Walter Nelson, reconocido relator de fútbol y boxeo, roció con anécdotas su autobiografía Tatán-tatán (2019) en la cual no se privó de contar -con nombres y apellidos- algunos golpes bajos que recibió durante su carrera periodística que lleva casi medio siglo, y, -continuando con la metáfora pugilística- dando a entender desde la experiencia que es una profesión en la que siempre hay que estar en guardia.
El beneficio de ser testigo de acontecimientos históricos recorriendo el mundo y poder acceder a personajes famosos (de Maradona a Messi, de Bonavena a Sugar Ray Leonard); conviven en el periodista deportivo con la competitividad, las envidias y los contratiempos a sortear en el camino.
Asimismo, el autor menciona varios oficios en los que se tuvo que desempeñar hasta -tras una amplia trayectoria en los medios- poder vivir solo del micrófono.
Cuando leemos a alguien reconocido en el mundo audiovisual, parece como si al pasar las páginas estuviésemos escuchando su propia voz. Este es un caso de Walter Nelson y Tatán-tatán.
Nacido en Montevideo (1950), criado en Avellaneda (provincia de Buenos Aires), Walter Nelson Elbio Meloni, estuvo vinculado a sus pasiones deportivas desde muy chico. En su infancia fue levantado en brazos por el mismísimo Ringo Bonavena, cuando su padre que atendía el buffet de Huracán lo llevaba al club donde se divertía en el gimnasio al que iban los hermanos Rago, técnicos del peso pesado que puso en aprietos al mismísimo Cassius Clay.
A la vez, Walter despuntaba la pasión del balompié con los muchachos del barrio, luego en las inferiores -primero del club del Globo (donde fue dirigido por Emilio Baldonedo aquel futbolista inmortalizado en el tango El Sueño del Pibe: «Mamita querida, ganaré dinero, seré un Baldonedo, un Matino, un Boyé» tema que volvió a hacer famoso Maradona), a posteriori en Atlanta, pero la eventual carrera de futbolista profesional quedó trunca por la necesidad de sostenerse económicamente después que sus padres se separaron, pero sobre todo tras el fallecimiento del papá, comenzando con changas como personal de limpieza en un banco, empleado en la fábrica de pastas, Pureza; cadete en la tintorería Miramar y en casa de decoraciones Kabuki, hasta el gran salto que representó para él ingresar en Entel (la entonces telefónica estatal). Más adelante se ocuparía de una agencia de cambios, atendería una disquería, y -ya afianzado en el periodístimo- pondría un restaurant con un par de socios.
Si bien no realizó estudios terciarios -cuenta Walter Nelson- su formación quedó de alguna manera compensada por la afición al cine -inculcada por su padre-, abundantes lecturas como autodidacta, y su habitual concurrencia a las canchas de fútbol -primero como hincha y espectador- lo cual lo empapó del ambiente futbolero.
Allá por sus veintipocos años, el azar se cruzó con la vocación, quien sabe era el destino; lo cierto que Walter Nelson recibió el espaldarazo inicial de su suegro Osvaldo Cafarelli (líder en las transmisiones radiales de boxeo por Radio Rivadavia en dupla memorable con Horacio García Blanco) quien lo sumó como asistente y le consiguió una prueba en radio Radio Del Pueblo. Fue a sugerencia de Cafarelli que pasó a ser Walter Nelson a secas.
Sobre su nombre periodístico, una curiosidad es que más de una vez lo confundieron con el destacado analista político Nelson Castro con quien, paradójicamente, comenzaron juntos haciendo vestuarios en las emisiones radiales que, con producción de Horacio Irañeta, seguía la campaña de Vélez Sarsfield.

De Ta-ta-ta a Tatán tatán: Con acento uruguayo y algo más.
El ta ta ta cuando el gol está a punto caramelo quedó identificado con Victor Hugo Morales que un poco decantaba así el típico ta-ta (sí-sí) charrúa; en el caso de Walter Nelson le puso a esa exclamación un tipo de rulero: Tatán tatán como preludio al momento cumbre del fútbol. Ese latiguillo nació de la intuición durante un Racing- Olimpo de Bahía Blanca, pero el personaje central de ésta nota tiene varias consignas. Otra es «lo digo o no lo digo», cuando el partido parece definido, pero a la vez buscando la complicidad del comentarista para enseguida arriesgar la sentencia «partido liquidado» teniendo en cuenta los casos de goleadas que se dieron vuelta.
«Que pedazo de gol, que suerte ser argentino», gritó Walter acompañando el gol decisivo de Lionel Messi en un amistoso frente a Brasil en New Yersey; o «Salí de ahí Maravilla» frase sellada cuando Sergio Martínez en Las Vegas cayó a la lona y casi pierde por KO una pelea que ganó -y lo venía haciendo claramente- contra Julio César Chávez.

Pruebas de fuego
Siguiendo la narrativa de WN, a poco andar se le presenta una oportunidad en Rivadavia, mas aparecerán una serie de obstáculos. El principal, su complicada relación con José María Muñoz, el relator de América por entonces prácticamente dueño de la audiencia dominguera.
De acuerdo al testimonio de Walter Nelson, el «gordo» Muñoz le negaba la posibilidad de desarrollar sus dotes de relator, lo cual lo iba relegando; a tal punto se tensó la relación que Muñoz le habría pedido a Héctor Larrea que lo saque del legendario Rapidísimo (en el cual Walter era el especialista en deportes) a lo cual Larrea se negó.
Larrea fue un puntal en la trayectoria periodística de Walter Nelson al punto que le solía pedir que lo acompañe a las diversas emisoras a las que fue llevando su programa.
Una tarde de 1988 en la famosa Oral Deportiva el vínculo Muñoz-W Nelson estalló cuando el primero había dejado correr el rumor acerca de que la ausencias de Walter a unos programas fueron por motivos ajenos a labores relacionadas con el periodismo. El autor del libro en cuestión lo encaró y dijo palabras de las que no se retornan.
Otro periodista que WN menciona como esencial en su carrera es el fallecido Norberto Longo (muchos años en canal 13 hasta que emigró a EEUU donde estuvo casado con la ex tenista Emilse Raponi) quien lo llevó a una radio de Chacabuco(LT36) que hizo de refugio para aquel cuando no podía transmitir y le cerraron las puertas en LS5 Rivadavia.

El Kaiser- Maradooo- el Pulga
La narración de Walter Nelson desde que sus padres se conocieron (siendo el padre mozo de la confitería las Violetas) teniendo que regresar enseguida ambos a Montevideo por cuestiones laborales, pasando a como conoció a su esposa quien tuvo que contar con la autorización de los padres para casarse por ser menor de edad -y con quien tiene dos hijos-, es interesante como biografia personal; después el texto incursiona en como conoce y los vínculos que desarrolla -con idas y vueltas- con deportistas estrellas con quienes hay a veces existe una puja entre admiración y compromiso con la objetividad, valor clave en un periodista, generando tironéos propios de la actividad.
Por ejemplo, cita en el libro que en una oportunidad cuando hacía campo de juego y estaba por entrevistar a Jose Luis Chilavert el golero lo «atajó»: «Con vos no hablo, trabajás con una porquería de persona, con vos no hay nota». La inquina era respecto a Marcelo Araujo «que si bien cambió la forma de relatar en televisión, muchas veces generó rispideces», reflexiona WN; y reproduce en primera persona como siguió el diálogo:
-¿Yo que tengo que ver? Vamos a hacer una cosa, José Luis -le respondí con firmeza.
¿Porqué no vas y se lo decís si tenés tantos huevos? …pero si no me das la nota me cagás en mi trabajo. Vos sabés como es la cosa: fuiste la figura del partido.
-Bueno está bien, ¿puedo decir lo que quiera?
-Decí lo que quieras.
Hicimos la nota y se despachó con gusto. nunca salió al aire pero Araujo se debe haber enterado. Al día de hoy tenemos una relación excelente con Chila.
Entre muchos protagonistas que desfilan por las páginas de Tatán-Tatán encontramos a: Daniel Passarella (con quien el autor solía viajar a Chacabuco, ya que el capitán de la selección 78 era de la ciudad donde los fines de semana transmitía), años luego habrá una choque por una opinión de WN sobre si tenía que estar o no un jugador en el seleccionado, que molestó al Kaiser); a Ricardo Bochini; Diego Maradona (con quien se vincula a partir de conseguirle entradas a don Diego para el Luna Park; y pese al momento complejo del 10 en pleno caso Coppola, Walter consigue ponerlo en línea con Larrea el día de su cumpleaños), el autor también comenta como obtuvo la primicia de José Néstor Pekerman nombrado DT de la albiceleste en juveniles, cuando poco antes José estaba manejando un taxi; o Marcelo Bielsa(y el tacto especial que empleó para mantener el contacto latente), a Lio Messi (a quien entrevista como juvenil y una noche los padres del Pulga lo reconocen cuando iba a la cancha de Colón y lo suben al auto); también hay detalles de las complejidades que surgieron en reportajes entre otros con Stoichkov y Ronaldhino.
Como narrador del deporte más popular del planeta, Walter Nelson cuenta las señales que indicaban su crecimiento, desde las transmisiones en Fútbol de Primera (con duplas como con Alejandro Fabbri con quien terminaron conociéndose casi de memoria, o su admirado Enrique Macaya Márquez). Su presencia en relación al boxeo no le iba en saga.

A los puños
El libro reproduce los contactos del autobiografiado con el mundo del box, como cuando en la primera adolescencia iba con su progenitor al Luna (cruzando desde el diario La Nación donde su papá era ordenanza); y detalla en el tránsito de espectador a periodista especialmente a García Blanco, las veladas compartidas en transmisiones con el mencionado Titi Longo, Ricardo Arias; y su paso por diversos espacios en las pantallas de Canal 9 a TYC junto a Osvaldo Principi (uno de los prologuistas del libro) y Julio Ernesto Vila (de quien hace varias menciones sobre su profesionalidad y carácter).
«Mi primer viaje a Las Vegas fue en marzo de 1984 cuando el cordobés Martillo Roldán peleó contra Marvin Hagler. Casi me lo pierdo porque había estado en cama por hepatitis y bajado cuatro kilos. «No se si va a poder viajar», me dijo el médico de apellido Avalos. «Voy aunque sea nadando», le aclaré a mi esposa apenas se fue el profesional. En el avión me rompí el costado del pantalón, la aerolínea extravió las valijas por 48 horas, y Roldán cayó por nocaut técnico».
Están reflejados encuentros -entre admirador y periodista- con Sugar Ray Leonard y de los argentinos pone en el lugar de preferencia -combinando amistad con condiciones boxísticas- a Uby Sacco y Maravilla Martínez. Hay también mención a situaciones relacionadas a Falucho Laciar, Locomotora Castro y como veremos un destacado sobre Látigo Coggi.
Para transmitir boxeo en la medida en que se alejaba de Buenos Aires, Walter cuenta que necesitaba respaldo publicitario y que fue gracias a Hugo Bassilota –dueño de los alfajores Guaymallén– que hizo su primer viaje a Europa. El autor comenta que alguna vez en calidad de sponsor para fútbol del interior el empresario le daba a él y al productor una caja de 48 alfajores con la que se premiaba al jugador del partido. «En la madrugada anterior a los partidos varios jugadores nos pedían que los elijamos como figuras». Más adelante, Walter le recomendaría a Bassilota acompañar publicitariamente al potente pugilista hasta ese momento poco conocido Juan Martín «Latigo» Coggi . N de la R: No hace tanto, se haría famoso el gesto de el Chino Maidana comiendo un Guaymallén tras el combate con Floyd Mayweather.
Gajes y gajos del oficio
Tantas coberturas de eventos nacionales e internacionales, como mundiales de fútbol (Walter Nelson cubrió siete), generan un sinnúmero de instancias inolvidables (reflejadas en el libro editado por Planeta) así como contra tiempos técnicos, combinaciones de transportes, etc.
Un mal trago que suelen atravesar los relatores es el de los espectadores locales que los agreden, creando situaciones de tensión.
Algo así le sucedió a Walter Nelson en la cancha de Racing con un hincha de independiente que lo insultaba, a lo que el relator confiesa que le tiró un cachetazo provocando la ira de la hija del agresor que le rasguñó la cara.
El hincha subió a la cabina a pedirle perdón. Y se generó el siguiente diálogo:
– Walter te quiero pedir disculpas, no sabia que eras de Independiente.
– Vos sos pelotudo .Que tiene que ver de que equipo soy. ¿Quién sos para insultarme? Si no te gusta como relato, como soy como periodista, cambiá de canal.
– Te vuelvo a pedir disculpas.
– No hay problema, pero tenés una hija, es una verguenza.

En el recorrido de un periodista trabajando para diversas compañías, existen momentos de «vacas gordas» como durante el Mundial de Francia en que Torneos concedió abundantes viáticos (gracioso la cita acerca de Araujo y como se daba aires de millonario invitando ostras con limón y champagne); y otros como si fuera la noche después del día de decadencia de empresas o proyectos que se reflejan en cesantías, o la desesperada búsqueda de sostén económico para medios en problemas que muchas veces provienen de intendentes, sindicalistas o políticos; lo que es una espada de Damocles para la prensa.
Además, al ser un trabajo codiciado con oportunidades limitadas el periodista vive en un estado de stress en el que se siente hostigado o al borde de perder lo que con tanto esfuerzo ha conseguido.
Más allá de aquel choque con Muñoz -de quien WN desliza que muchas veces era rodeado de alcahuetes-; el mismo menciona otras experiencias en las que tuvo que salir al ruedo para «sobrevivir» en el medio.
En una de ellas AA (comentarista que Walter Nelson menciona, conocido también por narrar cuentos de fútbol) le advierte al propio Walter. «Tené cuidado con QW (ex jugador, relator y periodista de ESPN que cita también por su nombre)… es tan falso que saluda hasta las estatuas». De acuerdo al testimonio de Walter Nelson tiempo después se entera que QW presionaba para ser él y no el propio Walter el relator del mundial de Francia (cuando hacía tiempo WN transmitía para la empresa Torneos).
Finalmente -prosigue el narrador- Juan Cruz Avila (encargado de esa firma fundada por su papá) le comunicó a Walter que iba a ir al Mundial.
–O.K, pero no me estás regalando nada; me estás dando el lugar que me pertenece. Te voy a demostrar quien es el mejor, espetó Walter.
Más cruda es la descripción, siempre según el autor, referida a cuando se enteró que el periodista Gabriel Anello le pidió a la conducción de radio La Red que lo echen de la emisora. En este caso, WN lo enfrenta personalmente. Reproducimos un párrafo dedicado a contar ese conflicto:
Pento Etcheverría (gerente de contenidos de La Red) me llamó: «Walter disculpame, se enteró Daniel Vila y se armó un quilombo bárbaro, nos pidió que volvieras», me dijo.
Yo justo había conseguido relatar la Copa LIbertadores para Canal 13 con Macaya y me hice rogar.
La situación me había dejado con la sangre en el ojo, pero mi familia me decía que me olvidara de todo y no hiciera nada. «OK, yo les prometo que no lo voy a ir a buscar, pero si me lo llego a cruzar, algo le voy a decir».
Walter Nélson destaca que Anello es contador y había hecho carrera con las transmisiones del fútbol de ascenso y empezado a hacerse famoso por actitudes y declaraciones escandalosas. Continúa diciendo Walter que había regresado a la radio sin ánimo de relatar, pero Gustavo López (jefe del área) buscó convencerlo para que vuelva a transmitir, y apunta a que el día previo al inicio de un nuevo campeonato concurre a reunión de producción, a la también asiste quien había movido los hilos para expulsarlo.
-Pento, ¿ustedes me llamaron o yo vine a pedir laburo?
-No Walter, nosotros te llamamos.
-¿Y yo pedí relatar algún partido en especial?
-No Walter para nada.
Entonces me di vuelta, lo miré a Anello y le dije:
– Ahora te hablo a vos. Me hiciste echar. Vos pagás para laburar porque sos un mediocre.
– Me estás provocando para pelear?
-¿No te vine a buscar antes y pensás que te voy a pegar ahora? Pero si querés vamos abajo.
Toti Pasman (periodista del grupo) estaba al lado y me pedía que me calmara.
– Mañana hacés echar a pibes que recién empiezan. Yo tenía trabajo, pero si me quedaba sin laburo te venía a buscar y te rompía la cabeza.

Periodismo de ayer y hoy
A quienes transitaron por los medios (sean grandes o pequeños, nacionales o locales) y los conocen por dentro, más allá de nombres y subjetividades (cada uno tiene su propia experiencia) hay comportamientos que no resultan extraños en cuanto a la hipocresía y la hostilidad).
El ambiente periodístico está colmado de egos, y las posibilidades de sobresalir y hacer de la profesión un modus vivendi son muy limitadas. La feroz competencia lleva al límite los llamados «códigos». Ello no implica desconocer las generosidades y la predisposición a trabajar en equipo que también existe.
Un aspecto positivo en cualquier actividad parecería ser tener referentes a guisa de guía. Walter Nelson destaca a Caffaelli, Garcia Blanco y Larrea como sus principales<, a lo que agrega el aprendizaje que como lector, escucha, o trabajando recibió de Antonio Carrizo, Juan Alberto Badía, Néstor Ibarra, Bernardino Veiga, Fioravanti Victor Hugo Morales; Cherquis Bialo, Horacio Pagani, Julio César Pasquato (Juvenal), Osvaldo Ardizzone, como de Ricardo Lorenzo Borocotó y Felix Frascara de la primera época de El Gráfico.
En el transcurso de las 235 páginas del ejemplar, más allá de las citadas en la presente nota hay numerosas alusiones a personas y programas que arcaron una época en la radiofonía y la TV.
En el capítulo de cierre, Walter Nelson desliza su mirada sobre la metamorfosis y la actualidad del periodismo, afirmaciones que pueden ser tomadas como consejos y enseñanzas.
Aquí solo algunas:
1 – «Con la tecnología el periodismo se hizo mucho más fácil, pero las nuevas generaciones de colegas no agudizan el ingenio, si lo tienen…Hoy las primicias dejaron de ser tales. Muere un famoso y enseguida lo sabe todo el mundo…El periodismo de hoy es más simple, a la vez muy mediocre en algunos aspectos».
2 -«Es cierto que hay crisis económica y es más fácil contratar a un pibe que recién empieza en vez de alguien de más trayectoria. No digo que no deban tener la oportunidad porque yo también la tuve, pero primero es mejor aprender y rodearse de gente que sabe».
3 – Acá al culpa la tienen muchos productores, los dueños de los medios que se llevan toda la guita y entregan un producto de m…
4 -Hay muchas injusticias en esta profesión: tenés que tener la cabeza muy fuerte, mucha perseverancia, saber que reunís las condiciones necesarias y que valés para seguir adelante. Hay muchos que abandonaron debido a las injusticias.
5- Hoy te llaman de algunos medios y te piden que vendas publicidad. Una falta de respeto. Siempre me hice respetar y nunca trabajé gratis, como tienen que hacer muchos periodistas…Me queda el décimo round y lo voy pelear a muerte.
Tatán Tatán ofrece un fresco de la trilogía periodismo deportivo, fútbol y boxeo bajo la lupa de un autor que puede resultar arbitrario o demasiado verborrágico en algunas afirmaciones, pero que no hace concesiones a la hipocresia, ni a la falsa humildad.
