-Reportajes Históricos Acreditados- Oriana Fallaci: “Si Argentina alcanza la democracia, será la noticia del hombre que mordió al perro”

Promediaba 1983, el proceso militar iniciado en 1976 entraba en la recta final, menos de seis meses antes, el último presidente de facto, Reynaldo Bignone, había convocado a elecciones nacionales.

En ese marco llegaba a nuestro país Oriana Fallaci, periodista italiana ya famosa por haber entrevistado a personajes como el Ayatollah Khomeini; Reza Pahlevi, el Sha de Persia; Henry Kissinger; Golda Meir; Yasser Arafat; Deng Xiao Ping (etc), y poco antes a Leopoldo Galtieri, el militar-presidente que quedó asociado a la Guerra de Malvinas.

El paso de la polémica entrevistadora por la Argentina (donde vino a presentar el libro Un Hombre sobre la historia de Alexandro (Alekos) Panaugulis, poeta y héroe de la resistencia griega en tiempo de los coroneles y con el cual ella mantuvo un romance de tres años) desató un vendaval al punto que muchos periodistas y medios pidieron que sea declarada persona non grata, y hasta que la echen del país, después que la visitante acusara a quienes habían ejercido esa profesión de haber sido “cobardes” durante la dictadura militar, postura que se amplificó con su presencia en el programa televisivo Tiempo Nuevo que conducía Bernardo Neustadt. De aquella noche emergió como afirmación o mito aquello de que los argentinos «tienen un enano fascista adentro».

En esas jornadas, con el país en ebullición por el próximo regreso a la democracia, Fallaci descreía que el sistema pudiera instalarse y continuar en estas orillas; de acuerdo al texto que sigue, porque descontaba una victoria del peronismo.  

La entrevista que reproducimos de manera abreviada -con algunas explicaciones de contexto- fue realizada por el prestigioso periodista, Héctor D´Amico, desplegada en quince páginas, y fue la tapa de una revista Siete Días de julio del 83. Hace casi 40 años.

El clima aún era tenso. Fallaci (1929-2006) se hospedó en el Hotel Plaza y la solicitud de sacarse una foto dentro del Congreso le fue denegada. Claro, el recinto estaba privado por entonces de las funciones que la Constitución Nacional le asigna.

La tapa de aquel ejemplar histórico

El artículo iniciaba con un aserto de Frank Lloyd Wrigth. “La verdad es más importante que los hechos”.

Fallaci asignaba a la dura recepción que tuvo de los colegas argentinos, una frase de Jorge Luis Borges sobre la represión al terrorismo (se están comiendo a los caníbales) ¿Porqué (los periodistas) no le gritaron a los militares como lo hacen conmigo?, lanzaba de modo provocador.

Según contaba la nacida en la ciudad de Florencia, el propio Borges, cuando supo de cierto escándalo que se armó (durante la presentación de la mencionada novela El Hombre), le dijo a ella que no se preocupara: “La gente en esta país es como la tortilla –le aseguró en italiano- al final siempre se da vuelta”.

Y luego expuso su postura acerca de la responsabilidad del periodista “contaminado” por el entorno. “No son del todo culpables. Tome por ejemplo un periodista que hoy tiene poco más de treinta años… nació cuando Perón estaba en el gobierno, cuando un fascista tenía el poder, y recibió la educación que me contó Susana (su secretaria en Argentina) quien con sus 41 años solo ha votado una vez. ¿Cómo puede esperarse que tenga un concepto de la vida, de su trabajo, como puedo tener yo? Fui muy afortunada en crecer en una sociedad democrática, de ser la hija de un líder de la resistencia italiana contra le fascismo…Esta desgracia incluye no solo a los periodistas, también a otros ciudadanos, pero el periodista, aún cuando actúa en una sociedad dirigida por un gobierno fascista, tiene más ventanas para mirar hacia afuera, y por lo tanto merece mi reproche…

En ese sentido, más adelante, la polemista agregaba: “Un dentista puede seguir siendo un dentista bajo una dictadura, lo mismo que un zapatero o un albañil. Nunca un escritor o un periodista, porque nuestras herramientas son las ideas y las palabras”. 

Oriana Fallaci en Bs As (1983)

La entrevistada aclaraba que no metía a todos en la misma bolsa, pero que era un porcentaje mínimo los exentos de sus críticas. Y continuaba con una frase alegórica: «Faiano afirma sobre los antifascistas italianos que se dividen en dos: los fascistas y los antifascistas«.

– Siete Días: ¿En serio piensa que tengo que avergonzarme por estar vivo?, le preguntaba D´Amico, cuestionando la generalización de Fallaci sobre cobardía o complicidad del periodismo nacional para con el Proceso

– Oriana Fallaci: Estoy muy contenta que usted esté vivo y no tiene que pedir perdón. Hay muchos que hicieron cosas buenas y están vivos, por ejemplo mi padre. El debería estar muerto pero sobrevivió y estoy muy contenta con él. Aiekos (su compañero que había luchado contra la dictadura en el país cuna de la filosofía) estaba vivo en 1973 y yo estaba contenta con eso, pero era evidente que había hecho cosas por las que debería estar muerto. Ahora bien, usted me está acusando de un defecto que creo merecer y se llama maniqueísmo. Yo soy maniquea. No en lo moral, pero si en cuestiones políticas. Y puesto que mi padre me inculcó que existe una afinidad entre moral y política yo he repetido muchas veces en mis conferencias en universidades norteamericanas que la política es moralidad, y claro, la gente se reía. Cuando se trata de cuestiones políticas me convierto en una terrible maniquea. Yo digo, cuando no hay democracia hay fascismo. No hay nada más en el medio.

La apodada donna incómoda rechazaba a quienes le endilgaban un conocimiento superficial sobre la Argentina. “No me tomo vacaciones desde hace quince años. No recuerdo haber estado (en un país) como turista excepto una sola vez…Cuando una periodista tiene que hacer un reportaje estudia más que una universitaria que se prepara para un examen. No soy solo una escritora, sino también una persona política, iba a decir una escritora política, pero en realidad considero que el escritor es siempre político…».

 SD: – Quisiera que me explique porque canceló algunos de los reportajes que tenía pensado conceder en Buenos Aires. Recuerdo que me dijo por ejemplo que no iba a recibir a nadie de Clarin porque había leído un artículo sobre usted que no le gustó. ¿No cree que es una forma de censura comparable a la que usted critica en los militares?

OF:-No. Es muy diferente a lo que hacen los militares, porque yo no estaba imponiendo nada, yo no estaba chantajeando a nadie, ejercía el derecho de ver o no a una persona. No tenía necesidad de verlos a todos y no quería verlos. Hice el programa de televisión, y luego vi al hombre de (el diario) La Nación, muy amable…

En un tramo de la nota hay una polémica de la entrevistada con un «escritor con bigotes» (que resultó ser Jorge Asís) y hasta con Magdalena Ruíz Guiñazú.

SD: -Propone un suicido colectivo ¿Cómo hacer para que cuando se vayan los militares no haya otro fracaso que traiga de nuevo a otros militares?

OF: -…A diferencia de otras dictaduras que son violentas y traumatizan a un pais la de ustedes es como la historia del perro que muerde al hombre: ya no llama la atención en ninguna parte del mundo, no es noticia…Si ustedes llegan a la democracia será la historia del hombre que muerde al perro: esa será una gran noticia. Lo extraordinario es que esta monótona y obsesiva serie de golpes de Estado no es una tragedia, acá siempre está el general que saca a otro general, el marino que le gana espacio al brigadier; en fin, un musical de Broadway ni siquiera serio. Personalmente nunca vi un golpe de estado aquí pero -corríjame si me equivoco- creo que no son muy dramáticos…

SD: -Bueno, la ceremonia de asunción, por lo general es muy formal, como si no estuviera sucediendo nada grave. Pero claro, después…

O.F: -…El putsch en Grecia en cambio fue tan espectacular como el de Santiago.. Pero aquí los golpes tienen un sabor a algo clandestino, barato, todo en pequeña escala.. así que el resto del mundo no se siente escandalizado, se entera de la noticia y dice «otro más». Y eso es un gran veneno.

Con Alekos, protagonista del libro que OF vino a presentar a la Argentina

SD:- ¿Porqué está tan segura que la democracia no va a durar?

OF:- No soy una sibila, no puedo leer el futuro. Pero tengo mis temores por este país

SD: -¿Porqué?

OF: – (N de la R: La autora hace una extensa digreción sobre lo que ocurrió en Grecia y la denuncia que había hecho Alekos sobre el gobierno civil posterior al de los Generales en el que había gente de ese anterior régimen con poder, y luego iba a la situación argentina) O.K. tendrán elecciones.. pero¿quienes son las personas que participan? ¿hasta que punto no representan en secreto a los militares? No conozco a los políticos de esta país, pero no tengo dudas de que la principal fuerza es el peronismo y fue precisamente Perón el que formalizó el matrimonio entre el sindicalismo, los militares y el gobierno. No puedo imaginar un matrimonio más siniestro que ese. En Italia tenemos una palabra para explicar esto «tesútuo veneziano» que es un tejido hecho mezclando seda con algodón. Perón fue el que inició el sindicalismo corporativista casado con los militares

SD: -Lo que usted dice…

OF: -Lo que digo es que esa es la gente que irá a elecciones

SD: -Usted descuenta el triunfo del peronismo, cuando hay otro partido, el radical, que también tiene posibilidades…

OF: -¿Es un partido social demócrata?

SD: -No, una comparación posible sería el Partido Demócrata de los Estados Unidos.

OF: – Yo le pregunto, tienen alguna chance-

SD – Creo que sí, aunque no soy experto en temas políticos. La impresión es que en este momento tiene posibilidades

OF: -Hay algo que quiero decir. Yo no creo en la libertad concedida como obsequio por el opresor, y menos cuando el opresor es un militar. Si ustedes no ponen bien en claro ante esos militares que no van a aceptar ningún regalo, ellos estarán allí, como hienas, listos para asaltar nuevamente…Pondría un tremendo énfasis en el problema de la amnistía, de los juicios…La única manera de agarrarlos es con los juicios. Si ustedes pierden la batalla aceptando la amnistía van a perder la guerra nuevamente…Lo que tienen que hacer es no aceptar la amnistía que se extiende a torturadores, asesinos, a los verdaderos responsables, y también a algunos que han ocupado la presidencia de la República.

SD: – Hablamos de los militares como si fuesen el único mal de la argentina. Le recuerdo que las bombas y los asesinatos comenzaron antes, mucho antes del último golpe.

OF:…La culpa también es del pueblo –personalmente prefiero la palabra gente a pueblo- los militares son ignorantes porque el pueblo argentino es ignorante…

SD: -Volvamos a la pregunta anterior ¿Cómo hacer para proteger a la nueva democracia de la amenaza de la subversión, de la guerrilla, de los atentados que llaman nuevamente a los militares…?

OF:- Usted es uno de los entrevistadores más extravagantes que he conocido, me pide recetas como si fuese una gran estratega, un Churchill… Mientras los griegos tienen una larga tradición democrática (después de todo inventaron la palabra democracia) los argentinos han tenido un contacto muy limitado con ese sistema…Los militares griegos traicionaron a la democracia, los militares argentinos no. ¿Cómo se puede traicionar algo que no existe? El que mató la democracia en este país fue Perón…con sus ridículas maniobras, golpes de opereta, y al enemistar a un grupo de militares contra otro liquidó la democracia argentina.

El entrevistador pregunta entonces sobre los medios y los fines (en relación al terrorismo en Grecia) y tras una extensa reflexión la reporteada desliza que “existe una sola situación en que sería capaz de matar a alguien. Si me encuentro cara a cara con un torturador. Por supuesto no lo torturaría porque ese es el acto más miserable que puede cometer un ser humano. Pero tendría el coraje de matarlo”.

A la pregunta de si hay algún personaje argentino al que le gustaría entrevistar, la autora de La Fuerza de la Razón respondía estar cansada que la identifiquen solo con el género de la entrevista y destacaba que había estado muy cerca de entrevistar a Perón en Roma; -añadiendo-“me hubiera gustado entrevistar  a Eva, estoy segura que no me hubiera gustado como persona, pero hubiera sido una entrevista interesante…”.

Foto de la entrevista de Fallaci con Galtieri

SD.- Me gustaría que me hable de su polémico reportaje a Galtieri

OF: – Sabía que tarde o temprano llegaríamos aquí. Pero voy a decepcionarlo a usted y a sus colegas que querían hacerme la misma pregunta… En mi lista de tiranos, de personajes crueles gobernantes desalmados, Galtieri no ocupa un lugar importante. Es solo un soldado tosco que por momentos me hacían acordar a ciertos actores norteamericanos, una especie de Robert Mitchum. Ni siquiera interpretaba bien su papel porque estaba intimidado por el reportaje. De alguna manera quería mostrarse amable, pero se lo notaba muy asustado. La escena era terriblemente ridícula. Por un lado esta especie de macho latinoamericano, vestido de general, con sus grados cocidos en el pecho, casi dos metros de alto, presidente de la Argentina –cosa que me repitió hasta el cansancio a la largo de la entrevista- y, enfrente de él, una mujer de 47 kilos, menuda, que apenas le llegaba a la cintura. Era una entrevista desigual, y él repitiendo cada dos minutos “signora giornalista”. Yo Leopoldo Fortunato Galtieri, presidente de la República Argentina…” ya lo sé, ya lo sé, respondía yo, por eso estoy acá entrevistándolo… Creo que interiormente se hacía muchas preguntas. ¿Me comerá? ¿Será venenosa? Con esos ojos azules, atractivos, nada amenazantes, tratando de estudiar cada detalle de la visitante. La entrevista en sí resultó muy extraña. Parecía un diálogo de sordos. Recuerdo la pregunta final cuando le dije que yo había estado en varias guerras, que había cubierto la guerra de Vietnam durante ocho años y que él nunca había visto ni siquiera una batalla en su vida… el pobre hombre transpiraba, se sentía incómodo y repetía que era el presidente de la República Argentina. Si algún día se le hace un juicio a Galtieri yo presentaría, respetuosamente, varios cargos en su contra. Lo acusaría de haber usurpado la presidencia, de haber sido un alto responsable dentro de un régimen que torturó y bajo el cual desaparecieron miles de personas, y finalmente por haber envido tantos jóvenes inocentes a una guerra estúpida. Pero presentaría estos cargos sin una motivación de tipo personal porque yo no lo odio a Galtieri.

Fallaci, autora de numerosos libros muchos de sus reportajes están incluidos en Entrevistas con la Historia
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