.

En la Argentina las impugnaciones en los conteos de los sufragios son relativamente bajas y suele haber una aceptación general de lo que arrojan las elecciones. No parece ser ese el punto de conflicto, al menos por ahora, en nuestro país.

El otro pretexto pasa por un sentimiento de humillación, o potenciales agravios que aduce el presidente que deja sus funciones; lo primero lo esgrimió CK, y lo segundo -de acuerdo a algunos periódicos- Alan García cuando no asistió a la jura de Ollanta Humala.

Populismo y «redención«

Pero el argumento escondido expone la veta más antidemocrática y antirepublicana del populismo (un aspecto de un fenómeno más complejo) que identifica al líder con el pueblo pues ella/os lo encarnan, por lo cual si las urnas dicen lo contrario es que el voto mayoritario cayó víctima del «antipueblo», o el pueblo está «equivocado» ya que votó «contra sus propios intereses».

De alguna manera, lo ha esbozado Bolsonaro cuando en estos días difundió un paper con todos sus logros que harían «inviable» el rechazo de la mayor parte del pueblo.

Desde una tendencia ideológica aparentemente contraria, el kirchnerismo recurre también a ese artilugio. Este movimiento suele descalificar como «gorila» a sus opositores -desde el centro a la derecha- y si estos últimos resultan ganadores es por influencia de la prensa, la oligarquía, etc, los intereses concentrados ajenos al»esencia del pueblo» que caen en las redes de los antipueblo… Entonces -siguiendo ese discurso- ¿cómo transferirle el gobierno a alguien que va a atentar contra el pueblo y que no va a ser más que un poder transitorio hasta que el pueblo vuelva a «despertar»?

Sin desviarse del todo de la democracia, porque finalmente acatan el resultado electoral,el otrora oficialismo «popular» pasa a la oposición dejando en claro con gestos que el «verdadero pueblo» volverá al redil de quienes verdaderamente lo representan.

Figarillo II

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