¿Puede Argentina país aprovechar la energía desatada por el Mundial de fútbol?

¿Cómo transferir la alegría que unió a multitudes en un festejo deportivo a una sociedad en crisis?

¿Es trasladable el éxito de la Selección Nacional a la política, la economía, y al comportamiento social de los argentinos?

La Scaloneta rodeada por una multitud sin precedente (imagen puesta en twitter por el propio Scaloni)

Cinco claves de la cuestión:

1.- El título obtenido por la selección despertó una euforia popular sin precedentes que contrasta con el clima derrotista producto de la situación socioecónímica que el país hace años atraviesa.

2.- Los «Lioneles»: Lionel Messi, el héroe deportivo que superó adversidades, rodeado de un grupo que lo reconoció así y lo apuntaló pueden ser referentes de una construcción colectiva; y un líder como Lionel Scaloni que sabe elegir ser un aliciente para los dirigentes, así como para ciudadano y su responsabilidad a la hora de escoger a sus representantes.

3.- El 60 % de quienes integran el padrón electoral no había tenido la oportunidad de un festejo mundialista; en tanto la política no une a los ciudadanos desde los actos de Alfonsín en tiempos del retorno a la democracia.

4.- Las manifestaciones populares fueron espontáneas; no convocadas «desde arriba». Los referentes del seleccionado huyeron de los políticos que encarnan la grieta, no de la política ya que saludaron -aunque a título individual- y fueron reconocidos por gobernadores e intendentes.

5.- El impacto en la economía puede terminar en un «veranito» (está por verse), no esquivará los problemas estructurales y probablemente la confrontación política no amainará, pero quizá este otro clima insufle cierto optimismo, una apertura hacia una mayor tolerancia, cohesión social; y lo más importante, un cambio de valores.

OPORTUNIDAD, NO OPORTUNISMO

Ante los aludidos interrogantes, el analista Rosando Fraga considera. que «estamos ante una oportunidad para que los dirigentes muestren un cambio, pero si tal impulso no se lo usa positivamente puede ser un búmeran… No recuerdo una expresión de júbilo semejante desde lo empírico (quizá desde los tiempos de la candidatura de Alfonsín con el retorno de la democracia), pero sociológicamente coincide con que mucha gente se quiere ir del país porque no ve futuro». Por lo tanto se trata de un gran desafío canalizar las expectativas desatadas por el logro del mundial de Quatar.

Apareció en las manifestaciones -continuó diciendo Fraga- una autoestima contenida por los fracasos colectivos, algo así como un deseo, una fuerza que quiere una cosa mientras la realidad concreta muestra otra.

En opinión del sociólogo Carlos Fara «la selección le mostró a la sociedad que el esfuerzo y la disciplina (o sea el mérito) rinden y tienen su premio, a la corta o la larga, aunque en los grupos focales no se advirtió un cambio de perspectivas respecto a los problemas del país». Es decir, la alegría deportiva y la preocupación por los temas cotidianos corren por carriles separados.

Se sabía -añade Fara en columna del diario Perfil- que un triunfo deportivo en el principal deporte de masas y en la cúspide de la competencia global, iba a generar un sentimiento de felicidad temporal enorme. Pero a la vez está la satisfacción de vivir una dicha colectiva.

En un postéo instantáneo, el autor de estas líneas especulaba sobre lo difícil que resulta trasladar el éxito deportivo a otro terreno; primero por las dificultades estructurales y disvalores contra los que poco puede hacer el talento individual, o la particularidad que significa la preparación para una competencia puntual de un puñado de superdotados; además, casi todos los futbolistas argentinos juegan en el exterior donde conviven con otros tipos de reglas; empero sí hay cuestiones de ejemplaridad que dando una vuelta de tuerca se podrían aplicar.

El politólogo Andrés Malamud hace una disquisición sobre el modelo de director técnico que representa Scaloni  “En los últimos cinco mundiales, a la Argentina le fue mejor con entrenadores «humildes y centrados en la planificación” (José Pekerman (2006), Alejandro Sabella (2014) y ahora Scaloni.; y “le fue mal” con los otros, entre “estrellas y fanfarrones”.

Al respecto, se ha mencionado como un plus de Scaloni haber sido discípulo de Pekerman en los seleccionados juveniles que también integraron sus colaboradores en el cuerpo técnico (Pablo Aimar, Walter Samuel); y que fue un ejemplo en conducta y rendimiento deportivo. En el reciente Mundial, Scaloni demostró enorme aptitud para elegir el mejor equipo posible en cada partido, y en tal sentido puede inspirar valores como el merito en lugar del «acomodo», la solidaridad del grupo (para los que no juegan) y la responsabilidad puesta a prueba.

Ahora bien, una sociedad no tiene solo jugadores de elite, también están los que por cuestiones de capacidad, circunstancias de la vida, etc, no pueden más que jugar en ligas menores. Pero así como está el ejemplo por un lado de un Messi talentoso de cuna, pero que igual tuvo que superar dificultades de crecimiento y de desarraigo, otros menos talentosos tuvieron que cargarse de optimismo y perseverancia para alcanzar la cima como parte del elenco. En definitiva, la recompensa al esfuerzo.

Inédito

Hay que tener en cuenta que las nuevas generaciones no vivieron el acontecimiento de festejar una Copa del Mundo, la última fue en 1986 cuando -tal como destaca el consultor Hugo Haime-el 60 % de quienes integran el padrón electoral no habían nacido. Y habría que remontarse a tres años antes (el 83) para registrar (como se indicó) un entusiasmo similar como fue el regreso a la democracia una experiencia de manifestaciones políticas sin grietas impensable en los tiempos actuales.

Más de un encuestador registró por estas horas una especie de hastío social por la «grieta» o «brecha» que divide a los argentinos. No se trata de esquivar conflictos, lo cual es imposible, sino acabar con la inquina hacia quien piensa diferente.

Y eso los jugadores de alguna manera lo interpretaron esquivando las fotos tanto con el presidente de la Nación (quien ofreció la Casa Rosada para los festejos), como con el ministro del Interior (que fue especialmente a Ezeiza a intentar un approach) o el líder opositor Mauricio Macri quien estuvo en Quatar por la Fundación FIFA.

Sin embargo, asistieron a reconocimientos o breves encuentros con gobernadores (como el de Santa Fe que estuvo con Messi y Di María; Alexis Mc Allister con el de La Pampa) o intendentes (el de San Martín que homenajeó a Enzo Fernández y Exequiel Palacios)

Finalmente, existen algunos parámetros que indican cierto efecto del «factor Mundial» en la economía (como que el PBI creció al año siguiente en casi todos los países que tuvieron campeones mundiales, hasta otros que constatan un efecto rebote de al menos un par de trimestres),y tomando en cuenta las fiestas de fin de año más las inminentes vacaciones, entre los comerciantes se registra la expectativa de un buen verano arrastrado un poco por el entusiasmo que produjo el logro mundialista.

De todos modos, es evidente que los problemas de mediano y largo plazo no se arreglan sin cambios de fondo; si lo ocurrido en el Mundial termina en un «veranito» será una victoria con sabor a poco, o un empate transitorio ante un cierre de año que aparecía socialmente complicado; en cambio, si se piensa sobre algunos de los fundamentos que llevaron al éxito deportivo, quizá el mismo termine siendo un hito a partir del cual el país empezó a cambiar el rumbo.

C.R

La educación una herramienta para difundir valores (imagen diario La Nación)

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