Vargas Llosa vs Vargas Llosa: Capitalismo y socialismo batallan en el alma del Premio Nobel

Mientras en El Pez en el Agua, Mario Vargas Llosa hace una defensa del liberalismo a secas; la novela Tiempos Recios trasunta como mensaje que el socialismo democrático hubiera sido en América Latina un gran antídoto contra el comunismo y las dictaduras de derecha.

En el autor de La guerra de fin del mundo se mantiene como norte el rechazo al populismo, y en su concepción es posible conjugar un estado no intervencionista, ni empresario, sin clientelismo político; con educación (gratuita para quienes no puedan pagarla) y salud pública para paliar las desigualdades; e incluso una reforma agraria.

Hipótesis: El derrumbe del comunismo a finales de los 80 -en parte por la acción de gobiernos conservadores-, y el auge en los 90 de administraciones que promovieron la apertura económica, representaron para Vargas Llosa el triunfo de las ideas liberales ortodoxas a las que adhirió de manera entusiasta. A la vez, las vastas poblaciones marginadas en la pobreza y la inequidad social, fenómeno persistente en América Latina, llevaron al autor a plantearse que habría ocurrido si una democracia social -como la de Jacobo Arbenz en Guatemala durante los 50 del siglo pasado- no hubiera sido derrocada por un golpe de Estado inaugurando así una era de dictaduras y terrorismo en casi toda la región.

Por Tiempos Recios -que aborda este último tema- Vargas Llosa recibió los embates tanto de la izquierda que lo acusa de tergiversar o atenuar el carácter revolucionario de Arbenz ; como de la derecha, que impugna la interpretación del escritor sobre el líder centroamericano, de quien dicen fue un «socializante» que «pisoteó los derechos individuales» de los guatemaltecos.

Como nota al pie, el personaje central de este artículo es un exponente del pensamiento de centro también en cuestiones sociales como el feminismo (abordado en su obra El Paraíso en la otra esquina en la figura de Flora Tristán) el laicismo, la diversidad sexual, la cultura de la cancelación,etc; tan alejado de la llamada izquierda cultural como de la reaccionaria nueva derecha.

El pez en el agua contiene su proyecto ultra-liberal; en Tiempos Recios defiende la democracia social del gobierno de Arbenz

Cuando se piensa en Mario Vargas Llosa como intelectual, un reflejo que viene a mientes es el de un hombre que nada a Contracorriente, o como tituló uno de sus primeros libros de ensayos Contra Viento y Marea.

De manera que no puede llamar la atención que en ese océano de ideas que es el Premio Nobel de Literatura 2010, nacido en Arequipa (1936), combatan algunas de ellas contra si mismas.

El fondo de este texto no se detiene en el archiconocido giro de Vargas Llosa desde su adhesión juvenil a la ultraizquierda hacia el liberalismo extremo, pues de aquel cambio (cuyo gota que rebalsó el vaso fue la persecución desatada en Cuba durante 1971 por el castrismo contra Heberto Padilla) ha pasado mucho tiempo; casi no queda quien defienda la democracia y no condene al régimen cubano. Y Vargas Llosa es -que duda cabe- un demócrata.

A lo que se hace referencia es a que tipo de democracia adscribe MVLl de acuerdo a sus escritos: una democracia capitalista de estado mínimo (denominado estado gendarme); o aquella cuyo norte es una sociedad con igualdad de oportunidades en la que el estado tenga -de ser necesario- que inmiscuirse. Yendo al grano: ¿Es el escritor en cuestión un liberal ortodoxo o un socialdemócrata?

Ilustración homenaje de la Feria del libro de Lima

Vida privada, compromisos públicos

Como si se hubiera tratado de un boomerang, Vargas Llosa en los últimos años fue víctima y participe, involuntario o no, de la Civilización del Espectáculo (título de uno de sus libros) que había fustigado; cuando aparecieron fotos suyas en revistas de la farándula, y del jet set como Hola, producto del interés del público por la reciente relación sentimental ya concluida con Isabel Preysler (¡las cosas que hay que mirar si uno no quiere ser un paria!).

Pero las pocas veces que el escritor habló sobre el tema, fue más por cortesía (al fin y al cabo es periodista) que por necesidad de exposición (que no la necesita). Que en las redes sociales se haya hablado más sobre la vida privada del autor de La tía Julia y el escribidor que de su obra, nos dice más de la sociedad que del literato.

En otro plano, una actitud frecuente del creador de Pantaleón y las visitadoras por la que se lo ha criticado, es tomar postura en casi todos los procesos electorales de su país de origen, en los que se ha jugado en favor de varios personajes que en el gobierno por diversas razones “desbarrancaron” (Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPK, etc); más recientemente puso cuerpo y pluma en defensa de Keiko Fujimori para oponerse a Pedro Castillo, sumándose a la insostenible denuncia de fraude contra este último; y concurrir a recibir un premio de manos de la cuestionada actual presidenta Dina Baluarte, vicepresidenta que asumió el mando en lugar del mismo Castillo, destituido por juicio político a raíz de un frustrado golpe de Estado.

Sin embargo, para asumir esas posiciones (además de otras también poco comprensibles en el exterior) deslizó que en política suele elegirse por el mal menor (incluso respaldó a Alan García y Humala en sus segundos intentos, tras haber sido crítico en su primera presidencia y candidatura anterior, respectivamente); y Vargas Llosa actuó en cada caso de acuerdo a esa creencia; bajo la convicción de que un intelectual debe participar de los debates públicos, al punto que llegó a comprometerse en la política activa cuando intentó alcanzar en 1990 la presidencia del Perú.

Pasemos entonces al meollo del presente artículo:

MVLl condecorada con la Orden del Sol por la presidenta del Perú, Dina Boluarte

Piedra de toque y toques de novela

Un aspecto en el que ha insistido Vargas Llosa a través de los años, es diferenciar la realidad que se puede plasmar en un ensayo, conferencia o artículo periodístico; de la ficción, fundamentalmente en cuanto al lugar que tiene en esta última la utopía (peligrosa en política, subyugante a veces en la imaginación).

Asimismo, expresó que mientras en los primeros de los géneros mencionados tiene cierta sensación de control sobre lo que hace, “con la ficción, en cambio, no… Quizás mis novelas expresan más mis emociones, pasiones o intuiciones; algo que viene de zonas más profundas de la personalidad». 

Piedra de toque es una denominación de las columnas de opinión del flamante miembro de la Academia Francesa y de la Real Academia Española desde 1994, en diferentes periódicos, en los que expone enfoques -a veces coyunturales y otros de fondo- sobre temas como el nacionalismo (fundamentando que todas las naciones son ficciones), política internacional y cultura; en cambio en las novelas el autor da rienda a un mundo alternativo, transpirando en sus páginas sus concepciones mediante los personajes (la alienación de un revolucionario en Historia de Mayta), o haciendo un paralelo de las historias con el contexto que lo rodea (La Ciudad y los Perros (metáfora de la obediencia en un colegio militar con el autoritarismo en el país cual si fuera un cuartel).

Y aquí se llega a un punto que atraviesa al presente mini ensayo: La impresión que del Vargas Llosa hiper racional- cartesiano, promotor de los dones del capitalismo, cada tanto emerge en formato novelesco -como si fuera del subconsciente- la esperanza de alcanzar un mundo más igualitario como el que soñaba en su juventud.
La libertad y la igualdad, la razón y la pasión, la cultura y lo popular, la democracia institucional y reformista, en tensión y a la vez complementarios permanentes en la aventura de vivir, pensando y sintiendo.

¿Cuál Liberalismo?

En el vademécum de autores que MVLl toma como columnas del edificio liberal -incluidos en El Llamado de la Tribu– se incluyen algunos defensores de la ortodoxia económica y de la derecha política (Friedrich Hayek, Jean Francoise Revel, respectivamente); otros que se destacaron como antidogmáticos, y críticos del nacionalismo (Karl Popper e Isaiah Berlin) que podrían ser rescatados por un liberal moderado o un socialista democrático. Incluso Raymond Aron -antistalinista de la primera hora y gaullista- no incluía en su liberalismo posiciones como las de Hayek o Mises, a quienes situaba en el liberismo, muy cercanos a los libertarios.

R Aron, liberal reivindicado por V Ll

Vargas Llosa admite que los liberales escogidos (también figuraban Adam Smith y José Ortega y Gasset) tienen algunas marcadas diferencias, el nexo es que abogan por una sociedad abierta y contra el organicismo (subrayando el valor de la individualidad), con otro denominador común: el antipopulismo.

En las líneas que siguen se buscará indagar acerca de si dentro del autor de La Casa Verde no confrontan su racionalismo liberal-conservador en lo político (que se trasluce en la admiración hacia figuras como Ronald Reagan y Margaret Thatcher en tiempos en que se definía la Guerra Fría), con un corazón socialista que rehúye a ser extirpado y late en sus simpatías hacia personajes de inclinaciones de centro izquierda (para algunos plenamente de izquierda, aunque no marxista) como Jacobo Arbenz (protagonista central de Tiempos Recios libro abordado en extensión más adelante) presidente democrático derrocado en Guatemala en los 50, cuyo programa truncado por un golpe de Estado tenía notables similitudes con la política ejecutada en México por Lázaro Cárdenas a mediados de los 30 (obviamente no se pueden comparar países y épocas muy distintas, pero si especular, entre otras cosas, acerca de si la ortodoxia liberal es cuestión de principios o de pragmatismo). Asimismo, los elogios volcados por MVLl en diversos artículos hacia mandatarios como Felipe González o Barack Obama. evidencian que la socialdemocracia podría ser la expresión más cercana a los afectos del escritor peruano para aplicarse en los países desarrollados.

El Pez en el Agua y un héroe discreto

El Pez en el Agua (1993) integra en capítulos alternados las memorias de Vargas Llosa sobre la «cocina» de su campaña presidencial para las elecciones de 1990 -en la que expone sobre egoísmos, acuerdos políticos y traiciones-, con su autobiografía personal.

Es sabido que el escritor entró de lleno en la política activa a partir de la hecatombe a la que estaba llevando al Perú la primera presidencia de Alan García con un momento culmine que fue la nacionalización de la banca (corolario de la estatización de casi toda la economía).

«El populismo había fracasado en el Chile de Salvador Allende y en Bolivia con Siles Suazo«, meditaba Vargas Llosa, y comentaba que previo a tomar la decisión de involucrarse en política mantuvo un encuentro con A García al que le habría dicho: “Es una lástima que habiendo podido ser el Felipe González del Perú  te empeñes en ser nuestro Salvador Allende, o peor aún, nuestro Fidel Castro”.

En dicho libro publicado hace tres décadas, MVLl señala que cuando se le cuestionó que Francois Mitterand también había nacionalizado la banca, su respuesta fue que «en Francia, Suecia o Inglaterra, una empresa pública conserva cierta autonomía del poder político, en cambio en un país subdesarrollado el gobierno es el Estado, las empresas públicas sirven para colocar amigos y para negociados».

Acerca del programa de gobierno y objetivos del partido que se creó a su alrededor, Movimiento Libertad, al que dedica una parte sustancial de El Pez.., el autor se refiere en materia económica a la necesidad de sacarle al sector privado de encima el peso de la burocracia (para lo cual había que reformar el estado); que subsidiar el consumo trae una bonanza mentirosa, y a que no se sale de la pobreza redistribuyendo lo poco que existe, sino creando riqueza…; utilizando un principio de Hayek, advierte que el intervencionismo económico al darle discrecionalidad al gobierno es un peligro para todas las libertades.

También señalaba que en ese momento hasta la industria de la harina de pescado era manejada por el estado, cuando el mismo debería ocuparse de la salud y de la educación pública como manera de plasmar el principio de igualdad de oportunidades.

En cuanto a la propiedad de la tierra, afirmaba por entonces que era necesario actuar, pero en las antípodas de lo que había hecho Juan Velasco Alvarado, la propuesta de MVLl pasaba por otorgar títulos de propiedad a los trabajadores agrícolas y campesinos; en lugar de hacerlos depender de cooperativas estatales. Incluso tenía un programa para los ingenios azucareros, así como sobre el mercado laboral y el rediseño del propio Estado.

En síntesis, su programa era el de una reforma liberal de la democracia.

Fascinado con lo transformador de poner en marcha las ideas de la libertad, afirmaba «Hay muchas cosas malas en nuestra época, pero hay una buena sin precedentes en la historia. Hoy los países pueden elegir ser prósperos. Uno de los mitos más dañinos de nuestro tiempo es el de que los países pobres lo son por una conspiración de los países ricos».

Un detalle interesante esbozado por el propio Vargas Llosa sobre la coalición Fredemo, que encabezó, es que sus aliados Fernando Belaunde Terry -ex presidente demócrata- no había privatizado ninguna empresa, aunque sí devuelto los medios a sus dueños; en tanto al igual que al otro aliado Luis Bedoya Reyes conservador, le reconocía su ética pública.

Afiche de la campaña presidencial de MVLl con un programa de gobierno liberal

Para poner en contexto ese escenario: a inicios de los 90 una ola liberal cubría la región como ricorsi de un estado social que había derivado en asfixiante. Era entonces inminente el Consenso de Washington (privatización + desregulación) y Vargas Llosa le reconoció a quien lo derrotara en segunda vuelta, Alberto Fujimori que sus primeros pasos coincidían con las propuestas que el escritor había hecho en campaña, pero Fujimori iría incurriendo en autoritarismo y se erigiría en dictador.

Con amargura, Vargas Llosa expone como muchos ex compañeros de ruta «liberales» se fueron sumando paulatinamente a las filas de su verdugo electoral, y lo continuaron acompañando pese al cierre del Congreso y las denuncias de atropellos a los derechos humanos, como si no hubiera para aquellos una dicotomía entre economía de libre empresa y violación de las instituciones.

Libertad esquina extorsión

A la era Fujimori, Vargas Llosa le dedicó una pequeña obra Cinco Esquinas (2016) sobre las miserias de la prensa amarilla cuando es maquinada por el poder. Un empresario próspero, con casa en Miami es extorsionado por el director de un pasquín que en realidad está al servicio del «monje negro», el «Doctor», que encarna a quien fuera el jefe del servicio de inteligencia de Fujimori, el temible Vladimiro Montesinos.

Detrás de un enredo sexual, el ingeniero Cárdenas es víctima de chantaje por lo que recurre a su amigo, abogado en ascenso con casa de descanso en Miami, y cuyas esposas eran a la vez amigas.

Más allá del argumento en sí, lo que refleja la trama son los desvíos del capitalismo, cuando aún habiendo bonanza económica no existe un verdadero estado de derecho.

Lo que le ocurre al personaje Juan Peineta (cómico de televisión proveniente del teatro, que cae en desgracia) es una muestra de como se manejan algunos empresarios inescrupulosos en los medios, en esa situación en tándem con allegados al jefe del «aparato de inteligencia» que quiere hacerle pagar por un crimen que no cometió; en tanto la Retaquita, reportera que subsiste haciendo periodismo chimentero, finalmente arriesga la vida para salvar el honor. Como interrogante se plantea hasta que punto hay gente de negocios comprometida en financiar una prensa libre.

Un par de años antes, la novela El héroe discreto, aborda desde otro ángulo la situación de un país, en parte modernizado, que afronta nuevas complejidades. El principal personaje, Felicito Yanaqué, es un empresario -esta vez pequeño- dueño de una compañía de transporte que trata de preservar la dignidad ante la extorsión que en éste caso no procede del poder sino de mafias.

De la atmósfera del relato se desprende como han cambiado, desde la capital Lima hasta una ciudad como Piura (que Vargas Llosa -indicó en algunas entrevistas- encontró desconocida respecto a cuando atravesó allí parte de su juventud).

A la vez la delincuencia organizada encuentra límites laxos frente a una policía con escasos recursos y en parte aburguesada. Como para reflexionar el papel que en la sociedad le cabe a lo público; a la par se vislumbra un Vargas Llosa optimista por los cambios que se van produciendo producto de una economía estable que caracteriza al Perú (más allá de sus desventuras políticas y las grandes diferencias sociales que persisten).

El autor confió que para escribir El Héroe discreto se inspiró en la familia Añaños, que pasó de fabricar gaseosas en un humilde patio en Ayacucho a constituirse en multinacional a comienzos de este siglo.

A otra temática corresponde Tiempos Recios (2019) la última novela de Vargas Llosa de contenido histórico-político en la cual en principio da una vuelta de tuerca más a un trabajo precedente La Fiesta del Chivo (2000) sobre los estragos de las dictaduras en Centroamérica fogoneadas por Estados Unidos a mediados del siglo XX en el marco de la Guerra Fría.

Pero mientras en la Fiesta del Chivo lo principal es descubrir en el tenebroso Rafael Leónidas Trujillo al caudillo macho latinoamericano, el carisma, la obsecuencia y el terror que reinan en esos regímenes (aunque otro personaje relevante es Joaquín Balaguer presidente puesto de fachada que con habilidad y astucia pudo sobrevivir a Trujillo, deshacerse de su imagen en cuanto murió, y luego ser electo mandatario de República Dominicana siete veces); en Tiempos Recios aunque el dictador Carlos Castillo Armas y su amante son sujetos centrales de la obra, la misma gira alrededor de Jacobo Arbenz desplazado por un golpe de Estado (luego forzado a exiliarse) víctima de una campaña que le achacaba ser el punto de lanza para la instalación del comunismo en Guatemala.

Tiempos Recios, el golpe de estado contra el socialista Arbenz en Guatemala episodio que motivó las dictaduras de diverso tipo en Latinoamérica

Tiempos Recios: Democracia social, autocracia bananera

Tiempos Recios comienza describiendo la génesis de la maniobra elucubrada por un publicista norteamericano, Edward Burnays (sobrino en la vida real de Sigmund Freud) contratado por la United Fruit (exportadora de bananas) para inculcar en los sectores de poder de los Estados Unidos que Guatemala, gobernada primero por Juan José Arévalo (1945-50) y sobre todo luego por quien fuera su ministro de defensa Jacobo Arbenz, iba camino a implantar un sistema comunista y eventualmente aliarse con la Unión Soviética.

Lo que rechaza United Fruit en realidad es tener que someterse a pagar impuestos, aceptar la formación de sindicatos de trabajadores y una norma antimonopolio; medidas a las que Arbenz agrega la promulgación de la ley de Reforma Agraria.

En sus defensas lo que dirán Arévalo y luego Arbenz es que en verdad lo que admiran e intentan implementar en Guatemala es un sistema democrático como el de EEUU, país al que toman de modelo. Además, el comunismo era prácticamente inexistente en Guatemala.

En apretada síntesis, siguiendo la parte de crónica de la novela; Arévalo vuelve del exilio en la Argentina, y tras la llamada Revolución de Octubre gana las elecciones emprendiendo los primeros cambios.

En tanto el jefe del Ejército Francisco Arana, que aspira a sucederlo, propone moderar el programa de reformas sociales de Arévalo, rivalizando con la candidatura de Arbenz quien considera necesario profundizarlo en un marco de respeto a las instituciones y libertad de prensa. Arana aparece vinculado a un ensayo golpista, pero en el interín muere en un dudoso accidente.

Honesto, probo, militar de carrera, Arbenz (casado con una profesora de una familia ilustrada, formada en la Universidad de Belmont) había quedado impactado al observar de joven en su pueblo los niveles de marginalidad, desigualdad, miseria y explotación a los que eran sometidos campesinos e indígenas con sus familias.

«…Había (Arbenz) tardado mucho en comprender que sólo un puñado de sus compatriotas disfrutaba de los privilegios de la civilización, y en entender que era preciso ir a la raíz del problema social para que aquella situación cambiara y los privilegios de la minoría se extendieran a todos los guatemaltecos. La llave era la Reforma Agraria” (Tiempos Recios, página 93).

Polémica encendida

El profesor de la Universidad de la República de Montevideo, Roberto García Ferreira (en un opúsculo «Vargas Llosa y el golpe de estado guatemalteco«) sostiene que con Arbenz «la justicia social se apoderó del discurso y las prácticas estatales, contradiciendo un orden tradicionalmente violento, racista y excluyente. No fue un proceso lineal, pacífico, sin contradicciones, pero importa resaltar que buscaba profundizar la democracia social«.

En su campaña electoral -volviendo al libro de MVLl como fuente- Arbenz se comprometió a implementar un plan de infraestructura consistente en la construcción de una carretera al Atlantico; el Puerto Santo Tomás sobre el Caribe; la central hidroeléctica Junín- Marinalá, una destilería de petróleo; pero sobre todo a impulsar la mentada Reforma Agraria.

Tras ganar las elecciones por más del 75 % de los votos, Arbenz lanza la ley 900 aprobada por el Congreso por la cual los campesinos recibían tierras no cultivadas que pertenecían al Estado o a latifundistas -a los que se indemnizaría- en usufructo (no en propiedad para evitar que los finqueros las recompren). «Los campos se llenarían de escuelas y los indígenas aprenderían a leer», reflexionaba el presidente guatemalteco. ¿Acaso hay feudalismo en Estados Unidos?, respondía a quienes lo acusaban de ir hacia una colectivización similar a la soviética.

Su convicción pasaba por “cambiar la estructura feudal que reinaba en el campo, donde la inmensa mayoría de guatemaltecos, los campesinos, carecían de tierras y trabajaban sólo para los hacendados por sueldos miserables, en tanto que los grandes finqueros vivían como los encomenderos en la colonia, gozando de todos los beneficios de la modernidad».

La reforma tuvo un impacto notable: En un país de tres millones de habitantes, medio millón recibió tierras, subraya García Ferreira en consonancia con varios especialistas.

Aún cuando -según surge de las páginas de T Recios- el periodista José Fortuny, principal colaborador de Arbenz, había fundado un partido que adscribía a la izquierda, en la práctica se mantenía dentro los cauces republicanos.

En El Pez en el Agua, su autor -entonces postulante al Palacio Pizarro- había invocado una reforma rural por la que se adjudicarían títulos de propiedad a los campesinos, en lugar de conformar empresas socializadas o cooperativas organizadas «desde arriba», rescatando una experiencia realizada en Taiwan en la que -de acuerdo al escritor peruano- había pensado Arbenz.

Durante la gestión de este último -reconoce el narrador de Tiempos Recios- las reformas chocaron con dificultades como tomas de tierras y fincas propiciadas por organizaciones campesinas que movilizaban a los indios, así como por sindicalistas y contra la resistencia civil de algunos sectores cuando verbigracia «los maestros reemplazaban a las hermanitas de la caridad»; también existieron actos de sabotajes (algunos promovidos por los propios finqueros).

Castillo de Armas, tras una breve transición, tomará el poder en nombre de los rebeldes que venían actuado con el respaldo del embajador de EEUU; y entrará en contacto con el déspota Trujillo, el mandamás de Dominicana que había enviado a territorio guatemalteco al jefe de inteligencia, el temible Abbes García (hay versiones que atribuyen a Trujillo el magnicidio de Castillo de Armas que también es traicionado).

La novela pinta con intensidad los entretelones de como se movieron los hilos para derrocar a un gobierno electo por el pueblo, el contexto internacional, y el rol de Marta Borrero, ex esposa de un progresista guatemalteco y amante de Castillo Armas, apodada Miss Guatemala, que ya anciana concede en Norteamérica una conversación con el narrador en la que se vislumbra la afinidad de ella, furibunda anticomunista, con el trumpismo y el ala dura del partido republicano.

VLl con el hijo de Arbenz durante la presentación de Tiempos Recios en Guatemala

Caída de la izquierda democrática, populismo a dos bandas

El epílogo de Tiempos Recios incluye además de la citada entrevista de Vargas Llosa, unas conclusiones en las que el escritor coincidió con Tony Raful -periodista e historiador dominicano- y Soledad Alvarez -poeta de ese mismo país- quienes facilitaron el encuentro del autor cerca de Washington con «Miss Guatemala».

Los tres estuvieron contestes en que tras el ejemplo de Guatemala, la pronta radicalización de la izquierda en el continente resultó inevitable ante la observación de la inviabilidad para concretar reformas democráticas.

El dramático balance arrojó que el golpe contra Arbenz -textual de Tiempos Recios- «hizo recrudecer el antinorteameericanismo en toda América Latina»… «entre otras cosas extremó y empujó hacia el comunismo al Movimiento 26 de julio de Fidel Castro que sacó conclusiones obvias de lo ocurrido en Guatemala».

Asimismo se recuerda en el libro que la etapa de Arbenz coincidió con la presencia del Che Guevara (a la postre el segundo hombre de la revolución cubana) en Guatemala, donde estaba dedicado a la venta de enciclopedias para mantenerse (allí conoció a su primera mujer, la peruana Hilda Gadea) y a la espera que el jefe del Ejecutivo guatemalteco «arme milicias populares, lo que no ocurrió», por lo cual «el Che se refugia en la embajada argentina para no caer en las redadas que desató la  histeria anticomunista reinante por aquellos días, pero de ese experiencia saca conclusiones que serían trágicas para Cuba: una revolución de verdad tenía que liquidar al Ejército para consolidarse, lo que explica los fusilamientos masivos de militares en la Fortaleza de Cabaña que el mismo Che dirigió. Y de allí saldría la idea de que era indispensable para Cuba aliarse a la Unión Soviética si quería blindarse contra las presiones de Estados Unidos«.

Cerca del cierre de T. Recios, MVLl apunta que también comparte con sus dos interlocutores, Alvarez y Raful, que «otra podría haber sido la historia de Cuba, si EE.UU aceptaba la modernización y democratización de Guatemala que intentaron Arévalo y Arbenz… Esa democratización y modernización era lo que decía querer Fidel Castro para la sociedad cubana cuando el asalto a Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba. Estaba lejos entonces de los extremos colectivistas y dictatoriales que petrificarían a Cuba en una dictadura anacrónica y soldada contra todo asomo de libertad… Pero no menos graves -concluye su autor en Tiempos Recios- fueron los efectos de la victoria de Castillo Armas para el resto de América latina: (guerrilas, terrorismo, dictaduras de militares que asesinaban, torturaban… haciendo retroceder la opción democrática por medio siglo más… Jóvenes de tres generaciones mataron e hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico que el de Arbenz».

Dilemas: Derecha- izquierda-democracia

Ahora bien, trazando un paralelo con otras situaciones históricas el intento que buscó llevar adelante Arbenz no distó de lo que hizo en México Lázaro Cárdenas, reforma agraria -en su caso en los égidos-, más educación socialista, aunque en cuanto al tiempo en que fue presidente el líder de izquierda mexicano no fue más que un espasmo entre el reaccionario Plutarco Elias Calles (en tren de similitudes de un perfil similar a Jorge Ubico Castañeda el dictador derrocado por la Revolución de Octubre de la que surgió Arévalo), y los caciques -caudillos conservadores que le siguieron. 

Y si vamos a la tragedia de Chile de los 70, de alguna manera Arévalo sería Eduardo Frei Montalva, y  Arbenz un Salvador Allende quien también ganó en elecciones libres buscando llevar a cabo un programa de izquierda, quizá un tanto más radical pero no tan distinto al ideado por Arbenz, con la diferencia que en el caso chileno ya se había consolidado la experiencia cubana.

De alguna manera Vargas Llosa reafirma su repudio al golpe contra Allende (en este punto ha manifestado su plena divergencia con Hayek, y se ha batido en polémicas con libertarios chilenos como Axel Kaiser que justificaron la trágica toma de La Moneda), más allá de que el gobierno del dictador Augusto Pinochet puso en marcha un plan económico, ideado por los llamados Chicago Boys,seguramente más afin en sus concepciones económicas a Vargas Llosa, que las que sostenía Unión Popular

Desde una visión democrática y republicana, obviamente es injustificable el apoyo que recibieron los déspotas de parte de EEUU a mediados del siglo XX, pero hay que tener en cuenta el rechazo que los gobiernos reformistas tuvieron en las capas altas y conservadoras locales sea en México, Guatemala o Chile. 

El rector de la Universidad Francisco Marroquín (UFM) de Guatemala (a la que se le atribuye el mote de «templo liberal» de Latinoamérica, y que habría contribuido a la investigación de MVLl), Gabriel Calzada, discrepó con la «polémica interpretación» del Nobel: “La socializante reforma agraria de Árbenz pisoteó los derechos fundamentales de los guatemaltecos y de las compañías internacionales, que, como en el caso de la United Fruit Company, habían apostado por el desarrollo del país invirtiendo fuertemente”, disparó el rector de la casa de estudios.

Descontento con el contenido de Tiempos Recios, Calzada aseveró que con ese «episodio liberticida» (la llegada al gobierno de Arbenz al poder) «se jodió Guatemala y así se fue jodiendo Latinoamérica”, aludiendo sarcástico a la pregunta de Zavalita -al inicio de Conversación en la Catedral– sobre «en que momento se había jodido el Perú».

En cuanto al otro palo, están quienes como el sociólogo Mario Roberto Morales le achaca al peruano-universal una maniobra ideológica para que el neoliberalismo (sic) se apropie de lo que fue un verdadero movimiento popular de izquierda.

«La acogida en el país centroamericano se dividió entre la derecha que habita en la caverna y calificó de “comunista” a Vargas Llosa por rescatar la polémica figura de Árbenz, y quienes recelan del escritor, al que leen cada quince días en este periódico con propuestas liberales que hacen arquear la ceja a quienes viven en una tierra golpeada hasta la extenuación…» describió para el diario El País de España,el cronista Jacobo García, sobre la presentación del libro en el teatro Miguel Angel Asturias en Ciudad de Guatemala.

Finalmente, en Tiempos Recios parecería haber una reivindicación de las causas que llevaron a los jóvenes latinoamericanos a rebelarse, y a la violencia que se pudo haber evitado si los cambios se hubieran concretado en un marco democrático.

En definitiva encontramos en Vargas Llosa a un defensor del liberalismo, no de manera dogmática; sino en quien cree que la máxima libertad del individuo respecto al estado, la nación, líderes carismáticos etc, es lo mejor para su desarrollo y progreso; a la vez pone el otro foco en la igualdad (no en el igualitarismo), y observa allí la necesidad de incluir políticas que impidan que el capitalismo o el mercado marginen a ciertas capas sociales de una vida digna.

En lo que los «Vargas Llosas» coinciden es en el repudio al populismo, venga de Nicolás Maduro o de Donald Trump

El Vargas Llosa liberal y el socialista coinciden en rescatar al sistema democrático como esencial, aunque no suficiente. Corrido por fundamentalistas de ambos bordes, intentando otros aprovechar de su fama para adaptarla a sus ideologías, el ilustre escritor sigue jugando su partido.

Segundo Figarillo

MVLl recibe el Nobel en Estocolmo, donde dedicó un mensaje a su segunda esposa Patricia; estarían nuevamente juntos
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